“No hay raza potencialmente peligrosa, sino dueños potencialmente peligrosos”

Según Federico Martínez, adiestrador y profesional del comportamiento de perros los animales dependen más de la educación que del legado genético a la hora de determinar su comportamiento. Sin embargo, tal como a la hora de elegir un amigo, no todas las veces se va a dar, y menos si esa elección se basa sólo en la apariencia. En esta nota, cuáles son las cosas a tener en cuenta para elegir un amigo canino.

RIO GRANDE.- Federico Martínez trabaja con perros hace más de 10 años. Y asegura que hay mucho desconocimiento, y prejuicio a la hora de tener un perro en casa. Entre los adiestradores tenemos una frase de cabecera que dice, “no hay raza potencialmente peligrosa, sino dueño potencialmente peligroso”.

Martínez es Instructor y especialista en comportamiento canino, recibido en la escuela Balto de Mar del Plata, desde hace 4 años se dedica al trabajo con familias y particulares, específicamente en la modificación de conductas.

El primer inconveniente surge, cuando se elige un perro sin consultar, ni tener en cuenta el ritmo de vida de la familia. “Es algo muy común, que la gente tiene un determinado perro por una cuestión de estatus. Pasó con el pitbull, que se puso de moda, o el bulldog francés ahora. Y hay que entender que no todas los perros son para todas las personas, ni todas las personas son para todos los perros”, recalcó.

Y agregó: “A veces, cuando me vienen a preguntar qué raza recomiendo, hago un montón de preguntas, y la gente termina con un gato. Yo hace diez años ya que trabajo con esto. Pitbull agresivo con las personas, no me tocó ninguno. Ahora, labradores y Golden agresivos, me tocaron un montón. Cuando vos por lo general asociás esas razas con un perro bueno”.

Martínez asegura que la edad más importante en la educación de un perro es el primer año. Y dentro de ese primer año, específicamente el periodo entre los 20 días y los 3 meses de edad, en cualquier cachorro, sin importar qué raza. “Nosotros a esa etapa le decimos la etapa de socialización, o crítica. Y es un tiempo, en que si yo tengo un perro, tengo que socializarlo con todas las cosas que después puedan generarle conflicto: “niños, otros perros, otros adultos”, explicó Martínez.

“La cabeza del perro funciona diferente a la del ser humano. Tenemos que empezar aprendiendo eso. Un perro no es una persona. El perro puede asociar que los hombres son buenos, pero que el hombre con mucha barba, por ejemplo, no es bueno. A mí me pasó, con un perro que era agresivo con las personas con gorra negra. Lo que pasó seguramente, es que cuando tenía entre 20 días y tres meses una persona con gorra negra le pegó, es muy probable. Entonces no asoció que las personas eran malas, sino que las gorras negras son malas”, relató.

Otro de los ejemplos que actualmente se destaca es el de la raza de Dogo Argentino. Martínez explicó que cuando crearon esta raza particular, los criadores buscaban un perro de cacería. El Dogo Argentino, es una raza creada para cazar jabalíes salvajes; “es una raza que se creó en Córdoba, hace aproximadamente 100 años; y es una las razas que más mezcla de razas tiene. Pero lo que tenemos que tener en cuenta es que el comportamiento de un perro es un 25 % legado, y un 75% del ambiente, la educación. Si bien el dogo es propenso a la cacería de animales, si yo lo socializo bien no va cazar otros animales”, resaltó.

A nivel popular el Dogo es uno de las razas con más mala imagen, pero el entrenador asegura que son perros muy sociables con las personas. “Pero sí, si tenés gallinas o chanchos en tu casa, no te recomiendo que tengas un dogo. O sea, si yo desde los 20 días, lo socializo bien, con ovejas, gallinas, lo hago jugar, el perro no va a ver los animales como una presa”, reconoció.

Dado el caso de que el animal no sea bien educado por su dueño, sin duda puede representar un peligro, ya que es un perro fuerte, y difícil de detener, con una altísima tolerancia al dolor. Pero, Martínez asegura que es posible modificar la conducta de un perro adulto, siempre que se cuente con la paciencia y perseverancia de la familia.

En cuanto a los perros que se compran en criadero, el profesional aseguró: “Los recomendable es que pasados esos 45 días, el perro esté por lo menos otros tres meses con madre. Porque entre la madre y los hermanos de camada, se enseñan un lenguaje. Los criadores más o menos a los 45 días, los entregan, los más responsables quizá a los 60 días. Pero los que criamos perros de trabajo, como de detección, rescate, o para seguridad, tratamos que hasta los tres meses estén con la madre”.

Luego está el tema de los cuidados y el tiempo que cada animal demanda: “Un perro recomendable, para la familia es el bóxer. El bóxer es un perro hermoso, pero lo que pasa es que necesita por lo menos dos horas por día de ejercicio. Si no tengo dos horas para darle al perro, se estresa. Y ese es el paso previo a los grandes problemas de comportamiento. Así que puedo terminar con un perro que presente agresividad, o problemas de hiperactividad, o ansiedad por separación, o problemas más graves de comportamiento”, recalcó.

Otro de los problemas frecuentes es la humanización de los perros: “lo primero que trato de hacer entender es que el perro es parte de la familia, y lo queremos como tal, pero no es un humano, es el perro. Su funcionamiento es totalmente diferente al nuestro. El perro tiene reglas, jerarquías, y esas reglas tenemos que respetarlas. El perro nunca va a entender nuestro comportamiento, ni unestro mundo. Para la cabeza del perro, él sigue llevando una vida silvestre. El perro entiende que si le doy algo, es porque es de él. Entonces si yo lo dejo subirse al sillón, no está mal, pero el perro se lo tiene que ganar, ¿cómo se lo va a ganar? Si se sienta, entonces yo le digo, ¿querés estar en el sillón? ‘sentate’; ¿querés salir a pasear?, ‘sentante’, ¿querés comer? ‘sentate, o ‘dame la pata’, ‘echate’ que haga algo, porque entonces, él se lo gana. De lo contrario, el perro si hace lo que quiere, entiende que el sillón es de él, la casa es de él, y si lo quiero bajar del sillón, el perro me muerde. Peo no porque sea un pitbull, que son agresivos. Ningún perro es malo, lo que pasa es que yo al perro le hice entender que era el dueño de la casa, detalló Martínez”.

Al momento de revertir estas y otras conductas, Federico insiste en que es posible, pero, la familia debe trabajar junta: “Cuando yo voy a trabajar a un domicilio, no me llevo al perro. Trabajo con la familia, y les doy las herramientas para solucionar el problema que tienen. Porque si yo me llevo a los perros conmigo, van a andar bárbaro conmigo, pero no con la familia”, concluyó.

 

 

Escuela para dueños: Una forma de ayudar a la familia a corregir comportamientos inadecuados en sus perros