La planificación estratégica de la huerta en el extremo sur del país es fundamental, debido a las condiciones climáticas. Soberanía alimentaria, huerta a cielo abierto, protección de los cultivos, floración tardía y compostaje y lombricompostaje son algunos de los ejes centrales propuestos por especialistas del INTA.
RÍO GRANDE.- El diseño de la huerta según las condiciones ambientales en la región sur de Santa Cruz y en Tierra del Fuego es importante para asegurar una adecuada provisión de alimentos frescos. Así lo consideran desde el INTA, que brindó recomendaciones para un adecuado manejo, obtención de rindes y excedentes de una producción que se extiende desde julio hasta mayo únicamente.
Susana Aressi, referente del programa ProHuerta del INTA Río Grande, explicó: “Cuando hablamos de soberanía alimentaria en este extremo del país hacemos referencia a la posibilidad de poner en la mesa frutas y hortalizas frescas y de calidad, que no perdieron sus cualidades nutritivas durante su transporte desde los centros hortícolas nacionales”.
“Fomentamos la huerta a cielo abierto”, sostuvo Aressi y agregó que “esta favorece no solo el agroecosistema, sino también la apropiación y arraigo; antiguos pobladores se abastecían con vegetales a través de la producción a cielo abierto a pesar de las bajas temperaturas”.
En cuanto al desarrollo, “como nos encontramos a una latitud alta, la temporada es extremadamente corta”, explicó Aressi. El trabajo en la huerta comienza a fines de julio con la elaboración de almácigos que permiten ganar tiempo y acelerar el proceso de germinación.
Una vez trasplantada la especie a su lugar definitivo, la recomendación es colocar un mantillo húmedo alrededor para proteger la planta. “Un almácigo fortalecido y nutrido permite que estas tengan una mejor tolerancia a las bajas temperaturas y asimismo el mantillo permite conservar la humedad del suelo, economizar agua y favorece el control biológico de plagas”, continuó la Aressi.
Rodolfo Christiansen, especialista del INTA Río Turbio -Santa Cruz- mencionó: “Este es el momento de proceder con la siembra directa al aire libre de especies con ciclo prolongado como remolacha, zanahoria, habas y arvejas, producción que se extiende hasta abril”.
“A partir de noviembre la velocidad del viento aumenta significativamente lo que incrementa, además, el consumo de agua y la necesidad de las especies de ser protegidas por un cortaviento natural o artificial”, remarcó el especialista. Y agregó que es conveniente ordenar las habas y arvejas en la parte perimetral de la huerta ya que toman altura y protegen los cultivos de menor porte.
Además, en la zona no se registran periodos libres de heladas por lo que los especialistas recomiendan cultivar las especies de hojas bajo cubierta, donde su producción se extiende hasta mayo, o en sectores protegidos. También, Christiansen mencionó que crucíferas como repollo, brócoli, coliflor y repollitos de Bruselas son altamente tolerantes al frio por lo que brindan buenos rendimientos en la región.
Asimismo, sostuvo que “para un eficiente manejo agronómico del riego, resulta necesaria la aplicación de una lámina de agua diaria de entre cinco y siete milímetros”.
Por otro lado, “debido a las bajas temperaturas y altas horas de luz durante la primavera, especies como espinaca, acelga, zanahoria y remolacha pueden presentar floración prematura”, explicó Christiansen.
Entonces, el INTA recomienda cosechar estas plantas antes de que sus raíces se consuman en pos de transmitir sus reservas de nutrientes a las semillas. En el mismo sentido, “si identificamos plantas que florecen tardíamente, hay que seleccionar esas semillas ya que se vuelven interesantes por su adaptación a las condiciones agroclimáticas de la zona”, destacó el especialista.
En cuanto a otros cultivos resaltantes para la región, la papa es altamente buscada por quienes cuentan con una superficie extensa. Con buen manejo, permite obtener buenos rindes a nivel de economía familiar y en la dieta; requiere riego adecuado y ubicación contigua a invernaderos o tras las cortinas, en sitios con buena insolación.
Para la incorporación de frutas frescas, Christiansen agregó que la frutilla es una opción que, protegida bajo cubierta, permite alcanzar producciones sostenidas desde noviembre hasta abril, cuando las heladas impactan en las estructuras. Asimismo, las frambuesas pueden complementar la huerta ya que destacan por sus altos niveles de vitaminas necesarias para el desarrollo corporal.
Por otro lado, mientras que en el sur de Santa Cruz existe una prevalencia de suelos de ácidos a subácidos, en Tierra del Fuego la calidad de estos es pobre dado que predomina la arcilla a 30 centímetros, son salitrosos debido al mar y en ocasiones arenosos por el mismo factor.
Sobre esto, Aressi expresó: “Recomendamos realizar una caracterización del suelo para así definir el tipo de aporte requerido”.
“Desde el INTA promovemos las prácticas de compostaje de residuos domiciliarios y lombricompostaje”, agregó la especialista. En el caso de existir la posibilidad, los especialistas invitan a integrar el trabajo de la huerta con la granja; “se pueden aprovechar los residuos de esta última vía compostaje, estabilizar el producto y con lombrices rojas lograr un abono adecuado”.
Esta técnica, además de mejorar las condiciones físicas y químicas del suelo, corregir la acidez y aportar macro y micronutrientes, mejora los niveles de retención de agua. “Integrar procesos de huerta y granja es muy interesante porque le da más resiliencia a la huerta a largo plazo y a los productores familiares”, sostuvo Aressi.
Por último, ante suelos pobres en materia orgánica y en nutrientes “la densidad de siembra debe ser reducida para minimizar la competencia por recursos entre las especies cultivadas”, agregó. Además, las asociaciones deben estar organizadas de tal manera que cada dos especies de hojas haya una de raíz debido a la profundidad, para así optimizar el uso de recursos y mejorar la sanidad de los cultivos.
“Pese a tener una temporada corta, los cultivos brindan rendimientos para autoconsumo y permiten obtener excedentes”, destacó Aressi. De esta manera, el INTA propone su conservación para ser consumidos durante el invierno; para esto, brindan capacitaciones en disecación de verduras, elaboración de mermeladas, pickles, chutney y conservación de los excedentes de ajo y papa protegidos y aislados térmicamente entre otros, para disponer de productos de calidad durante la temporada sin actividades de huerta.
La huerta cobra importancia ya que se presenta como una posibilidad de mejorar ambientes urbanos y periurbanos, de forestar, de trabajar colectivamente entre familias, asociarse de manera de generar trabajo genuino y también disminuir el costo de la canasta familiar a través de la autoproducción de alimentos y contribuir de esta forma con la soberanía alimentaria y el desarrollo local.