Nelly y Fráncisco

Eterno Amor.

Por Sandra Agnes.- Del barro al asfalto, él y ella se conocieron en un baile y se enamoraron. Éstos jóvenes bonaerenses se unieron un 17 de septiembre de 1949 para toda la vida. Nelly era una mujer rubia, de preciosa figura, cariñosa, simpática, tímida, con ojos color esmeralda y con la mirada sólo para él; Rubén, muchacho fachero, pañuelo al cuello y sombrero, traje al tono, guapo, alegre y caballero.

De ésta unión nacieron tres hijos: Hugo Francisco, Rubén Alberto y Sandra Edith Agnes. Mi papá, era de alma y vocación militar, en las líneas de la Marina, tenía la ilusión de ser trasladado al BIM Nº5 escuela, hubo varios intentos y así fue que en julio de 1967 por fin llegó a Río Grande.

Según él… no quería retirarse de la Armada sin conocer Tierra del Fuego… No sólo la conoció, sino que eligieron ésta ciudad como su lugar en el mundo como familia. Mamá, Beto y yo llegamos el 1º de septiembre del mismo año. Hugo se quedó en La Plata a seguir estudiando en la Escuela de Mecánica de la Armada y nos visitaba en todas las vacaciones.

Nelly decorando una torta en la sala del negocio.

Nelly y Rubén trabajaban codo a codo, él en el batallón con sus largas guardias y campañas, y ella en casa con nosotros, tejiendo y cosiendo para las señoras de los Oficiales de Marina, que le encargaban vestidos y trajecitos.

La vida transcurría bien, a veces las familias acompañaban a los hombres del BIM a diferentes ejercicios de Campaña, sólo que ellos se iban al monte y nosotros a otro lugar para acampar y disfrutar del bosque. También mamá era la repostera oficial amateur, tal es así que yo siempre tenía una torta nueva cada año, del libro cabecera Petrona C de Gandulfo.

Rubén, además de ser militar, concursó para locutor de LRA 24 RADIO NACIONAL, fue presentador del BOXING CLUB VICENTE STANIC, arquero de fútbol del BIM, se incorporó al CANAL DEL ONITA e integró la primera comisión de la CARRERA DE LA HERMANDAD como secretario y más adelante como presidente.

Mamá y papá, cada uno y en equipo, brillaron por su empuje, tesón, constancia, amor propio y vocación de servicio; tal es así que al retirarse del batallón ambos pensaron en generar otro proyecto juntos; éstos maravillosos aventureros se embarcaron en la tarea de aprender oficios y profesiones nuevas: ser panaderos y reposteros.

Alquilaron la Panadería El Cañón a don Víctor Donoso, y fueron los grandes aprendices de los Maestros Panaderos Miguelito Torres, el Sr. Mella, Osvaldo Oronat, entre otros. Trabajaron mucho hasta que, en 1977, inauguraron la primera y única “Panadería y Confitería LA PLATENSE”, en honor a sus orígenes.

Con la industrialización y el progreso, máquinas y hornos diferentes y nuevos, Nelly y Rubén, junto a un equipo de hombres y mujeres muy valiosos, ya sea por su condición de buenas personas como de excelentes trabajadores, comenzó a funcionar.

Papel con que se envolvía los productos de la panadería.

Mamá elaboraba todas las tortas y la repostería en general… Ahhh… cuántos enamorados se han casado con las tortas de Nelly!, innovadora, creativa y atrevida en buscar nuevas versiones. Papá era el especialista en el pan de miga, que se repartiría a todas las confiterías de la ciudad y se convertiría en esos ricos tostados. 1978 y 1982 nos encontró unidos y abocados a la tarea, cada uno en lo suyo y enfocados para salir adelante.

Nelly y Francisco con el paso de los años.

La dupla SANTILLI-AGNES superó el desafío y hasta sus propias expectativas, pudieron invertir y salir adelante porque creían y estaban convencidos que podrían. Ya en la década del 90, con la humanidad vencida y añosa, después de haber luchado tanto por sus sueños, dan un paso al costado y deciden alquilar la panadería. LA PLATENSE ya no fue la misma… cerró sus puertas en 1998.

Si bien la muchacha rubia del asfalto y el fachero con garbo del barro partieron en distintas fechas, concretaron el maravilloso y celestial anhelo de enamorarse de nuevo.

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