En su mejor momento, Nikola Tesla, quien dedicó su vida a la resolución de los misterios de la electricidad y a ideal la forma de lograr que este fenómeno hiciera más sencillo la vida de las personas, llegó a obsesionarse con la idea de que la electricidad pudiera transmitirse de forma inalámbrica, a largas distancias, a través del aire, ya fuera saltando a través de un sistema de globos suspendidos o mediante torres situadas estratégicamente.
Lo cierto es que las cosas no salieron según lo planeado, y las ambiciones de Tesla nunca llegaron a hacerse realidad.
Sin embargo, recientemente, la publicación de un artículo de investigación ha sugerido que los desarrolladores de la red 5G podrían haber construido, sin saberlo, una “red de energía inalámbrica” que podría ser capaz de adaptarse para cargar o alimentar pequeños dispositivos integrados en los hogares, automóviles, fábricas y lugares de trabajo.
Dado que el 5G se basa en una densa red de mástiles, y en una poderosa serie de antenas, es posible que esta misma infraestructura, con algunos pequeños ajustes, pueda ser capaz de transmitir energía a dispositivos pequeños. No obstante, esta transmisión aún tendría un inconveniente, que ya se observó en las primeras torres de Tesla: un elevado desperdicio de la energía, que podría ser complicado de justificar si tenemos en cuenta la actual crisis climática y la urgencia en ponerle solución cuanto antes.
En comparación con la última generación, 4G, esta tecnología tiene la finalidad de proporcionar un aumento de capacidad de 1.000 veces, permitiendo así que hasta un millón de usuarios puedan conectarse por kilómetro cuadrado, sin interferencias ni pérdidas de señal.
Y, para conseguirlo, el 5G utiliza redes muy densas, con muchos mástiles, tecnologías de antena especiales y la transmisión de ondas milimétricas (mmWave) junto con bandas más tradicionales. Es la transmisión de estas ondas milimétricas la que permite ampliar el ancho de banda a costa de distancias de transmisiones más cortas, la cual opera a 30 GHz o más.
Así, una gran cantidad de antenas permiten que los mástiles puedan formar cientos de rayos en forma de lápiz que se dirigen a los dispositivos particulares, proporcionando conectividad a Internet.
Y, de acuerdo a los expertos, serían los mismos elementos necesarios para la creación de una red eléctrica inalámbrica. De hecho, el aumento de la densidad de la red es muy importante, puesto que abre la posibilidad de utilizar bandas de ondas milimétricas para la transmisión de diferentes ondas de radio capaces de transportar no solo la conexión a Internet, sino la energía eléctrica.
Por el momento, los científicos han llevado a cabo diferentes experimentos en los que han utilizado nuevos tipos de antenas con la finalidad de facilitar la carga inalámbrica. Así, pudieron transmitir energía 5G a una distancia relativamente corta (poco más de 2 metros). Pero esperan que una versión futura pueda ser capaz de transmitir 6μW (6 millonésimas de vatio) a una distancia de 180 metros.
No obstante, al menos por ahora, es poco probable que la energía inalámbrica 5G sea útil para, por ejemplo, cargar nuestro teléfono móvil de manera totalmente inalámbrica a medida que va avanzando el día. Pero sí podría ser de utilidad a la hora de cargar dispositivos más pequeños, como alarmas o sensores.