La especie fue sobreexplotada y ahora tiene problemas de reproducción. Ya se liberaron los primeros 10 mil ejemplares.
USHUAIA.- El bosque de Macrocystis es una formación submarina de algas gigantes, de hasta 40 metros de altura. Es considerado uno de los ecosistemas más ricos del planeta. En esa profundidad oscura y fría se refugia de sus depredadores uno de los principales atractivos turísticos de Ushuaia: la centolla. Luego migra, forma colonias y se reproduce.
Pero esa lógica se rompió décadas atrás cuando este crustáceo -de exquisito valor culinario- se convirtió en un recurso económico, casi el único blanco de la pesca en el Canal Beagle. La explotación llevó a una drástica disminución de su población, pero tuvo un agravante inesperado: la centolla empezó a reproducirse poco, mucho menos que décadas atrás.
En cifras: se estima que la cantidad de ejemplares se redujo a menos del 40% y a su vez, la capacidad reproductiva de la especie cayó al 30%. Un tobogán que encendió las alertas.
Este escenario impulsó un proyecto científico para criar larvas de centolla en el laboratorio, estudiarlas y liberarlas en el Canal Beagle para repoblar la zona. Y también, detectar qué es lo que altera su reproducción natural, que se da una vez al año, entre noviembre y diciembre.
«Es posible que esté afectada por varios factores, algunos relacionados con la extracción de machos -los únicos que pueden ser capturados, según la actual regulación- que implica que la tasa de encuentro con las hembras disminuya porque hay menos individuos; y que además la cantidad de espermatozoides disponibles en toda la población no sean suficientes para fecundar a todos los huevos», explicó a Clarín Gustavo Lovrich, doctor en Biología e investigador principal del CONICET.
Y agrega: «Hay cuestiones ambientales relacionadas con el impacto del hombre que podrían estar afectando la reproducción, pero las desconocemos».
En un hábitat natural, explica el científico, casi el 95% por ciento de las hembras son portadoras de huevos. Esa cifra se derrumbó: en los últimos tres años, de cada 10 animales que podrían generar nuevas centollas, sólo lo hacen 3.
Lovrich dirige el laboratorio de Biología de Crustáceos del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC) de Ushuaia donde se puso en marcha una verdadera «fábrica» de centollas. Ya criaron 25 mil en esta primera etapa experimental, pero tiene potencial para llegar a los 100 mil ejemplares por temporada.
Para el proyecto -financiado por el Consejo Federal de Ciencia y Técnica- se usan hembras salvajes que liberan sus larvas en el acuario de experimentación del CADIC. «Pasan una etapa de 20 a 70 días de cuidados intensivos en esas instalaciones para maximizar su superviviencia”, detalla director técnico del proyecto, Federico Tapella.
Al llegar hasta el último estadío larval se evita una etapa de alta mortalidad por depredación en su hábitat natural. Si bien la cantidad de huevos que devienen en centollas adultas es un misterio, se estima que sólo el 5% sobrevive. Y eso, en condiciones naturales no alteradas.
«La idea es aportar nuevos individuos juveniles -de edad más avanzada y no larvas recién nacidas- que puedan tener más probabilidades de sobrevivir a la edad adulta reproductiva -los 5 años- y puedan llegar a los 7 años, la edad de ser pescados», detalla Lovrich.
En el proceso, no hay ninguna intervención sobre los animales, más que la limpieza de los acuarios.
Al agua, en bolsas
En las últimas semanas se llevaron a las aguas del canal de Beagle10 mil larvas criadas en el laboratorio. Es el primer «subsidio de población» que se hace de esta especie en Sudamérica. La liberación fue «controlada», para optimizar su supervivencia.
Las centollas están dentro de unas bolsas, donde tienen alimento y puede aclimatarse a las condiciones naturales en un ambiente «protegido», exento de depredación.
En cada bolsa van unas 500 larvas y uno de los problemas es el potencial canibalismo. «Cuando son juveniles, esto es centollitas de 2 mm de largo, empiezan a comer y el principal riesgo del confinamiento son las pérdidas asociadas a que se coman entre ellas. Las bolsas que tienen capacidad de proveer refugio y comida, de manera de maximizar la supervivencia», detalla Lovrich y explica que el desafío es encontrar la densidad adecuada para optimizar la supervivencia en una etapa de engorde y transición hasta poder ser liberados definitivamente, dentro de unos 6 meses.
«Nosotros estamos desarrollando la ingeniería del cultivo (en qué tipo de acuarios, con que tasa de renovación de agua) para que lo pueda tomar cualquier propietario del recurso, en este caso la provincia de Tierra del Fuego, cualquier otra o la Nación y decida seguir un programa de repoblamiento», suma Lovrich.
Recurso de alto valor
La pesca de la centolla en el Beagle comenzó en 1930 y hacia 1970 se intensificó. Se convirtió prácticamente en la única especie de explotación -junto con una de menor calidad, el centollón- por parte de pescadores artesanales de Argentina y Chile.
La captura se hace en forma artesanal, con trampas y sirve como un modo indirecto de medir la abundancia de la especie. La media en la década del 80 era de 8 ejemplares por red, pero una década después bajó a 2 (el 25%), lo que impulsó en 1994 la prohibición de la pesca. La veda total se levantó en 2014, pero el registro apenas subió a 3 animales por trampa (el 37,5% de la media original).
Según datos de la Cámara Hotelera Gastronómica de Tierra del Fuego, en Ushuaia hay 110 restaurantes y casas de comida y en 70 se puede comer centolla. El plato premium es «al natural», pero también se ofrecen chupes de centolla, empanadas, raviolones y sopas.
Desde el sector turístico oficial, el proyecto de la repoblación fue visto con buenos ojos. «Junto con el cordero y la merluza negra, son las especialidades gastronómicas con las que se promociona turísticamente Ushuaia. Pero la centolla claramente es la principal», explica Luis Castelli, director del Instituto Fueguino de Turismo.
«La conservación del recurso es clave. Aún no se ha notado tanto la reducción aunque por el tipo de pesca, que es artesanal, y las restricciones que se imponen en algunas épocas, la provisión no es constante», detalla.