BUENOS AIRES.- En medio de momentos cruciales respecto de la investigación judicial en torno a la muerte de Alberto Nisman, la jueza federal Sandra Arroyo Salgado continúa sumergida en un mar de incertidumbre y paranoia que la tiene a muy mal traer. La principal perturbación de la exmujer del fallecido fiscal es la misma desde hace meses: la custodia.
A mediados de la semana pasada, la jueza de San Isidro volvió a pedir modificaciones en la treintena de custodios que la vigilan a diario. Pero esta vez lo hizo frente a la ministra de Seguridad, Cecilia Rodríguez, en el mismísimo despacho de la funcionaria, en el último piso del edificio, en el barrio porteño de Recoleta. La reunión, confirmada a Infobae por fuentes judiciales y policiales, había sido pedida por la magistrada, un pedido al que accedió la ministra.
La exmujer de Nisman tiene esa cantidad de custodios a su disposición porque está a cargo de dos juzgados federales. Es la titular del N°1 y subrogante del N°2, al cual accedió luego de que renunciara Conrado Bergesio. Para este último, fue designada por la Cámara Federal de San Martín.
El planteo de Arroyo Salgado fue simple: le explicó a la ministra que no confía en los policías que la custodian y hasta le confió que le gustaría ser ella misma la que sugiera los nombres de los efectivos que vigilan sus movimientos y los de su pareja, los de sus hijas, su casa y su oficina. Y arremetió muy duro contra la figura del secretario de Seguridad, Sergio Berni, con quien hace rato que dejó de tratar. Berni quedó bajo la lupa, desde la muerte de Nisman, por su rol en el departamento del fiscal, aquella madrugada del lunes 19 de enero.