RIO GRANDE.- El rosarino Juan José Degratti, por entonces de 24 años (cumplidos el 10 de noviembre de ese 1960), inició su marcha a las 9:45 del sábado 19 de noviembre de aquel último año de la sexta década del último siglo del milenio, en una Alpino, modelo 58, de baja cilindrada (175 cc). Salió por San Sebastián hacia Porvenir, y en la goleta “Gaviota” cruzó el Estrecho de Magallanes, desembarcando en Punta Arenas.
Pasaron ya 59 años desde el día en que Degratti puso en marcha su gran sueño, de unir Tierra del Fuego con Alaska, en moto. Un desafió de cerca de 30.000 kilómetros, que lo llenó de peripecias, conocimientos y anécdotas, a recordar de por vida con su familia, amigos y conocidos, y que el protagonista se encargó de desgranar a su regreso a esta, su segunda tierra.
Más adelante, abandonó territorio chileno y reingresó a nuestro país, prosiguiendo su marcha hacia La Quiaca, pasando a Bolivia, e internándose luego en Perú, Ecuador y Colombia. Gracias a un comandante colombiano pudo salvar el tapón del Darién y arribar a Panamá, ya en Centroamérica.
“En México surgieron problemas con la visa para ingresar a los Estados Unidos, cruzando la frontera por Corpus Christi. El último tramo fue bien cerquita del Pacífico, logrando llegar a la ansiada Alaska, al cabo de dos años y ocho meses, en julio de 1963 (en pleno invierno boreal)”.
Sin embargo, la Policía le impidió continuar más al norte, y con 28.800 kilómetros, Degratti debió ponerle fin a su travesía. Después, en Houston, se desempeñó como mecánico, en un taller de Volkswagen. El 12 de octubre de aquel año embarcó su Alpino, y poco después regresó a Argentina, en una línea aérea peruana.
Si lo encuentra por la calle, dele un abrazo a Juan José, que en la década siguiente cultivó otros de sus grandes gustos, el periodismo -Deportes en el 640, a través de LRA 24 Radio Nacional Río Grande-.