Se trata de un agujero en la parte superior del tapón, que al contrario de lo que mucha gente piensa, no sirve para evitar que se seque la tinta del bolígrafo.
El bolígrafo, que cumple más de 70 años, tiene un mecanismo de seguridad para evitar que los niños (y mayores se ahoguen), y evita también la presión de la tinta.
El clásico boli BIC tiene una tapa muy sencilla con un agujero al final. Una tecnología que tiene dos funciones, evitar que la tinta haga presión por la diferencia del interior y el exterior. Y, una segunda función, para evitar que si alguien se traga la tapa, no se ahogue.
Ese ‘evitar ahogamientos’ es básico, ya que si tanto un niño como un adulto se lo tragan, el aire puede seguir entrando al organismo, y aunque haga herida, no morirá por asfixia, al menos inmediatamente.