Hace muchos años, dos aventureros chilenos llegaron a Río Grande colmados de ganas de trabajar y con inmensurables expectativas para progresar y atesorar un futuro.
RIO GRANDE (Por Deise Alvarado).- Ella, Elcira Barría Barrientos, nació en Puchabrán (Chiloé) y él, Reinaldo Muñoz Alvarado, era oriundo de Quicavi. Ambos con sólo tercer año de la escuela primaria se caracterizaron por tener esos deseos inconmensurables de leer y aprender todo lo que podían, con esa avidez de conocimiento que solo los hambrientos de saber poseen.
Crecieron en la cultura de creer en las personas como gente de bien, eran muy particulares como gente de bien, eran muy particulares, en cuanto a que estaban convencidos que no existen las malas personas, sólo hombres y mujeres con malas actitudes. Lo atribuían a la falta de papás que los guiaran.
Reinaldo inició su tarea laboral muy joven desempeñándose en la zona del paso Garibaldi, más tarde trabajó para la empresa Tenesse en un remolcador y por último ingresó a Vialidad Nacional donde, al cabo de un tiempo y con el cuerpo añoso, se jubiló.
Por esas cosas de la vida y de la cansada convivencia, mis padres decidieron separarse y, con la simpleza de la época y de su sencillez, se ofrecen las pertenencias de cada uno sin más. Elcira y Reinaldo acuerdan educar a sus hijos de manera tal que, para que cada uno se cuide mutuamente, decidieron que mi hermano Chicho que era más chico (con pañales y biberón) quedaría al cuidado de mi mamá, y yo Deise, compartiría mi vida con mi papá.
Viví la mejor infancia a su lado, siempre inquieta y curiosa, con el placer de tenerlo todo el tiempo para mí, junto a mi perro… en fin, mi mundo.
Y así, con la unión, la complicidad y el amor de nuestra familia, delineamos el rumbo que tendríamos aquí en Río Grande.