El Castillo de Carhué, mitos y leyendas

Múltiples atractivos en un circuito de termas, sierras y playas ofrece la extensa región serrana conocida genéricamente con el nombre de Sierra de la Ventana. El corredor histórico tiene mucho por descubrir; hoy les contamos sobre el famoso Castillo de Carhué.

Un recorrido histórico te llevará hasta el castillo y sus fantásticas leyendas.

BUENOS AIRES.- Fue en realidad de los tantos chalets de veraneo que se levantaron entre el camino y el lago Epecuén, cuyo recorrido era de ocho kilómetros desde Carhué, ciudad cabecera del distrito. Esta construcción circular atraía poderosamente la atención a simple vista y, sobre él se han tenido las variadas y fantásticas leyendas, pero siendo la verdad completamente distinta.
Con respecto a su origen, podemos señalar que lo hizo construir la señora Ernestina María Allaire, dama de origen francés que se casó en su patria con un noble polaco de apellido Mestchevsky, coronel de La Legión Extranjera en Francia durante la primera guerra mundial. Este militar desapareció en la célebre batalla de Marne. Este episodio decidió a la viuda de Mestchevsky a trasladarse a América. Primeramente se radicó en Paraguay, y luego, más tarde en nuestro país adquiriendo una estancia en la provincia de Córdoba, donde hizo levantar una casona al estilo de los castillos de Normanda.
Enterada años más tarde la condesa de las bondades de las aguas del Lago Epecuén, resolvió trasladarse a Carhué, localidad en la cual adquirió una fracción de tierras e hizo levantar otro chalet que remedaba en su aspecto a los palacios fortificados de su suelo patrio, con la diferencia que este sería mucho más pequeño. Su construcción comenzó en 1924 finalizándose en 1925. Para citar un detalle, podemos mencionar que fue el señor Carlos Bianconi, viejo artífice de las carpinterías de lujo de las grandes mansiones porteñas, el que instaló la carpintería en este castillo.

Castillo chico
Está construcción estaba dedicada al personal de servicio y constaba de dos habitaciones, cocina, baño lavadero y garaje, teniendo el estilo del grande.
En el parque existía una reproducción de la gruta de Lourdes, construida en rocas de diferentes tamaños que servía de refugio a ocho personas, con fogón al centro y bancos confeccionados con las mismas piedras, que formaban las paredes y arcos. A la par de la gruta, formaron tres lagos de distintas profundidades, separados por dos puentes, uno angosto para el paso de hombres y otro ancho para carruajes, los espejos de agua estaban adornados por peces de varios colores, siendo su superficie aproximada 200 m2 alimentados en forma de manantial que se desprendía por sobre el techo de la gruta, en forma de cascada.
El edificio estaba ubicado en un parque cuya forestación consistía en, eucaliptos, pinos, tujas, tamariscos, pita, yuca y plantas de flores de todo tipo y temporadas.
Para completar, mencionamos que en el Castillo las puertas eran de roble macizo, provistas de grandes cerrojos de seguridad, todo dentro del estilo que caracterizaba a los castillos de la baja Normanda.