RIO GRANDE.- La histórica Base Aeronaval cumplió 70 años de vida el pasado jueves y por tal motivo se realizo una ceremonia que fue encabezada por el actual jefe de la institución, Capitán de Fragata Luís Matías Arbini; quien estuvo acompañado por el comandante del Área Naval Austral, Contralmirante Eduardo Antonio Traina y el comandante de la Fuerza Aeronaval Numero 3, Capitán de Navío Daniel Raúl Tricerri.
En el acto también estuvo presente el intendente electo y actual diputado nacional, Martín Pérez y el vicegobernador Juan Carlos Arcando.
En su discurso, el Capitán Arbini recordó que “en febrero de 1933, hace ya 86 años, el entonces Capitán de Fragata Marcos Zar intentó cumplir la difícil misión de trazar una ruta aérea entre Buenos Aires y la lejana isla de Tierra del Fuego. En el último tramo de su entusiasta travesía, despegó de Río Gallegos con rumbo a Ushuaia; pero al llegar a la zona cordillerana, las adversas condiciones meteorológicas lo obligaron a virar hacia el norte en procura de la entonces pequeña comunidad de Río Grande”.
“Las autoridades y vecinos que seguían atentos la epopeya a través de las comunicaciones radiotelefónicas, y previendo un eventual aterrizaje, improvisaron en el medio del campo una precaria pista, allanando el terreno y prendiendo fogatas. Minutos más tarde, el monomotor Vought-Corsair R-61 aterrizaba airosamente en la actual esquina de Belgrano y Almafuerte. La novel ciudad de Río Grande, con apenas un poco más de una década de fundada, recibió el primer avión de la Armada Argentina que se atrevió a cruzar el inhóspito umbral que separaba el continente con el lejano archipiélago fueguino”.
Relató el Capitán Arbini que “en 1937 la Sociedad Anónima Ganadera Argentina Menéndez Behety donó las tierras, y se inició la construcción de un pequeño destacamento. Aviones con anclas pintadas en sus alas, empezaron a brotar en el horizonte, perturbando el monótono sonido del viento con el rugir de sus motores”.
En otro tramo de su discurso recordó que “durante décadas, el personal de esta base brindó servicios aeronáuticos, de pista y meteorológicos, manteniendo abiertas las puertas de entrada y salida a la provincia, con el esfuerzo anónimo y sostenido que templa el espíritu curtido de la gente de mar. Este lugar aun hoy es testigo de los sueños cumplidos de jóvenes pilotos, quienes año tras año bautizan sus camperas de cuero con la aventura de lo desconocido”.
Al referirse a la guerra de Malvinas, dijo que el pueblo de Río Grande “festejó cada avión que despegaba y lloró cada avión que no volvía. Esta ciudad creció hermanada junto a la Base, y la Base vio crecer a esta ciudad. Será por eso que muchos marinos encuentran en lo más frío, la calidez más grande. Quedan atrapados en las raíces de una comunidad que los adopta y los convierte en fueguinos”.