Vivimos en tiempos donde el ingenio delictivo se actualiza más rápido que las leyes. Estás tomando mate tranquilo y te llega un WhatsApp del “banco”, te piden verificar tu cuenta, y antes de que te des cuenta, te vaciaron la misma. O viste un alquiler barato por Facebook, mandaste una seña, y nunca más respondieron. Las estafas, digitales y presenciales, están a la orden del día. Pero la pregunta es: ¿cómo prevenirlas y qué hacer si ya sos víctima?
¿Cómo prevenir?
La clave está en desconfiar. Las estafas más comunes hoy tienen mil formas:
• El famoso “cuento del tío”, ahora con tecnología.
• Suplantación de identidad bancaria por WhatsApp o llamados falsas.
• Tiendas online truchas o perfiles falsos en redes sociales.
• Falsos alquileres o ventas de autos a precios tentadores.
¿Qué podés hacer para evitar caer?
• Nunca des tus claves ni datos bancarios por teléfono o redes.
• No transfieras plata sin chequear identidad, reputación y referencias.
• Si algo suena demasiado bueno para ser verdad… probablemente no lo sea.
• Usá métodos de pago seguros y evitá dar señas sin respaldo.
La mejor defensa es la información. Y un poco de desconfianza sana nunca viene mal.
Ya me estafaron: ¿qué hago?
Primero, no te culpes. Le puede pasar a cualquiera.
Segundo, denunciá cuanto antes. Podés hacerlo en una comisaría o directamente en la fiscalía. Cuanto más rápido lo hagas, más chances hay de rastrear algo.
Llevá toda la prueba que tengas:
• Capturas de pantalla.
• Datos de cuentas a donde transferiste.
• Conversaciones.
• Correos, audios, videos, lo que sea.
El delito se llama estafa y está en el artículo 172 y subsiguiente del Código Penal. Se castiga al que, con engaño, logra que otro haga un acto que le cause un perjuicio económico.
La realidad es dura: muchas veces las causas se archivan por falta de pruebas o porque no se puede identificar al estafador. Pero eso no significa que no haya que denunciar. Al contrario: denunciar sirve para que el Estado registre, investigue y actúe. Y, a veces, también para evitar que el estafador siga operando.
¿Y la Justicia?
La Justicia penal arranca con la denuncia. Si hay pruebas, la fiscalía puede imputar a alguien y, eventualmente, llevarlo a juicio. Pero en este tipo de delitos, recuperar lo perdido no siempre es fácil. Si se logra identificar una cuenta o un responsable, puede haber decomisos, embargos o acuerdos de reparación.
Además, tenés la vía civil: si sabés quién te estafó, podés iniciar un reclamo por daños y perjuicios. En algunos casos también se puede hacer un reclamo administrativo o judicial contra entidades que no actuaron con el debido resguardo (como un banco o una plataforma).
En resumen
La tecnología avanzó más rápido que la respuesta penal. La mayoría de las estafas son sofisticadas, impersonales y difíciles de rastrear. Pero eso no significa resignarse. Por su parte, ante cualquier inquietud, no es mala idea asesorarse con un abogado de confianza.
Informarse, prevenir y denunciar. Son las tres claves para frenar este delito silencioso que crece día a día.
Y recordá: callarse es dejar la puerta abierta para que le pase a otro.
