El Guardabosques y la Dama.
Por ROSA ARAVENA.- En el año 1959 llegan a esta provincia Don Ernesto Aravena y su esposa, Inés Contreras (mis papás); con ellos venían mis tres hermanas: Eva, Mabel y Nelba. Su viaje comenzó desde Alto Río Mayo, Pcia. de Chubut, en camión hasta la ciudad de Pto. Madryn. Allí los esperaba un barco que los trasladaría hasta Ushuaia. Fue un largo viaje de casi 20 días quedando unos días varados en el golfo San Jorge, sin poder avanzar por las inclemencias del tiempo.
Mi padre llegó a esta provincia trasladado como guardabosque, ocupándose de supervisar todos los aserraderos y estancias de la zona. Mientras recorría los campos, en ese momento a caballo, mi madre se ocupaba de la casa y la crianza de mis hermanas.
Eva y Mabel hicieron una parte de la primaria en la escuela Nº1 de Ushuaia, que hoy todavía sigue funcionando en esa ciudad.
Después de un tiempo mi padre fue trasladado al Lago Kami, lo que es hoy Tolhuin. En un principio vivieron en la cabecera del Lago Fagnano y después en el Aserradero Kami. La casa estaba al lado de la Escuela Nº 5, que hoy sigue estando en Tolhuin, allí continuaba la primaria Mabel y se incorporaba también Nelba; en cuanto a Eva la mandaron a Río Grande de pupila en el colegio María Auxiliadora.
Luego, en junio de 1963, en pleno invierno, viajaron a Ushuaia para el nacimiento de su cuarta hija, quien escribe (Rosa). Pasado mi nacimiento vuelven al Lago Kami, creo que no fue inmediato, allí estuvimos un tiempo hasta que llegó el traslado a Río Grande.
Una vez instalados en el pueblo mi padre seguía yendo al campo a realizar su trabajo, esto llevaba a que se encuentre varios días fuera de la casa.
Recuerdo que cuando volvía pasaba por el almacén que funcionaba en Punta María, ahí hacía las compras para la casa.
Mi madre nos confeccionaba la ropa para todas, creo que de ahí el amor y la habilidad de mi hermana Eva por la costura, hoy una gran modista.
Con mi familia en Río Grande siempre vivimos en la casa que aún sigue estando sobre la calle Mackinlay 725. Allí también funcionaba la oficina de mi padre.
En cuanto a mis hermanas, ya iban las tres al colegio María Auxiliadora.
Llega el año 1968, en el mes de enero nace la quinta hija del matrimonio, Inés. Fue un día de sentimientos encontrados, alegría por la llegada de otra niña a la familia y mucho dolor, porque en el parto perdimos a nuestra madre. Desde ese momento ya nada fue igual. Mi padre queda viudo y con cinco niñas, la última recién nacida; por circunstancias de la vida mi padre toma la decisión de entregar a la más pequeña a una tía para su crianza. A Eva, la mayor, la manda a Bariloche con otra tía; a Mabel y a Nelba las deja pupilas en María Auxiliadora y a mí (Rosa) me mandan con mi abuela paterna. Yo creo que en ese momento mi padre creyó tomar la mejor decisión, él tenía que seguir trabajando para sacar a su familia adelante, ya sin la ayuda de mi madre.
Pasó casi un año hasta que volvimos a reunirnos nuevamente en Río Grande, pero sin la más pequeña, Inés. Mi padre siguió haciendo su trabajo viniendo del pueblo al campo, ya para entonces todas íbamos al colegio María Auxiliadora y yo al Jardín.
La oficina de mi padre funcionaba en nuestro domicilio, en ese momento era Bosques, lo que hoy sería Recursos Naturales.
Tengo muy lindos recuerdos de la infancia vivida en ese barrio, los juegos en la calle sin ningún peligro, era muy común tomar la merienda todos juntos en una casa, sentir el aroma del pan recién horneado, las tortas fritas, el mate cocido, pero hecho con yerba y colador. Recuerdo a mi padre llegando del campo después de trabajar, nos traía golosinas, galletas (sueltas) que las adquiría en el almacén de Punta María.
En nuestra casa teníamos quinta, gallinas, cerdos y mi padre elaboraba los jamones crudos y los chorizos, también hacia la carne ahumada, me acuerdo que teníamos afuera un cajón colgado en la pared y ahí se ponían las cosas para conservar con frío, o sea, era nuestro freezer. Seguramente deben quedar muchas cosas más para contar, pero es un lindo recuerdo para los que hicieron algo en esta bendita ciudad.
Esta fue una breve reseña del comienzo de mi familia en esta bella Isla. Hoy, ya mi padre tampoco está en esta tierra. Sus hijas estamos todas en este lugar que amamos. Ya casadas, con hijos, nietos; a los cuales les enseñamos el amor por su lugar.
La última de las hermanas vive en Villa la Angostura donde forjó sus raíces.