Ballena Fin: Finalizó la limpieza

Los voluntarios que recuperaron los huesos de la ballena Fin cumplieron un año de trabajo el 24 de mayo. Ahora que terminaron con la limpieza de los restos óseos el esqueleto del enorme cetáceo será ensamblado y quedará expuesto en el Centro de Interpretación de la Reserva Costa Atlántica (CIRCA).

De izquierda a derecha: Rubén, Luis, Jorgelina, Facundo, Tabaré y Gustavo; terminando una de tantas jornadas de trabajo. (Foto: Ana Stasy).

RIO GRANDE.- Hace un año Luis, Jorgelina, Ana, Facundo y Rubén comenzaron -junto con otros voluntarios- la tarea de limpiar los huesos de la ballena Fin, que quedó varada a poco más de 30 kilómetros de Río Grande, en la zona de la costa conocida como El Paso de las Cholgas. El sábado 25 de mayo terminaron la limpieza, justo a un año de haber empezado la tarea que realizaban cada mañana de sábado de 10:00 a 12:00 en el CIRCA.
Luego de un año de intenso trabajo los voluntarios juntaron los elementos de su labor. El último sábado los despidió con frío, pero con un sol agradable. No falta el mate y hasta una pequeña torta para festejar el año de trabajo y el final de la labor.
El esqueleto, que debieron limpiar pieza por pieza, hervir y volver a limpiar de restos de tejido, estará listo para ensamblar y quedará expuesto en el CIRCA, para que todos los vecinos de la ciudad puedan visitarlo.
Según Tabaré Barreto, encargado del Centro de Interpretación, pasaron a lo largo del año más de 22 voluntarios: “Algunos sábados teníamos hasta 8 personas trabajando. Tuvimos hasta voluntarios internacionales que pasaban por la ciudad y vinieron a colaborar”, recordó.
Pero el primero en formar parte del equipo fue Luis Firiz, un paseador de perros quien, pasando cerca del Centro de Interpretación de la Reserva Costa Atlántica, se ofreció como voluntario: “Ya estaban acá los huesos. Y un día viene Luis y me dice ‘Yo quiero ser voluntario de acá’ así que le explicamos que esto era un espacio municipal, pero ya teníamos por lo menos uno que nos iba a ayudar con la limpieza de los huesos”, relató Tabaré Barreto, a cargo del CIRCA.
Jorgelina Paoletti y Facundo López eran estudiantes del profesorado de biología cuando comenzó la tarea; hoy Facundo ya es profesor y a Jorgelina le faltan sólo algunas materias: “Yo vi la convocatoria a través de la página del CIRCA y me interesó, así que vine para ofrecerme como voluntario” explicó. “Y a mí me invitó él -coincidió Jorgelina- que un día me dijo que estaban armando el esqueleto de una ballena y vine”.
Rubén Ríos se entusiasmó algún tiempo después. Él está particularmente interesado en el significado que se le daba a estos acontecimientos aún desde la época en que los selk’nam encontraban una ballena varada: “Era todo un ritual social. Era un acontecimiento que congregaba a mucha gente para aprovechar los restos del animal. Y eso era algo que no pasaba muy seguido, que se juntara tanta gente en un solo lugar”, explicó Rubén.
Cuando se encontró la ballena en el Paso de las Cholgas se convocó a personal municipal para ayudar a descarnarlo. Gran parte de los huesos se sacaron limpios, pero según relata Tabaré Barreto, en la parte de la cola, el timón de nado de la ballena, los músculos, tendones y ligamentos estaban muy compactos: “no se podía ni clavar el cuchillo por más afilado que estuviera”, recordó.
Luego hubo que limpiar, hervir y volver a limpiar y hervir cada uno de los huesos. Para esto los voluntarios fabricaron una especie de olla a leña a partir de un tacho de aceite: “Esa olla la armó Gustavo, un compañero de trabajo que está acá durante la semana. Agarró un tacho y se las rebuscó, junto a otro muchacho, Juan Carlos, que ayudó a soldar”, agregó el encargado del CIRCA.
“El olor que había en ese momento. Y cuando lo hervías, más olor todavía”, recordó Luis.
Toda la tarea fue registrada con fotos, sesión a sesión, cada sábado por la mañana. La encargada de registrar estas imágenes fue Ana Stasyszyn: “Aprendí muchísimo, de ciencia y de fotografía. Uno aprende a leer desde el lenguaje corporal de la gente al fotografiarlos mientras trabaja. Hasta cómo colocarte en cada momento para registrar lo más exacto posible cada objetivo. El tema de la luz que hay al mediodía. Un montón de cosas”, explicó la fotógrafa.
Luego de esta etapa el grupo de voluntarios, colaboradores del Museo Harberton y personal del CIRCA, espera la llegada de un especialista en ensamblado de esqueletos, desde Puerto Madryn, que vendrá a capacitarlos para la tarea. Pero además de la parte científica, todos los voluntarios destacan lo compartido en este año que llegó a su fin: ”Como les pasaba a los selk’nam que se convocaban alrededor de las ballenas que se quedaban varadas para aprovechar la carne y la grasa; a nosotros nos pasó algo similar. Nos congregamos y nos conocimos a través de este acontecimiento. Con fines diferentes, queriendo estar cerca de estos seres que están en el fondo del mar y no vemos todos los días. Pero nos pasó eso de conocernos, de encontrarnos”, dijo Tabaré.
“Para mí como docente hoy, esta es una experiencia que se relaciona con la identidad fueguina. Y este proyecto me parece que es una manera crucial de construir identidad fueguina; para generar vínculos con los elementos que constituyen esa identidad, desde la flora y la fauna, algo que sucede en la costa fueguina. Si bien fue complejo el trabajo, es una forma de revalorizar lo nuestro también. La cuestión del encuentro, de compartir algo en común, es algo muy conmovedor. Y realmente no es algo que se ve todos los días una ballena en la costa”, dijo Facundo.
“En la vida tenemos el encuentro de la ciencia, la filosofía, la mitología. Y acá pasó lo mismo. Yo aprendí de Facu, de Taba, de Ana, de todos. Y tenés elementos de todas esas cosas”, concluyó Rubén.