Los castores son una “plaga” que corta el flujo de los ríos con casi 70.000 diques construidos

Una investigación de la Facultad de Agronomía de la UBA determinó por primera vez el alcance de la invasión de castores en la porción argentina de la Isla Grande de Tierra del Fuego. Se estimó una longitud acumulada de diques cercana a los 2.300 kilómetros.

BUENOS AIRES (NA).- Una investigación de la Facultad de Agronomía de la UBA (FaUBA) determinó por primera vez el alcance de la “plaga” de castores que invadieron la porción argentina de la Isla Grande de Tierra del Fuego y cortan el flujo de los ríos con casi 70 mil diques construidos.

A mediados del siglo pasado, 20 castores nativos de Canadá fueron introducidos en el extremo sur de la Patagonia con la intención de favorecer la industria peletera.

La iniciativa no sólo no prosperó sino que provocó un enorme problema sobre el ecosistema, que hasta ahora no se conocía en toda su dimensión en la Argentina; informó el Servicio de Divulgación Científica y Tecnológica de la Facultad de Agronomía de la UBA, SLT-FaUBA.

Recientemente una investigación de la Facultad determinó por primera vez el alcance de esa invasión de castores en la porción argentina de la Isla Grande de Tierra del Fuego. Además, se estimó una longitud acumulada de diques cercana a los 2.300 km, que ocasiona la inundación de unos 100 km2.

“Anteriormente se habían realizado muestreos en áreas determinadas, pero no se había llevado a cabo un relevamiento exhaustivo de toda la superficie de la provincia. Nosotros hicimos ese trabajo y, al finalizar el conteo, no lo podíamos creer. Nos sorprendió muchísimo el número de diques”, 70 mil, dijo Ana Eljall a “Sobre la Tierra”.

Hay investigadores que señalan la presencia del castor como el impacto más grande generado sobre los bosques andino-patagónicos en la etapa geológica actual: Es un disturbio inédito y de una enorme magnitud.

Cuando estos roedores construyen diques, cortan árboles, interrumpen los flujos de agua y generan embalses mientras que en las zonas inundadas se acumulan sedimentos que cambian la estructura del suelo y provocan la muerte de más árboles, porque sus raíces se ahogan.

Si eventualmente se restablece el curso de agua original, de todos modos la zona permanece con una capa de sedimentos que seguiría controlando la regeneración del bosque.

 

 

Imágenes satelitales

Para realizar su investigación, Eljall confeccionó y analizó durante dos años una base de datos geográfica con imágenes satelitales de alta resolución, generadas con las plataformas Google Earth y Bing Maps, ambas de uso gratuito y sencillo y los resultados fueron sorprendentes.

La isla de Tierra del Fuego está dividida en cuatro regiones ecológicas y al comenzar el trabajo esperaban encontrar una gran invasión de castores en la zona de bosque y turberas ubicada al sur de la isla, donde se liberaron los animales exóticos a mediados del siglo pasado.

Pero aparecieron sorpresas en el norte, donde en principio no existiría un ambiente propicio para el establecimiento y el desarrollo de los roedores.

La publicación de SLT-FaUBA precisa además que, en efecto, en el centro-sur de la isla encontraron la mayor densidad, con un máximo de hasta 123 diques por kilómetro cuadrado. En esa zona, 84% del territorio se encuentra a menos de un kilómetro de las castoreras más cercanas.

Posibilitó la expansión del castor, la falta de enemigos naturales, la disponibilidad de recursos, la gran plasticidad característica de la especie y la semejanza de los ambientes invadidos y los nativos, en América del Norte.

Eljall advirtió que la distribución del castor no se restringiría a sitios boscosos y con drenajes abundantes, donde hay más agua y alimentos.

En su trabajo demostró que, aunque en menor proporción, la especie también está presente en la estepa, al norte de la isla y desde allí podría dispersarse a la Patagonia continental donde predomina la cría de ovinos.

 

Nuevo estudio sobre los efectos que genera la plaga del castor.