Del jueves 6 al domingo 9, el Polideportivo Carlos Margalot recibió al Campamento Nacional para la región 8 de la Federación Argentina de Boxeo (FAB), con el auspicio de la Agencia Municipal de Deportes. Al frente estuvieron el entrenador porteño Daniel González, y sus pares cordobeses Patricia Ludueña y Luis Belén.
RIO GRANDE.- Participaron unos 80 boxeadores (110 se habían anotado): a los locales se les sumaron los llegados desde Ushuaia, Río Gallegos, Buenos Aires y Córdoba (el campeón nacional de mayores +91 kilos, Leonardo Gutiérrez, de Morteros, con 5-0 en sus campaña).
Las clases prácticas se complementaron con charlas con psicólogo y nutricionista; y finalizaron con una sesión de guanteo para una cantidad acotada de participantes.
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Daniel González, el entrenador principal, proviene de cuna boxística: “mi padre -Rafael “Cacharro” González- fue representante olímpico en México 1968, aunque no pudo competir por una lesión en el entrenamiento, entre otros acompañó a Mario Guillotti, medalla de bronce en esa edición. Hizo más de 100 peleas, la mitad en el Club Unidos de Pompeya, pasó al profesionalismo y se retiró a los 21 años. Sigue activo en el boxeo, es entrenador y árbitro. Desde muy chiquito lo acompañé, fui boxeador amateur, sin una gran cantidad de peleas. Durante 5 años estudié en Cuba, soy licenciado en Ciencias de la Cultura Física del Deporte, especializado en Boxeo”.
“Tratamos de seguir impulsando este noble deporte, llegar a todos los rincones del país, para mostrar cómo nosotros “cocinamos el asado en Buenos Aires, en el CeNARD, para darles de comer luego en el exterior, cuándo se sale a competir con los seleccionados. Desde el punto de vista técnico-táctico, el objetivo que se persigue es ir a las bases, perfeccionarlas, las posiciones, los desplazamientos, los golpes de lava, mano anterior, la que va adelante, con su defensa respectiva. Luego le sumamos combinaciones de golpes rectos, después buscando mayor complejidad”.
“Lo que aprendí en Cuba, la metodología, es lo que se trata de implementar aquí, adaptándolo, claro. Siempre admiré a mi padre, me enseñó principios filosóficos, arriba del ring se piensa, uno es un actor principal, y el rival un actor secundario, hay que lograr que él haga lo que vos quieras. Como referentes selecciono a Leonard, Ali, a muchos cubanos (Guillermo Rigondaux, Mario Kindelán), a mi compañero de equipo Omar Narváez, lo considero un deportista admirable, con una preparación integral, tanto como persona como atleta”.
Reconoció que la principal falencia de los entrenadores argentinos es que no comparten sus conocimientos, “se los llevan a la tumba. Tampoco hay una línea de trabajo uniforme, que se haga lo mismo en todas las provincias, y que después se vaya corrigiendo”. Y por último, tras perder la final del Nacional en San Rafael, propició la convocatoria al CeNARD del riograndense Julián Medina.