USHUAIA (por Héctor Stefani).- En un momento crítico de nuestra historia argentina, nos encontramos ante la necesidad de alzar la voz, no para susurrar conveniencias, sino para gritar verdades que han sido ignoradas por demasiado tiempo. Durante las últimas cuatro décadas, hemos sido testigos y víctimas de políticas devastadoras que han empujado a la nación al borde del precipicio. Ahora, con un presidente electo por una mayoría histórica, es tiempo de desafiar y escrutar cada propuesta y acción gubernamental con un rigor sin precedentes.
Como defensores del federalismo, no podemos sino expresar nuestra indignación ante las continuas críticas de varios periodistas, entre ellos CARLOS PAGNI, Y varios políticos, como JUAN MANUEL LOPEZ de la coalición cívica que presentó un proyecto para derogar la ley 19640, con tal desconocimiento que la titula como Ley de Promoción Industrial cuando se trata de una Ley de promoción económica.
Indudablemente la ignorancia es atrevida
El verdadero problema son las asimetrías que azotan a nuestro país. La concentración poblacional y los subsidios desmesurados hacia el AMBA agravan una situación ya intolerable. Esto no solo es un problema de equidad sino también de eficiencia y visión estratégica para el país. Estamos hartos de ser vistos como una carga, especialmente por aquellos que ignoran la contribución vital de regiones como la Patagonia, sustento energético del país.
Hablemos de subsidios y de ironías. Mientras el AMBA ha sido subsidiado por 75 años, consumiendo una porción promedio de 3,3 % del PBI, las provincias patagónicas, con una población mucho menor, sostienen la energía de la nación, produciendo un 95 % de lo que los argentinos consumen. No es un pedido de reconocimiento; es una exigencia de justicia y equidad. Y, ¿qué decir de la ubicación de YPF? Una empresa petrolera en el corazón cosmopolita de Puerto Madero es un símbolo de los desaciertos de nuestras políticas de descentralización.
La presencia de YPF en Puerto Madero es emblemática de una gestión que parece ignorar la lógica territorial y económica. ¿Por qué no mirar hacia modelos como el de Exxon en Estados Unidos, donde la sede se sitúa en Texas, el corazón mismo de la producción petrolera?
Este no es solo un reclamo por una mejor distribución de recursos o por una mayor atención a las provincias olvidadas. Es un llamado a honrar los valores de Alberdi y su visión de un federalismo verdadero, donde las provincias gozan de autonomía y no son meras sombras del poder central. La realidad actual muestra un desequilibrio flagrante que nos afecta a todos, un desequilibrio que ya no podemos tolerar.
No queremos seguir siendo un país unitario en la práctica mientras en teoría nos vanagloriamos de una federación inexistente. Si nos ven como parásitos, entonces que se liberen de nosotros. No necesitamos su limosna. Con nuestros recursos naturales, nuestra pesca, y nuestra posición estratégica cerca de la Antártida, somos y seremos capaces de prosperar.
Exigimos la autonomía para negociar nuestros recursos a precios justos. Permitan que nuestras provincias manejen sus zonas marítimas y desarrollen independientemente su logística para la Antártida. Esto no es un capricho; es un derecho. Es lo que llevamos incansablemente al debate público, y no descansaremos hasta que cada provincia sea dueña de su destino, en una Argentina más justa y verdaderamente federal, Y si para que se produzca esto debemos modificar la constitución, tengamos la valentía de hacerlo, ¿si se ha hecho por intereses políticos a conveniencia, ¿por qué no hacerlo para construir una nueva Argentina?
Finalmente, haciendo eco de las palabras del Presidente: ‘¡Viva la libertad, carajo!’, pero que sea una libertad para todos, no solo para unos pocos privilegiados. Este es el clamor de una nación que ansía un cambio, que se niega a seguir siendo marginada y menospreciada. Es un grito por la justicia, la equidad y un federalismo real y efectivo.
Tomando las Palabras del Ex Senador López, probablemente, si hubiésemos recuperado Malvinas en 1982, hoy, quienes viven de subsidios de todo tipo, pero nos dicen parásitos, estarían discutiendo el costo de mantener las Islas.
Los 200 mil fueguinos que vivimos en la Isla, hacemos cosas que por lo menos el 50 por ciento de los 10 millones que viven en el AMBA no hacen, poblar un lugar con deventajas competitivas insalvables para este unitarismo salvaje. Se lo trata al fueguino como un planero que recibe un subsidio y no trabaja. Argentina es un país con macrocefalia, una cabeza grande que solo piensa en arreglarse las pestañas y peinarse y debería pensar más en fortalecer las extremidades, no tengan dudas que asi , empezaría a CAMINAR.
*Héctor Stefani es Diputado Nacional por Tierra del Fuego