Luis Scola se despidió ayer de la camiseta argentina con un conmovedor reconocimiento de propios y extraños en medio del partido con Australia, que sentenció la eliminación de la Selección albiceleste de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
BUENOS AIRES (NA).- Scola se retiró de la cancha a 50 segundos del final y, entre lágrimas, recibió un emotivo aplauso por parte de todos los presentes, incluidos los jugadores y el cuerpo técnico rival, que frenaron el juego durante casi dos minutos.
“Me agarró con la guardia baja, no me lo esperaba porque pensé que iba a terminar el partido jugando. Cuando levanté la cabeza y vi a toda la gente, a los rivales, me emocioné. Lo agradezco mucho de corazón”, manifestó Scola.
Y agregó: “Es un regalo que me llevó para siempre, no lo voy a olvidar nunca. Agradezco a los jugadores de Australia y a todos los que estaban en la cancha. Es un poco el premio final, lo máximo que uno puede conseguir. Ya me iba bien, pero ahora me voy un poco mejor. La palabra que se me viene a la cabeza es paz, me voy en paz”.
Es el último eslabón de la histórica “Generación Dorada” que al básquetbol, y al deporte argentino, le dio tantas alegrías y emoción durante 20 años, más allá que como dijo “Luifa”, lo que viene en cuanto a jugadores también dará qué hablar.
La medalla dorada en Atenas 2004 con victoria incluida sobre el Dream Team de los Estados Unidos seguramente sea uno de los hitos deportivos más grandes de la Argentina y allí estuvo Scola, que en Tokio 2020 llegó a sus quintos Juegos Olímpicos con la camiseta albiceleste.