Desde hace más de una década, Nahuel Briones viene demostrando que autopercibirse no binario no se limita a una cuestión de género, sino que lo hace extensible a todo su arte a partir de la diversidad estilos musicales revisitados, el formato en que los aborda y la amplia variedad de artistas con los que comparte canciones.
(Por Hernani Natale) Absolutamente desprejuiciado en ese sentido, con sus últimos lanzamientos -un single junto a Chano, otro junto a Lito Vitale y un disco en el que puso a descansar el carácter orgánico de sus anteriores producciones para ahondar en programaciones- el artista pareciera haber intensificado esa postura.
En lo referente a las colaboraciones con otros artistas, Briones combina con naturalidad sus habituales participaciones como invitado de la Kermesse Redonda y su encuentro musical con Chano en el sencillo “Bases y condiciones”, del mismo modo en que manifiesta su deseo de sumar a Ricardo Iorio como invitado en un tema, a pesar de tratarse de figuras tan disímiles.
En su mundo también conviven un disco como “Milagros inútiles” -editado en 2022 y lanzado recientemente en formato CD-, plagado de sonidos de sintetizadores y samplers, y el single “Serenata”, en donde una banda a pleno acompañada por Lito Vitale en el piano se adentra en sonoridades ligadas al ragtime.
“Me parece que en general, no solo en la grieta argentina, si no salimos de ese pensamiento binario, como que ‘yo estoy bien y el otro es un pelotudo’, va a ser difícil que avancemos hacia un lugar menos hostil”, reflexionó Briones en medio de una extensa charla con Télam.
Dueño de una pluma cargada de ironía, incisiva y amiga de los juegos de palabras, este artista se ha expresado siempre desde una amplitud lírica y musical que le permitió cobijar en su universo los más variados estilos y formatos. Discos como “El cruce de los unders” (2015), “Guerrera/Soldado” (2017) y “El nene minado” (2018) son la prueba de ello.
Con “Milagros inútiles”, decidió ir un paso más allá y, aunque mantuvo cierta línea compositiva propia ya reconocible a esta altura, dejó de lado por un rato el formato tradicional de banda y produjo un material a partir de sonidos electrónicos y samplers. Sin embargo, a la hora de mostrarlo en vivo, tal como lo hizo días atrás en La Tangente y continuará haciéndolo a lo largo del año, vuelve a optar por el carácter orgánico.
“Mientras hacía el disco me pasaba que decía: `Acá entra una guitarra eléctrica con una batería al palo´. Como que la versión no requería de eso para generar un impacto pero en vivo sí, entonces fue bueno que mientras estaba produciendo el disco, creándolo, haciendo los sonidos, ya se me iba generando en la cabeza cómo iba a ser la versión en vivo, que siempre era mas exagerada y más cruda”, confió.
En medio de un diálogo en el que brindó detalles de cada uno de estos registros, Nahuel Briones reflexionó ante Télam acerca del efecto negativo causado por internet en nuestras vidas, los “haters” y el uso de la ironía como recurso, entre otros temas.
Télam: ¿Cómo fue la experiencia de grabar con Chano, en tanto personaje sobreexpuesto en los últimos años en general por cuestiones extramusicales?
Nahuel Briones: Esto ya había sido editado hace varios años, en la versión física de “El nene minado”, y ahora que había cumplido su tiempo y que hay un disco nuevo, me gustó el plan de subir el video y el audio a las plataformas. En su momento, lo contacté porque me parecía que iba a quedar bien en esa canción y fue muy generoso conmigo y se mostró muy bien predispuesto durante la grabación. Puede ser que sea un personaje polémico pero cuando grabamos sentía que era más polémico que ahora, que tuvo como un renacer, un montón de gente que no lo quería ahora lo quiere. A mí me gusta mucho grabar con algunos personajes que son muy polémicos, más allá de la polémica. Por ejemplo, me gusta mucho como cantante y letrista Ricardo Iorio y me encantaría grabar con él, más allá de que sea un personaje polémico. Me gusta separarlo de la parte pública porque siento que todos tenemos derechos a volvernos locos con el tiempo, podemos llegar a decir pavadas, todos tenemos un mal día, salvo un caso en que alguno haya hecho algo muy repudiable y estás seguro que pasó. Me parece que si se trata de decir cosas, todos los hacemos todo el tiempo. Tal vez yo mismo en un año piense distinto a lo que te estoy diciendo. Nadie está exento de la eventual cancelación. Eso de que salga un rumor y un montón de gente te cancele preventivamente por determinado tiempo, siento que le puede pasar a cualquiera.
T: Gran parte de eso es producto de las redes sociales. Casualmente hay una canción muy crítica en tu último disco que se llama “Internet nos cagó”.
NB: Lo que me pasa con Internet es que cuando accedimos me acuerdo que buscaba algo y me aparecía una página de África o de la India, pero ahora no. Como que todo se fue concentrando para darte inmediatamente lo que estás buscando y eso nos vuelve menos curiosos, más adictos a nuestras propias cosas, más tonto, más cerrado. De pronto todo tiene un sesgo de confirmación y todos los que opinen lo contrario son idiotas o están equivocados. Me parece que en general, no solo en la grieta argentina, si no salimos de ese pensamiento binario, como que “yo estoy bien y el otro es un pelotudo”, va a ser difícil que avancemos hacia un lugar menos hostil. Internet está apostando a esto. Antes existía esa cosa medio anárquica de que subías una música a internet y se volvía media viral, pero hoy solo sucede si comprás ese espacio. Por eso digo en la canción que, para mí, internet se volvió medio una inmobiliaria, el espacio donde hay carteles de disponible para hacer publicidad.
T: Solés usar mucho la ironía para expresarte. ¿Sentís que es una modalidad que se presta a confusiones en estos tiempos de intercambios a través de redes sociales que se rigen en gran parte por la literalidad y en los que la agresión está a la orden del día?
NB: Hay algo que a uno lo forma que es el tipo de humor que disfrutaste ver. Yo disfruto mucho de la ironía y del absurdo en el humor y siempre me gustó sumar un poco de eso, que para la música era un poco de psicodelia, como una cosa más ensoñadora. Ahora me doy cuenta de que si hago un comentario irónico en las redes, alguien lo entiende de manera literal y, en base a eso, se enoja o me bardea. No sé si eso es fruto de internet eso de creer que lo que te llega es verdad. También hay gente que su función es bardear. A mí me encanta tener “haters”. A mí me da mucha gracia.
T: ¿Cómo fue el camino para ir de lo orgánico de una banda a la producción con sonidos electrónicos de tu último disco?
NB: Mis discos más conocidos son full orgánicos y me gustan, pero los escucho como si fuera un broadcast de radio. Entonces tenía ganas de construir todos los sonidos que sonaran en el disco, quería definir cada sonoridad y lo hice con sintetizadores y con baterías electrónicas. Mucho lo hice sampleando extractos muy pequeños, pero no en plan pop o reggaetón, ni en plan DJ, sino más en plan art-rock. En realidad tenía muchas más canciones producidas y terminadas como para hacer un disco más largo, pero se distanciaban más del estilo con el que se me reconoce. Elegí empezar por las canciones que son “más Briones”. Siento que estas canciones son “Briones pero en otra escenografía”.