En la actualidad la ciencia nos demuestra los grandes beneficios para el tratamiento de ciertas enfermedades de las terapias con música, en especial en el campo de la neurología, pero también en otras áreas como por ejemplo el aprendizaje de idiomas o la integración social.
La musicoterapeúta Friederike Halsbeck, estudió en el Hospital Universitario de Zurich el efecto de la música en el desarrollo cerebral de los bebés prematuros internados en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales. Con un estímulo sonoro: mediante el uso de un instrumento musical llamado monocordio, que emite sónidos graves que asemejan los ruidos que el feto escucha dentro del útero materno o con la misma voz de la madre del bebé cantándole, la investigadora y su equipo de trabajo compararon sus efectos entre los bebés que recibieron este estímulo y los que no lo recibieron. Concluyeron que los bebés que recibieron musicoterapia tuvieron un mayor desarrollo cerebral en áreas del lenguaje, aprendizaje y comportamiento social que los que no recibieron dicho tratamiento. Con las avanzadas tecnologías médicas actuales, cada vez más prematuros sobreviven a pesar de no haber completado el desarrollo fetal necesario, sin embargo, en muchos casos el desarrollo del sistema nervioso central se ve afectado, por lo que la musicoterapia cobra cada vez más protagonismo para lograr minimizar los daños cerebrales en estos casos.
En el “Jardín de infantes musical de Berlín”, ayudan a los niños a aprender alemán mediante la música. La mayoría de estos niños provienen de más de una veintena de países diferentes y mediante cantos, juegos con música y el aprendizaje del uso de instrumentos musicales, consiguen que comprendan de manera muy rápida el idioma alemán y que se integren con facilidad entre ellos y en la comunidad de Berlín. En este sentido la Neuropsicóloga e investigadora del Instituto Max Planck de Ciencias Cognitivas y Cerebrales Humanas Daniela Sammler, argumenta que los centros cerebrales que se activan al aprender música están en íntima relación con los centros cognitivos del lenguaje. Luego de estudiar con neuroimágenes a músicos mientras tocaban un piano creado especialmente para esta investigación pudo confirmar está hipótesis.
El Profesor en psicología de la música, Stefan Kölsch postula, en base a sus investigaciones, que la música puede provocar la liberación de hormonas como por ejemplo endorfinas, que provocan una sensación de euforia y bienestar. Además al actuar en el sistema nervioso autónomo impacta de manera favorable en nuestras funciones vitales como la respiración, la tensión arterial y el sueño placentero. Está demostrado que las personas que hacen música juntos tienen mayor propensión a emociones positivas y sentimientos altruistas en su vida.
El Proyecto de integración Mit Mach Musik (en Berlín – Alemania), consiste en ayudar, mediante la enseñanza de la música, a niños y jóvenes refugiados, provenientes de países en guerra o por persecución política o religiosa. En esta institución les enseñan a tocar instrumentos musicales de manera grupal. Gracias a la música, consigue insertar a estos niños en la sociedad y se les facilita el aprendizaje del idioma. Es notable como se establecen lazos de amistad entre estos jóvenes, que hablan diferentes idiomas, a través de la creación musical. Está organización también ayuda a chicos alemanes provenientes de familias de bajos recursos económicos.
Bailar con frecuencia mejora el sentido del equilibrio y la motricidad por lo que es una terapia ideal contra el Párkinson.
Peter Vuust, es un músico de Jazz e investigador del cerebro, que compone patrones rítmicos como terapia para aliviar los síntomas motores de pacientes con Parkinson. El especialista trabaja en base a intentar encontrar el patrón rítmico adecuado que pueda ayudar a cada paciente en particular. Los pacientes experimentan, luego de moverse o caminar al ritmo de la música propuesta por el terapeuta, notables mejorías en cuanto al equilibrio, la coordinación, la memoria y la postura.
Bailar con frecuencia mejora el sentido del equilibrio y la motricidad por lo que es una terapia ideal contra el párkinson. Además bailar en grupo fomenta el contacto social y ayuda a mantener la motivación. Sobre todo bailar tango da muy buenos resultados. El grupo “Parkinson Berlín” se reúne dos veces por semana y realizan danzaterapia dirigida por Augusto Salvo Gonzalez al ritmo del Tango. Está música ayuda a los pacientes con Parkinsón a recobrar la confianza en su equilibrio para caminar, debido al disfrute que les provoca la melodía del tango: “es notable como el andar de los pacientes se vuelve fluido al ritmo de esta música, caminan erguidos y con aire de confianza en sí mismos” confiesa el terapeuta. Los pacientes de este grupo se vuelven fanáticos de bailar tango, por la belleza de la música y por los beneficios físicos y mentales que les provoca. Al intentar aprender cada vez nuevas secuencias, los pacientes no sólo entrenan su aspecto físico sino también su memoria, algo muy importante para frenar la evolución de esta enfermedad.
En conclusión, estimados lectores, la recomendación es aprovechar siempre los beneficios de la música en nuestra vida, lo que generará sustancias químicas beneficiosas para nuestra salud. Muchas de nuestras tareas cotidianas, como por ejemplo las tareas del hogar, se podrían transformar en una placentera sesión de gimnasia aeróbica o “cardio” si la acompañamos de la música que más nos gusta. Si debemos elegir algún pasatiempo para realizar en nuestro tiempo libre podemos optar por algo relacionado con alguna danza, la zumba o el tango. También cantar en un coro o aprender a tocar un instrumento musical. Se trata de elecciones de vida que nos lleven a lograr una mejor calidad de vida y mejorar nuestro estado de salud.