Gabriela Zerpa, de 91 años, se convirtió sin pensarlo en un ejemplo mas de vida y de esfuerzo y nos enseñó a muchos que nunca es tarde para lograr un sueño o un objetivo en la vida. En una entrevista con El Sureño narró detalles de sus vivencias para aprender.
RIO GRANDE.- Gabriela Zerpa, la abuela de 91 años que culminó ésta semana el ciclo de estudios primarios, recibió a El Sureño en su casa para contarnos mas de cerca y con más detalles su historia de vida.
Gabriela es oriunda de Salta, vino a Río Grande con su familia de forma definitiva en febrero de 1986 y desde ese entonces reside aquí.
En agosto del 2005 comenzó los estudios primarios en la Escuela 2 “Wikam”. Su hija menor Zulema, se fue a la universidad en Entre Ríos, entonces la animó para que terminara la escuela, en ese entonces era presencial, cursaba en el anexo de la escuela 21 y algunas clases en el mismo colegio Wikam. Hizo primero, segundo y tercer año. Aun se manejaba sola, trabajaba de niñera todo el día, llegaba a su casa tomaba sus útiles y se iba a la escuela.
Así fue hasta el 2007 cuando supuestamente iba a egresar, fue al acto de fin de curso y ahí se encontró con que los directivos le informaron que no cumplía con la asistencia. Gabriela recuerda entre risas la experiencia de “haber quedado libre por faltas”, pero confiesa que fue mucho esfuerzo, siempre le gustó estudiar y aprender. “Me gusta mucho leer, todo; libro, revista de cualquier tipo, yo leo”.
Cuando le preguntamos si ya tenía conocimientos previos, nos contó: “Sí, sabía leer algo. Aprendí a escondidas”.
Zulema, la gran ayuda
Hasta los 11 años Gabriela vivió con sus abuelos en el campo y tenía que trabajar. Ellos eran empleados en una escuela y la abuela aprovechaba para mirar y tratar de aprender. Después de esa edad fue a vivir con su mamá y ahí sí fue unos años a la escuela como alumna, pero en los dos casos no pudo concluir ni ser regular por las tareas de trabajo que debía cumplir.
“Había una maestra, Lidia, a escondidas me daba papelitos y me enseñaba las letras y números”, recuerda.
Luego de no poder egresar en el 2007, Gabriela no estuvo bien de salud, así que no pudo seguir con el colegio.
Este año, su hija Zulema nuevamente la instó a que pueda terminar a lo que la abuela accedió enseguida y con un acuerdo en las autoridades del colegio para que pudiera hacer módulos de actividades y así cumplimentar, asistió los días miércoles y un profesor veía con ella los contenidos que faltaban.
“Mi hija me ayudó mucho” afirmó, ya que era quien la llevaba a la escuela y hacía con ella las actividades en la casa. “Por su edad y salud le costó mas esta vez, no podía estar mas de 30 minutos haciendo tarea” dijo Zulema.
“Lejos de imaginar lo que provocaría terminar de estudiar a esta edad, uno lo hace para que ella tuviera una actividad y se sienta bien con su logro, nunca pensamos que se haría tan trascendente; es mas creo que ella no dimensiona lo que pasó ya que no usa ni sabe de redes sociales y lo que provocó” contó su hija Zulema.