Abad ratificó que el objetivo es recortar el gasto público y bajar la presión tributaria

BUENOS AIRES (NA).- El objetivo de este Gobierno es reducir el gasto público por el «gigantesco» déficit fiscal de 7 puntos del PBI y bajar la «fortísima» presión tributaria para mejorar la productividad y frenar la inflación, aseguró el jefe de la AFIP, Alberto Abad.

El funcionario defendió todas las medidas impositivas que la gestión de Mauricio Macri tomó desde que asumió el 10 de diciembre último y aclaró que le es imposible dejar conforme a todos los sectores de la economía por igual.

Precisó que el costo fiscal de los cambios en Ganancias, la quita de retenciones agrícolas y la devolución de las percepciones que se hicieron a quienes compraron dólares bajo el cepo en 2012, 2013 y 2014, es de unos 100.000 millones de pesos.

«Ninguna política pública va a satisfacer a toda la sociedad. Siempre se beneficia a uno y el otro se siente perjudicado. Eso es la Democracia. Necesitamos que la calidad de las políticas vayan aumentando para satisfacer a cada vez más», sostuvo en declaraciones radiales.

Según Abad, el Gobierno tiene tres condicionamientos «heredados»: un déficit fiscal gigantesco de 7% del PBI; presión tributaria fortísima, que alcanza al 36% del Producto; y un bajísimo nivel de formalización de la economía.

«El incumplimiento (tributario) se ha convertido en una especie de metástasis social: hay 34% de trabajo en negro; no se cumple con el IVA; hay evasión en impuesto a nivel micro y sofisticado por los paraísos fiscales», se quejó Abad.

Y aseguró que todo eso hace que las decisiones que se tengan que tomar en términos tributarios vayan «por un desfiladero y no por una autopista», con el actor principal de esta «tragedia griega» que es la inflación.

Recordó que cuando él estuvo a cargo de la AFIP durante el gobierno de Eduardo Duhalde (2002-2003), la presión tributaria estaba de acuerdo con los parámetros históricos que venían en el orden de los 20 o 21 puntos del Producto Bruto.

Y, ya en 2004 y 2005 en el Gobierno de Néstor Kirchner -del cual también formó parte- el déficit fiscal había sido superado y el país tenía superávits gemelos (comercial y fiscal), con tipo de cambio competitivo y todos los indicadores sociales mejorando.