RIO GRANDE.- La federación mundial del corazón junto a la OMS y la Unesco designaron el día 29 de septiembre del 2000 como el primer día mundial del corazón.
Con el propósito de informar masivamente a cerca de las enfermedades cardiovasculares, concientizar acerca de los factores que facilitan la génesis, desarrollo y progresión de las enfermedades cardiovasculares, en particular el Infarto de miocardio (IAM) y el ACV, que son las consecuencias más mortíferas, por cobrarse en el mundo 17,1 millones de vidas al año y 50 millones de eventos mayores (IAM –ACV) constituyendo la principal causa de muerte e invalidez en nuestro país y en gran parte del mundo.
Hoy se puede decir que después de los 50 años, casi el 50% de los varones y el 40% de las mujeres, padecen de algún tipo de enfermedad cardiovascular o cardiometabólica. Si repasamos, creo que la gran mayoría de nosotros tenemos algún familiar o amigo que ha padecido en alguna etapa de la vida algún evento (ACV- Infarto), o ha sido sometido a una cirugía de Bypass, angioplastia coronario o está bajo tratamiento por cardiopatía isquémica o hipertensión arterial.
Las Estrategias en prevención y tratamiento han ido creciendo y la mortalidad se ha reducido en las últimas décadas pero este descenso ha entrado en una meseta en los últimos años.
La medicina de los últimos 100 años ha pasado por tres etapas: La primera, estuvo abocada al descubrimiento de las causas generadoras de las enfermedades, y de cómo tratarlas. La segunda, fue, la de la tecnificación de la medicina, preocupada más en escuchar la tecnología que al enfermo. Y la tercera, en la que transcurrimos actualmente, hay una reelaboración conceptual.
Nos hemos dado cuenta que hay que trabajar más en prevención que en atacar la enfermedad.
Cuando los eventos cardiovasculares mayores ocurren (ACV- IAM), producen un daño en su gran mayoría irreversible, impactando de manera significativa en la calidad de vida y en costos para las familias y los sistemas de salud.
La enfermedad cardiovascular resulta muy cara. Los métodos diagnósticos y los terapéuticos (farmacológicos, los guiados por cateterismos, los quirúrgicos y aquellos donde se utilizan dispositivos tales como: Marcapasos, Cardiodefibriladores, Re sincronizadores) implican un elevadísimo costo.
Los avances tecnológicos y terapéuticos alcanzados, permiten hoy vivir más, a muchas personas pero no libres de la enfermedad.
Valentín Fuster uno de los cardiólogos de mayor prestigio a nivel mundial ha llegado a vaticinar que las cargas económicas de estas consecuencias pueden llegar a ser insostenibles. Hemos logrado aumentar la expectativa de vida, pero nos preguntamos. ¿Con qué calidad de vida? ¿En qué condiciones llega el cerebro?
El resultado de esto depende en gran parte de cómo nos cuidamos desde temprana edad.
Los principales factores de riesgo son hoy el tabaquismo, la obesidad, y el sedentarismo.
Se sabe que sólo tres medidas tienen un gran impacto en la salud cardiovascular y general: No fumar, garantizar ambientes libres de humo de tabaco (meta aun no cumplimentada cabalmente, pese a la ordenanza vigente), mantener una alimentación saludable facilitando el acceso a los alimentos frescos y naturales, y a una actividad física regular en entornos seguros.
Los factores de riesgo que dañan al corazón también dañan el cerebro. Esos tres factores, revelan nuestro modo de vida y nuestra conducta, de allí que podemos decir que la receta clave para prolongar la salud no está en el corazón sino en el cerebro, porque es allí ,donde las personas deciden si se van a cuidar o no.
Uno de los grandes problemas radica en que creemos que no somos vulnerables.
Para lograr el cambio en prevención, se requiere de gente apasionada, de participación voluntaria, hay que trabajar en equipo y realizar investigación de campo sobre la realidad de nuestra sociedad,
También es fundamental el compromiso de políticos que respalden los proyectos y que sean además vehículos conducentes de las sugerencias y recomendaciones tendientes a mejorar la salud de la población, como así también, a los recursos necesarios para brindar una cobertura diagnóstica y terapéutica acorde a las recomendaciones de las guías internacionales.
Paralelamente a la prevención debemos tratar, que cuando ocurran los eventos cardiovasculares, los mismos provoquen el menor daño posible. En este sentido y en particular en lo referente al infarto de miocardio, es preciso contar con una red provincial de manejo del paciente con infarto, conseguir las metas del manejo intrahospitalario recomendadas por las guías internacionales, contar en la ciudad de Río Grande con un equipo de hemodinamia y un hemodinamista disponible las 24 horas.
Debe tenerse presente que algunos infartos solo pueden resolverse con la realización de una angioplastia tan pronto como sea posible y que muchos de los infartos que en primera instancia se resuelven farmacológicamente, según las guías internacionales, deberían idealmente estudiarse hemodinámicamente, entre 3 a 24 hs de haberse administrado el fármaco en cuestión.