Gran parte de los actractivos turísticos están relacionados con las fiestas populares, cada lugar de producción y cada actividad tienen su propia festividad. Cosechas, tradiciones y eventos locales se transforman a través del tiempo en un gran calendario de festividades populares que convoca a miles de personas. Compartir su arte con alegría, es una muy buena oportunidad para disfrutar la gastronomía tradicional de las distintas regiones del país.
RIO GRANDE.- Como cada año se festeja a la Pachamama en los pueblos del noroeste argentino. En el amanecer del 1º de agosto, las ciudades de la región estarán llenas de humo, luego de que las casas sean sahumadas por sus dueños. Ofrendar a la Madre Tierra, devolver lo que se ha recibido, es un rito antiguo y su concepto se extiende por todo el continente. Para esta época se suceden las «comidas» para la Tierra, la quema de cosas viejas, el replanteo de posibles desencuentros, el agradecimiento. Comienza la noche anterior, sahumando las casas y los negocios. Luego se limpia bien y se deja que el aire se lleve el humo. Luego se le «da de comer a la tierra». Para ello se «abre la boca» del planeta: un pequeño hoyo, donde se «corpachan» diferentes productos como la infaltable coca, cigarrillos, fósforos, alcohol o comida. Se dice que se «corpachan», no que se entierran, «como se hace con un muerto». «La Pacha es el centro cósmico del hombre americano. Donde está, aquí y ahora. Su verdadera responsabilidad», con este acto, mínimo e inmenso, el hombre cumple con lo que le corresponde.
Dos caras
La interpretación dice «la Pachamama es la que da la vida, pero es quien la quita, provee y deja en el desamparo, tiene prados y valles, pero también volcanes y terremotos. Por eso se representa con dos caras, una llena de flores y panes, la otra con culebras y sapos. Esta dualidad es la idea existencial del hombre americano. Por eso se acepta la muerte con la misma naturalidad con que se acepta la vida. El hombre es un ser terrenal y a la vez parte de una hermandad cósmica».