BARCELONA, ESPAÑA (AFP).– Un emocionado Javier Mascherano, el Jefecito, puso ayer un punto y seguido en su carrera al marcharse al Hebei Fortune chino, poniendo fin a siete años y medio en el Barcelona y a quince años en el fútbol de élite.“Terminar en el fútbol de élite en el Barcelona para mí es un orgullo tremendo”, dijo Mascherano, de 33 años, en un acto de despedida organizado por el Barça, al que llegó mediado en 2010 para vivir su etapa futbolística más exitosa.
“Aquí he vivido los mejores momentos de mi carrera, estoy muy contento de abandonar así el club”, querido por todos, para seguir jugando en una liga menos exigente.
Mascherano puso fin a un sueño azulgrana por el que peleó hasta el punto de pedir el “transfer request” al Liverpool para poner rumbo al Barça de Pep Guardiola y formar parte de uno de los equipos más brillantes de la historia del club catalán.
Dieciocho títulos, entre ellos cuatro títulos de Liga, cuatro Copas del Rey, tres Supercopas de España, dos Ligas de Campeones, dos Supercopas de Europa y dos Mundiales de Clubes, adornan el paso de Masche por el Barça.
Su carrera en el Barcelona sólo se vio empañada por su condena a un año de cárcel, que no tuvo que cumplir, y al pago de una multa por un fraude fiscal.
Su periplo barcelonés culminó un recorrido que inició en 2003 cuando el técnico chileno Manuel Pellegrini, con el que se reencontrará en el Hebei Fortune, dio su primera oportunidad en Primera División a un joven centrocampista nacido en San Lorenzo 19 años antes.
El salto a Europa
Mascherano apenas jugó unos minutos frente al Nueva Chicago (victoria 2-1) que sirvieron para inaugurar una carrera que en River le llevaría a ganar un torneo Clausura en 2004, antes de dar el salto al año siguiente al Corinthians brasileño.
Tras su paso por el club brasileño, con el que ganó un campeonato Brasileiro, Mascherano dio el salto a Europa en 2006 al West Ham inglés, en el que apenas estaría seis meses antes de ser traspasado al Liverpool en 2007.
El centrocampista argentino se hizo imprescindible en el Liverpool de Rafa Benítez, llegando a su primera final de Liga de Campeones, donde caería ante el AC Milan (2-1) en 2007.
Tres años y medio después de su llegada a Anfield, Mascherano no dudó a la hora de salir hacia el Barcelona por 24 millones de euros, para vivir su época más gloriosa.
Brillante mediocentro, el Jefecito, un apodo que no le gusta, pese a que refleja las dotes de líder que le reconocen sus compañeros, acabó más relegado al eje de la zaga, especialmente ante la dura competencia de Sergio Busquets.
“En su momento, cuando llegué tenía claro que iba a ser muy difícil jugar, tenemos el mejor mediocentro del mundo y mi posición era esa”, reconoció ayer Mascherano.
Emblema azulgrana
Ello no ha impedido que haya terminado convirtiéndose en uno de los emblemas del Barça, emblema que también es de la selección argentina con la que se proclamó subcampeón en 2014 en el Mundial de Brasil.
Su deseo de mantener una forma suficiente para optar a seguir defendiendo la camiseta albiceleste en Rusia-2018 también ha pesado a la hora de dar el paso al fútbol chino.
“Primero, lo que busqué es tratar de reencontrar la ilusión que poco a poco se iba perdiendo, y bueno, está claro que si tengo la posibilidad de tener una continuidad, a mi edad es bastante importante”, afirmó.
Subcampeón en cuatro ocasiones de la Copa América (2004, 2007, 2015 y 2016), Mascherano también ganó dos oros olímpicos, en los Juegos de Atenas 2004 y Pekín 2008.