“Deberíamos recordar un poco más, las cosas que valorábamos de chicos”

Ayer se celebró una vez más el Día Universal del Niño, que surgió de la necesidad de entender a los niños como seres individuales con derechos y responsabilidades, que a veces los mismos adultos que los protegen, fallan en cumplir. El Sureño visitó la Dirección Provincial de Protección Integral, para averiguar cómo se trabaja a nivel local para que estos derechos se cumplan.

RIO GRANDE.- En Río Grande, desde la Dirección de Protección Integral, actualmente se trabaja en más 1800 casos, con diferente grado de complejidad, que involucran a niños y adolescentes. El objetivo de la Dirección de Protección Integral (DPI) que depende de la Subsecretaría Provincial de Protección de la Niñez, Adolescencia y Familia, es garantizar el cumplimiento de derechos, junto a muchas instituciones integradas por niños.

Parte de su equipo son Yanina Bórquez (trabajadora social), y Fátima Rossi (licenciada en psicología) que conversaron con El Sureño, acerca de cómo promover una mirada menos centrada en el adulto, y más cercana a los intereses de nuestras niños, y adolescentes.

«Hoy se habla de una Dirección de Protección integral, de acuerdo a un nuevo paradigma de la niñez. Hace aproximadamente 10 años que este paradigma de protección está vigente, desde que se promulgó la Ley nacional 26.061, en 2005», explicó Bórquez.

Y agregó: «Entendemos desde protección que cada niño es sujeto de derechos, y que tiene el derecho de ejercer su ciudadanía como cualquier ciudadano más allá de la edad que tenga, porque por Ley se le concede».

Argentina, además, adhirió a la Convención sobre los Derechos del Niño, cuyo cumplimiento es obligatorio. El enfoque de la convención cambió, desde la que fuera la Declaración Universal firmada por la ONU en 1959, la forma en que se considera a las niñas y niños: Como sujetos de protección, y derecho. A partir de este acuerdo se considera que los niños son capaces de desarrollarse física, mental, social, moral y espiritualmente con libertad y dignidad. En esta Convención que consta de 54 apartados, se hace hincapié en los siguientes derechos, que la sociedad adulta debe garantizar a todos los niños:

– Derecho a la Igualdad.

– Derecho a la Protección.

– Derecho a la Identidad y a la nacionalidad.

– Derecho a tener una casa, alimentos y atención.

– Derecho al amor de los padres y la sociedad.

– Derecho a la educación gratuita y a jugar.

– Derecho a ser el primero en recibir ayuda.

– Derecho a ser protegido contra el abandono y la explotación.

– Derecho a crecer en solidaridad, comprensión y justicia entre los pueblos.

«Muchas veces hablamos de la protección del niño, pero lo seguimos cosificando, utilizando, mencionando, o interviniendo como si fuera un objeto; un mero receptor de políticas públicas, y medidas que se toman, entonces, no intentamos establecer este paradigma de protección», recalcó la trabajadora social.

«A los grandes, a veces no les gusta mucho que opinen los chicos», coincidió Fátima.

Para ambas profesionales, es necesario, repensar el concepto que tenemos de infancia; «no es una sola infancia. Tenemos que entender ese niño desde una pluralidad y un contexto diverso. Acá, muchas veces los niños no cuentan con las redes familiares, que puedan contener en caso de alguna situación particular. La mirada debería estar puesta en ver al niño y adolescente, como un protagonista de su propia historia. Y lo que pasa en las intervenciones es que somos muchos adultos de diferentes instituciones, poniéndonos de acuerdo, y nos olvidamos de la mirada y del interés superior de ese niño. Y qué difícil es entender, porque se habla de ese interés superior, pero no entendemos realmente cuál es la lógica de ese interés: el derecho de ser escuchado, de elegir, que pueda construir su identidad de la manera que sea adecuada», explicaron.

Parte del trabajo de la DPI es evaluar cuáles son las mejores condiciones de vida para que cada niño pueda desenvolverse durante toda su trayectoria de vida, y las dificultades, siempre aparecen

«Tenemos muchos papás que hoy, no se hacen cargo de las situaciones. Que no lo ven como un individuo, o te dicen ‘hasta acá llegué, no le puedo poner más límites, fijate’. Nos dejan que nos arreglemos, porque nosotros somos el organismo de protección. Eso dificulta bastante las cosas. También hay papás que están entre la forma en que nos criaron a nosotros por ejemplo, en donde se bajaban los límites de una manera que no es siempre la más adecuada, y cómo es ahora, así que realmente no saben cómo bajar los límites», observó la psicóloga.

Otra de las dificultades diarias, es la estigmatización de parte de las instituciones: «nos dicen que el chico es tal o cual cosa, pero realmente ese chico viene de un contexto, hay que ver donde él está o qué es lo que le pasa. Y a veces, es el establecimiento educativo el lugar de contención en el que el chicos manifiesta todo lo que le está pasando», continuó Rossi.

«Es muy difícil para el adulto correrse del adultocentrismo, y ponerse desde la mirada de ese niño, o ese adolescente que está diciendo algo. Hay que recordar siempre, que no existe una familia ideal, un barrio ideal, una institución ideal, no existe un niño ideal», recalcó Bórquez.

El 26 de agosto, se hará un encuentro, para toda la comunidad, para los niños y adolescentes. En la que todos contarán con un espacio para trabajar con uno de los derechos de los niños. El año pasado, la dirección, participó junto a un grupo de niños en la planificación de lo que para ellos sería su barrio: «Uno como adulto siempre piensa, ‘necesito un centro de salud, necesito una escuela cercana para llevar a mis hijos, una plaza’. porque son los adultos los que ponen esa mirada, y no se habla de lo que un niño podría necesitar. Dentro de una escuela por ejemplo, los niños, los adolescentes, ¿son protagonistas de esos espacios? ¿Se intenta de alguna manera que ellos puedan construir una identidad y que se sientan parte de una comunidad educativa? El formar parte es un derecho que deben adquirir como niños, y que nosotros debemos garantizar», explicaron las profesionales.

Otro de los frecuentes inconvenientes es el aburrimiento, que muchas veces se espera solucionar con tecnología: «Acá nosotros tenemos dos salitas que están preparadas con juegos, y no hace falta ni un celular, ni tablet o televisor. Y los chicos están una hora entera jugando con los juguetes, y con su papá o mamá. No hay nada tecnológico, de por medio, solo el espacio en que se pone en juego lo vincula», detalló Rossi.

Y agregó: «A veces, nos hace falta recordar un poco, qué era lo que nosotros valorábamos cuando éramos chicos. Que por ahí era que mamá se sentara un rato a hacer una tarea con nosotros y a compartir una taza de té… y no que nos comprar algo de un gran valor».

«Lo mas importante, en estos días que celebramos a los niños es vencer un poco el desconocimiento de lo que implica el sistema de protección integral de niños y adolescentes, y cuáles son los derechos de esos niños, o qué decimos cuando hablamos de la importancia de que ese niño sea escuchado, comprendido, y que su opinión sea tenida en cuenta. Es necesario tener en cuenta que ese niño será el protagonista de su vida. Y somos nosotros los que debemos facilitar las vías de acceder, que pueda ser escuchado, y se resuelva en función de lo que ese niño está manifestando».

 

Los niños deberían por ley, ser los primeros en recibir ayuda en casos de catástrofes, guerras, y desastres naturales.