Lau Morgan es nutricionista, integrante del Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires. Acompañante de padecimiento de vínculo con los alimentos y Docente, nos previene de conductas erróneas.
TELAM.- En el Día Mundial de la Acción por los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) propongo recordar que somos cuerpos que nacen, viven y mueren. Estos cuerpos transitan enfermedades o padecimientos, diferentes formas de disfrute y encuentro con la salud en interacción con otros/as/es y su entorno. Los procesos de salud-enfermedad son parte de la vida humana.
Cuando el lenguaje y la hegemonía médica se apropian de un padecimiento aparece el diagnóstico. Por un lado, diagnosticar nos permite entender qué nos está pasando, poner en palabras sirve para consensuar formas de tratamiento y recuperación de la salud. Por otro lado, el diagnóstico toma forma de consumo y crea enfermedades para vender y comprar tratamientos.
Diferenciar esto requiere una vigilancia colectiva permanente.
La alimentación es un derecho y como tal está reconocida en tratados, pactos y declaraciones internacionales, en Argentina está explicitado en la Constitución desde 1994. Según el Ministerio de Salud de la Nación y la Ley 27.642, la alimentación saludable es aquella que aporta una cantidad suficiente de nutrientes esenciales de acuerdo a las pautas culturales de la población. Cuanto existe un daño en el vínculo con el alimento que impide llevar adelante una alimentación adecuada existe una vulneración de derechos.
En mi experiencia y la experiencia de quienes acompaño en sus padecimientos en el vínculo con el acto de comer, nombrar los Trastornos de la Conducta Alimentaria y comprender los mecanismos que forman parte de ese daño es indispensable para sanarlo. Estos mecanismos son biológicos, genéticos, socioculturales, individuales y colectivos. En términos de la determinación social de la salud, la cultura de la delgadez, la vida sin tiempos para comer, la pérdida de historicidad del evento alimentario, el desconocimiento de qué comemos, la poco soberana educación del paladar con sabores industriales, la distancia de los sentidos y el cuerpo de los alimentos, la sobreintervención y el consumo desmedido en nuestra manera humana de comer son caldos de cultivo para gestar estos padecimientos.
No querer comer por periodos largos, provocarse el vómito, tener atracones a repetición, sentir culpa o miedo a los alimentos, perder el disfrute con los alimentos y la comensalidad son estados de un proceso que puede sanar y no un capricho o un mero llamado de atención. Son padecimientos que tienen causas y consecuencias físicas reales, causas y consecuencias en nuestra salud mental e integral. Existen modos de acompañar y cuidar estos padecimientos, existen tecnologías que pueden ayudar y es un derecho de todos, todas y todes acceder a ellas. Por ello es clave contactar con equipos que sepan cómo hacerlo y exigir que los servicios públicos de salud -en sus diferentes niveles de atención- también cuenten con equipos experimentados.
Desde el Colegio de Nutricionistas de la Provincia de Buenos Aires buscamos promover la salud a través de la escucha, el aprendizaje y el acompañamiento del vínculo con los alimentos. Seamos o no profesionales especializados, tenemos algunos ejemplos que pueden ayudar:
* Cocrear momentos de preparación de alimentos y de comer en espacios seguros.
* Evitar estigmatizar el consumo de ciertos alimentos o modo de comerlos.
* No opinar sobre el cuerpo de los demás.
* Revisar las redes sociales que consumimos y promovemos, el contenido digital puede ser muy violento con nuestra salud mental.
* Promover la participación en el arte, la creación colectiva y la expresión corporal cuidadas ya que son estrategias de construcción de salud.
En términos preventivos y de no profundización del daño: la escuela, el trabajo, los bares, los centros de salud, la casa, la vereda, las redes sociales y cualquier espacio comunitario son potenciales promotores de salud o de construcción de enfermedad. Ante la sospecha de que alguien está transitando un padecimiento del vínculo con los alimentos la clave está en hacer redes de cuidado que incluyan familiares, amistades, personas cercanas y profesionales con experiencia, informados y predispuestos a construir colectivamente. El acompañamiento oportuno y preciso construye salud.