Se confirmó que los restos humanos hallados en 1995, en Puerto Madryn, pertenecen a la primera pobladora de la Patagonia Argentina, Catherine Roberts.
Identificaron los restos de la Catherine Roberts, la primera mujer que desembarcó del velero Mimosa, en el que llegaron desde la ciudad Británica de Liverpool, los primeros pobladores de la Patagonia, quienes eran oriundos de Gales.
El anuncio de esta confirmación fue dado en una conferencia de prensa en el Centro Nacional Patagónico (CENPAT-CONICET), donde el director de la institución científica, Rolando González-José, presentó los resultados y afirmó que hay “una línea continua de linaje materno que une a Catherine y a Nía -descenciente galesa de Roberts- en un 99,8%”.
Carlos Vullo, del Equipo Argentino de Antropología Forense, había llegado a la patagonia desde Córdoba a principios de abril, para extraer la muestra de ADN de Nía Owen Ritchie, la descendiente Catherine que viajó desde Gales para participar del proyecto de identificación de los ahora confirmados restos de Catherine.
La historia había comenzado en Punta Cuevas al sur de la ciudad de Puerto Madryn, en septiembre de 1995 cuando se encontraron restos de una mujer, un anillo, clavos y otras huellas que permitieron a historiadores y antropólogos inferir que la persona encontrada podía ser Catherine Roberts. La madera del ataúd era de origen europeo y la antigüedad de los restos coincidían con la fecha del arribo de los galeses.
“Estoy muy contenta de estar en el lugar al que llegaron mis antepasados y que el resultado haya dado positivo. La verdad que obtuvimos en este análisis forma parte de la historia Gales y de Puerto Madryn”, dijo Nía Owen Ritchie.
La llegada del resultado es una coronación a los veinte años de intenso trabajo que los científicos del Centro Nacional Patagónico le dedicaron a la investigación. Fernando Coronato, profesional principal del CONICET, cuenta que: “Tenía la íntima certeza, casi por una cuestión de fe que era Catherine Roberts pero no podíamos hacer el análisis genético hasta poder encontrar a familiares vinculados a través del ADN mitocondrial. Hallar a Nía no fue nada fácil pero lo conseguimos y eso permitió datar la filiación”.
Julieta Gómez Otero y Silvia Dahinten investigadoras independientes del CONICET en el CENPAT participaron de la excavación en el año 1995. “Todos los indicios parecían determinar que la persona hallada era Catherine pero nos faltaba la prueba de ADN. Es muy importante para nosotras haber podido aportar nuestros saberes para que se cierre un caso de historia local muy importante”, aseguran.
El trabajo por la reconstitución de la identidad por parte de la comunidad científica fue destacado por Rolando González-José quién aseguró que tanto en casos de identificación de víctimas de crímenes de lesa humanidad, como en el apoyo a la justicia a través de exámenes forenses o en la restitución de restos a pueblos originarios y en caso de arqueología forense como el de Catherine, nuestro país cuenta con un sistema científico muy comprometido profesional y humanamente.