En 2018, el traficante de cocaína convicto Slobodan Kostovski huyó de una prisión brasileña y volvió a Europa con un pasaporte falso.
RIO DE JANEIRO (Reuters/NA).- El serbio cayó rápidamente en los viejos hábitos, según dijo la policía. En agosto, Kostovski fue detenido en Belgrado, acusado de transportar 2,7 toneladas métricas de cocaína desde Brasil.
Apodado «el General» por sus socios, había estado traficando con «grandes cantidades» de polvo a «Europa durante un largo tiempo», escribió la policía serbia en un informe de inteligencia de 2022 obtenido en exclusiva por Reuters.
Kostovski, quien ahora tiene 70 años, llevaba largo tiempo viviendo en Brasil. Su residencia le permitió forjar fuertes lazos con productores de cocaína en Colombia, Bolivia y Perú, y organizar el transporte marítimo de la droga a Europa.
Kostovski, quien aún no se declaró culpable, se encuentra ahora en una cárcel de Belgrado a la espera de juicio, según una portavoz de la fiscalía superior.
El regreso de Kostovski a Europa en 2018 coincidió con un momento propicio para el comercio de cocaína en el continente. A medida que la producción sudamericana aumentaba en la última década, los traficantes balcánicos estaban en una posición perfecta para alentar la demanda europea.
Ahora dominan la compleja logística de trasladar la coca desde los laboratorios de producción andinos hasta los vendedores callejeros de París, Londres y Berlín, contribuyendo a transformar Europa en el primer mercado mundial de cocaína, según información de Reuters.
Los grupos de traficantes de los Balcanes evitaron la estructura territorial jerárquica de los cárteles de México y Colombia, y en su lugar trabajan en pequeñas células muy móviles, secretas y capaces de transportar cargas de cocaína asombrosamente grandes.
El Centro de Análisis y Operaciones Marítimas, una agencia europea que coordina las redadas de narcóticos en aguas del Atlántico, dijo que el año pasado se incautó en el mar un récord de 9,11 toneladas métricas de cocaína vinculada a criminales balcánicos, un aumento del 300% desde 2015.
En el puerto belga de Amberes, principal puerta de entrada europea de la cocaína sudamericana, las autoridades incautaron el año pasado la cifra récord de 116 toneladas métricas. Las aduanas neerlandesas incautaron casi 60 toneladas métricas en 2023, casi una quinta parte más que en el año previo.
La región de los Balcanes es una península del sureste de Europa que se extiende desde el mar Adriático hasta el mar Negro.
Aunque las definiciones geográficas difieren, entre los países considerados balcánicos se encuentran Albania, Bosnia y Herzegovina, Bulgaria, Croacia, Kosovo, Montenegro, Macedonia del Norte, Serbia, Eslovenia y Rumania. Las autoridades afirman que la larga historia de navegación, contrabando y migración de la región ha sido fundamental para el auge de los traficantes.
Los delincuentes de los Balcanes «están más que encantados de trabajar con israelíes, neerlandeses, suecos, dominicanos, tríadas chinas», dijo el exfuncionario de la DEA. «En realidad, trabajan con cualquiera».
Sin embargo, se han mantenido alejados de Estados Unidos, disuadidos por el dominio de los cárteles mexicanos y el endurecimiento de las medidas policiales en ese país.
En América Latina, la presencia de los Balcanes es ahora más fuerte que nunca, según un investigador del grupo de trabajo sobre los Balcanes de la agencia policial europea Europol.
El funcionario afirmó que hay más de 50 grandes células de traficantes de los Balcanes Occidentales trabajando en toda América Latina, con cientos de mafiosos diseminados por la región.
Establecidos en América Latina
Las autoridades afirman que la preeminencia de los delincuentes balcánicos en el tráfico mundial de cocaína es fruto de su inversión de dos décadas en personas y conexiones a ambos lados del Atlántico.
Tras la desintegración de Yugoslavia en 1991 y la década de conflictos étnicos que siguió, los delincuentes balcánicos crearon prósperas operaciones de contrabando a partir del caos. Cuando la paz se instaló en la región a principios de la década de 2000, algunos de ellos se dirigieron a Latinoamérica en busca de nuevas oportunidades.
Allí forjaron alianzas con poderosos grupos delictivos, como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Primer Comando Capital de Brasil, para que les ayudaran a obtener y transportar cocaína barata.
Dominio marítimo
Una redada épica dejó claro que eran una fuerza a tener en cuenta. En junio de 2019, las autoridades estadounidenses incautaron unas 18 toneladas métricas de cocaína -por valor de más de 1.000 millones de dólares- ocultas a bordo de un carguero llamado MSC Gayane. El buque, con destino a Rotterdam, había atracado en Filadelfia tras un viaje a América Latina.
La incautación, uno de los mayores alijos de cocaína de la historia de Estados Unidos, reveló hasta qué punto los cárteles balcánicos habían penetrado en el sector del transporte marítimo y, más concretamente, en la Mediterranean Shipping Company, propietaria del buque.
Conocida como MSC, la empresa, que tiene su sede en Ginebra, es la mayor naviera del mundo. También es uno de los principales empleadores de marineros balcánicos y tiene un centro de formación de tripulaciones en Montenegro.