Con el péndulo del adoctrinamiento que oscila sobre las cabezas de nuestros niños en aulas de toda la Argentina, la sociedad volvió a volcar -siquiera por unos minutos- su atención en la Educación.
BUENOS AIRES (NA) Por Marcelo Carignano*.- Como ocurre de manera habitual con temas que no tocan el bolsillo de forma directa o no afectan ideologías, en poco tiempo el asunto quedará tapado por la dinámica política de un país en constante crisis. .
Aprovechemos, entonces, este lapsus providencial para enfocar mejor algunas de las problemáticas que enfrenta el sector educativo, y por qué es importante comprender lo indispensable que es para el desarrollo de un país.
Pensarán que resulta innecesario remarcar esto último. No lo es.
Lamentablemente, aún en el siglo XXI debemos alzar la voz para explicar que las escuelas son un activo esencial.
Recordemos que estuvieron cerradas por más de un año y medio hace apenas 24 meses, y que desde el gobierno de la provincia de Buenos Aires habilitaron un número de teléfono para denunciar a quienes osaran dar clases.
Después de esa calamidad educativa, impulsada desde el Estado, hubo paros y feriados superfluos y carentes de sentido.
Otra vez colegios cerrados sin razón. Niños, adolescentes y jóvenes no tuvieron clases justo cuando se requieren personas calificadas para salir del pozo en el que caímos. Mientras tanto, el fondo parece cada vez más lejos.
Todavía no sabemos el grado de deterioro cognitivo que sufrieron los niños en los largos meses de cuarentena, daño que se observaba desde la década del `90 y que no dejó de crecer.
Los chicos terminan el ciclo secundario sin saber leer ni escribir de forma correcta y con graves problemas en comprensión de textos.
Es decir, desconocen o presentan falencias en las herramientas fundamentales para su futuro, cualquiera sea la profesión que elijan.
Luego ingresan a la universidad, donde esas carencias se resaltan todavía más. Se frustran, algunos abandonan, otros permanecen, pocos concluyen sus estudios.
El enfoque que se utiliza en las aulas también es responsable de esta cruel realidad. La psicogénesis no tiene sustento científico y sus métodos han sido probadamente fallidos. No hay dictados en lengua, no se enseña la cursiva (indispensable para adquirir motricidad fina, entre otras cosas), y las correcciones de tareas (¡válgame!) son observadas como “estigmatizantes”.
Todo cubierto bajo el manto protector de la inclusión.
¿Es así? ¿Bajar el nivel es inclusivo? Ciertamente no. La Educación es niveladora por excelencia y el mérito un constructor de carácter relevante.
No es igual un chico que estudia que uno que no. Ahora bien, será tarea del docente y de los directivos determinar la razón por la que el alumno no consigue alcanzar los objetivos establecidos para el año lectivo correspondiente y ayudarlo a que los obtenga para el curso siguiente.
La Educación promueve la competencia sana entre los seres humanos, y aquél que se esfuerza más suele sacar ventaja sobre el resto.
La creatividad, la responsabilidad, el pensamiento crítico (borrado como por un decreto de la mayoría de las aulas) y el conocimiento, se imponen con la fuerza del mérito. Éste otorga Libertad a hombres y mujeres, y eso se torna difícil de aceptar para amplios sectores del poder que hoy gobierna el país.
El progreso del ciudadano lo vuelve inmune a la dádiva estatal y lo hace depender de sí mismo, de su esfuerzo, su capacidad y su intelecto.
El Estado debería ayudarlo sin inmiscuirse en su individualidad; proveyéndole una educación acorde a los tiempos actuales, con impuestos que le permitan proyectar su futuro y no lo hundan en deudas, con leyes que se cumplan. No se requiere otra cosa.
Pero claro, la libertad de elegir un camino propio no es para cualquiera.
Una forma de conseguirlo es a través del trabajo y la capacitación constante, que empieza en la Primaria y termina mal cuando abandonamos la idea de que el mérito es -sin lugar a dudas- la autopista que nos lleva al crecimiento social. .
Estadísticas confiables y enfoques probados (como la psicología cognitiva y la neurociencia aplicadas a la Educación) son dos instrumentos clave en esta carrera contra el tiempo. No existe aquello que no se financia.
Por lo tanto, resulta indispensable que invirtamos varios porotos en la educación del país.
(*) – Periodista especializado en asuntos educativos.