El cantante mexicano se aproxima a su propio fenómeno de aceptación, que tiene impacto global. Su devoción por la Argentina y su relevamiento histórico del corrido.
Carín León es uno de los artistas más potentes del regional mexicano, una modalidad expresiva que abarca mariachi, banda, corridos, norteño y sierreño entre otros géneros y que se ha convertido en un fenómeno global rompecharts. O en uno que lleva las unidades de medida da la música a las ocho cifras, por lo menos.
Actuará en el país a fines de agosto (en Ciudad Autónoma de Buenos Aires, no aquí) y, precisamente por ello, el artista entra al Zoom pautado con La Voz por los difusores del show.
Pero con él hay otras cuestiones para conversar: las motivaciones de Boca Chueca Vol. 1, su nuevo disco que sorprende con colaboraciones con Panteón Rococó y Leon Bridges; los orígenes del corrido y su interrelación permanente con la cultura narco; y por supuesto, si está al tanto de las versiones que los cuarteteros cordobeses hacen de sus temas.
Empezamos por este último punto, ya que conecta dos mundos que parecían inconexos. “A mí me suena hasta lógico que me versionen”, dice Carín León.
Y luego desarrolla: “Conozco mucho de cuarteto, conozco mucho del folklore latinoamericano en general y me doy cuenta de que todo está conectado, ya que parte de una misma idea o vibración. Ojalá en un futuro cercano todos esos folklores se confundan y se vuelvan uno, ¿no? Todos partimos apegados a las costumbres, bien regionales, aunque intentando un pequeño twist de modernidad”.
Ahí donde muchos tradicionalistas ven amenazas, Carín León percibe el nacimiento de una nueva y potente identidad.
–¿Dónde te encuentro en este momento?
–En Hermosillo, Sonora, México. En mi casa.
–Es tu lugar de nacimiento y de residencia. ¿No hace falta que te muevas a Ciudad de México para desarrollar tu carrera?
–No. Aquí desarrollo todo. Aquí están todos mis músicos, aquí me conecto con mi parte humana y creativa.
–Te conviene por tu tipo de música mantenerte ahí, ahora que lo pienso.
–Sí, literalmente. Desarrollo mucho en base a la cultura que tenemos acá. En mis videos, además, me gusta mucho mostrar el desierto, el desierto de Sonora. Para mí es mucho mejor estar acá, me mantiene conectado con lo que siempre he sido y con el contexto del que viene la música que hago. Todo lo que se me ocurre es a partir de historias y de personajes de acá, de Sonora.
–En “Boca Chueca” parece que quisiste instituir una idea de crossover. ¿Fue así?
–Boca Chueca resulta del convencimiento de hacer lo que me apasiona y no lo que me aconsejan para llegar o triunfar. Cuando hice cosas para convencer a un público o para pertenecer al mercado, pues nunca pasó nada. Y cuando quise desahogar mis impulsos con honestidad, cuando activé esa válvula, empezaron a suceder todas las cosas que están sucediendo. En Boca Chueca pude explorar otros sonidos que antes no podía por distintas razones. Estoy orgulloso de haber dado ese paso.
Los cruces más jugados de Carín León
–Tenés un montón de colaboraciones en tu carrera con artistas rutilantes, de primera talla. No obstante, hay dos que me sorprendieron: Panteón Rococó y Leon Bridges. ¿Cómo se dieron?
–Con los Panteón me tocó compartir un (festival) Vive Latino, el anteaño pasado. Se cayó el lugar de la emoción. De cierta manera, siempre comulgué con el rock en todas sus formas, por lo que me resultó natural relacionarme con Panteón Rococó, una banda que representa cabalmente a México. Y a León Bridges pude llegar gracias a (el productor) Edgar Barrera, un gran compositor y amigo que había trabajado con él. Le hablo de mí a Leon y, desde entonces, compartimos mensajes por Instagram y nos pusimos a rebotar música. Así surgió It Was Always You. Soy un fanático de lo que hace Leon, de toda su propuesta, tanto musical como audiovisual, de cómo cuida su producto. Es innegable que su música me ha influido. Y nuestro cruce también es lógico además de ambicioso.
–¿Por qué?
–Porque es un gran momento para la música de raíces americana y la música mexicana. Porque une dos idiomas que, a pesar de tener tanto en común, necesitan de la música para expresar su solidaridad
–Leon Bridges era mozo en un food truck de burritos, además. A propósito, ¿en qué trabajabas antes de descollar con la música?
–Siempre he sido muy vago, la verdad. Siempre he sido muy bohemio, muy dedicado a la música. Y vaya, me cuesta, me ha costado trabajar hasta tarde. El único trabajo que tuve fue en un call center. Duré una semana y media. No quiero volver nunca más a esta vida. De todos modos, la experiencia me motivó para seguir haciendo música con más convicción.
–¿Cómo explicarías el fenómeno de aceptación que está teniendo el regional mexicano? Nosotros tenemos el cuarteto, que es más una explosión de fronteras adentro…
–Con nuestro género también pasaba lo mismo que con el cuarteto. Algunos exponentes pudieron salir del México, pero representaban un porcentaje mínimo. Era bien fronteras adentro la cuestión La expansión, creo, se debe a las plataformas y a las redes, que ofrecieron una oportunidad a chamaquitos como Nata (Natanael Cano), Peso Pluma y como yo. Allí pudimos ver qué pasaba con nuestras mezclas (en mi caso, del regional con el country y el soul) y con nuestras producciones audiovisuales, que podían ser criticadas por su contenido pero tenían una altísima calidad. Empezamos a hacer prevalecer nuestra visión, que tenía bien en claro a quién se dirigía. Dejamos de emular la tendencia para caber en una radio, dejamos de hacer el urbano que hacían en otras partes del mundo… Por el contrario, empezamos a pintar de mexicano todo lo que nos llegaba.
Argentina, con mucha cultura para empaparse
–Con 29 millones de oyentes mensuales en Spotify podrías prescindir del mercado argentino. ¿Qué te atrae de él?
–Argentina es riquísima en cultura. Por Fito, por Gustavo, por Calamaro, por Pedro Aznar, por el Flaco… La verdad es que siempre he sido muy amante del rock de tu país y que tengo muchísima influencia de todos esos grandes. Y es innegable que la música latina en general está influenciada por la música argentina. Por es algo imprescindible. Argentina es un país al que yo siempre he querido conocer, un sitio en el que me he querido empapar de su cultura. Más allá del momento que está pasando, por difícil que sea, siempre tendrá la fuerza para sobreponerse. Sus artistas lo demuestran. La exportación de música y de arte que hacen es increíble, con María Becerra, con Trueno y con mucha gente contemporánea a la que admiro. Argentina es un epicentro que aquí, en México, siempre soñamos con pisar.
–En el resto del mundo, a veces, cuesta entender el vínculo de los corridos con la cultura narco. ¿Cómo lo explicarías?
–Los corridos se les hacían a los reyes, ¿no? Los hacían trovadores como un gesto de honor y de sumisión a ellos. Y en la Revolución Mexicana, tomaron auge con los soldados y los generales como destinatarios. A medida que fue pasando la historia, el género se concentró en los bandidos, en los ladrones de bancos, hasta que deriva en la devoción de los narcos o en la narración de sus prácticas. Fue Chalino Sánchez el que instituyó estas formas que hoy permanecen en el corrido tumbado.
Al explayarse sobre este punto, Carín León traza una línea divisoria entre glorificación y el relato natural de lo que pasa. “Sería como nuestro propio género urbano, como que encontramos una manera de contar nuestra vida cotidiana entre el sexo, la vida religiosa y la actividad de los cárteles”.