Cancillería ratificó ayer ante el Consejo General de Organización Mundial del Comercio (OMC) su postura a favor de la liberación de patentes de vacunas contra el COVID-19, un reclamo que inició Sudáfrica e India y cuya voz se extiende de forma creciente en el mundo a medida que se agrava la crisis sanitaria.
BUENOS AIRES (NA).- La delegación argentina presidida por el embajador en Ginebra Federico Villegas Beltrán consideró que las vacunas “deben ser bienes públicos globales, con el objetivo de que todas las poblaciones tengan un acceso equitativo a este insumo y a las innovaciones médicas surgidas para hacer frente a la pandemia”.
En este sentido, y “bajo el entendido que situaciones excepcionales requieren de soluciones excepcionales”, Argentina respaldó la propuesta para “suspender la protección de los derechos de propiedad intelectual de productos médicos, inclusive las vacunas, necesarios para la prevención y tratamiento del COVID-19”.
En su presentación, Villegas Beltrán alertó sobre “la profunda desigualdad que ha caracterizado a la administración y distribución de las vacunas a nivel global, que conlleva el riesgo sanitario de que el virus se haga endémico y genere reservorios con capacidad de mutar en variantes más agresivas y contagiosas”.
Luego de que el gobierno de Joe Biden anunciara su apoyo a la liberación de patentes para las vacunas contra el covid-19, la Unión Europea (UE) revisó su postura y dijo que está dispuesta a estudiar una propuesta.
Otros líderes mundiales como el presidente francés, Emmanuel Macron, y su par de Rusia, Vladimir Putin, también se expresaron a favor de suspender temporalmente las patentes.
Aunque la liberación de patentes fuera un hecho, el problema no estaría resuelto ya que muchos países no tienen capacidad instalada para producir vacunas a escala, por lo que no alcanzaría con la transferencia tecnológica y los permisos.
Argentina es uno de los países que empieza a proyectarse como próximo productor de vacunas a partir del acuerdo de transferencia tecnológica que firmó con Rusia para fabricar localmente los principios reactivos de la Sputnik V en las plantas del laboratorio Richmond.