Biblioteca Schmidt: Una institución que resiste ante los avatares tecnológicos

RIO GRANDE.- El trajín de la cotidianeidad y las transformaciones que acontecen en Río Grande día a día, producto del crecimiento demográfico entre otras cuestiones, en muchas ocasiones, provoca que recorramos la ciudad, sin detenernos a mirar, a reconocer, a observar sus particularidades.

Eso ocurre al caminar por San Martín 438, allí se ubica una casa añejada, de color blanco, techos de tejas descoloridas, un jardín con cuantiosa vegetación; es la biblioteca Popular Eduardo Schmidt (h), que en 1953 abrió sus puertas para ser la primera institución de esa índole, en la ciudad.
Institución

La Biblioteca posee material que sirve, fundamentalmente, para niveles iniciales, primario y secundario. Sí, posee una importante cantidad de novelas, cuentos y ensayos de todo tipo. Y por supuesto año a año incrementa su patrimonio con la ayuda de la CONBIP, (Comisión Nacional de Bibliotecas Populares)

Además, la Conabip, les envía un subsidio de 20 mil pesos por año para el mantenimiento de las instalaciones, y también los ayudan con la compra de libros a precio reducido durante una feria que se realiza en Buenos Aires, los primeros días de mayo.

“Este año se compraron casi cien libros. Actualmente se posee 30 mil libros a disposición de la ciudadanía”, exalta Tomás Hipólito Cruz, titular de la Asociación Civil.

Los colegios interesados en realizar visitas, pueden acercarse, para interiorizarse sobre la modalidad y horarios, manera ésta de acercar e incentivar, a los más chicos, al mundo de la lectura, de la imaginación y del conocimiento.

Asimismo, Cruz señala que también reciben ayuda económica de la Municipalidad, cifra que colabora para efectuar el balance anual de la institución que luego es presentada en asamblea ante los socios.

En tanto que la Comisión realiza sus labores ad honorem; el personal que cumple funciones pertenece a planta permanente del Ministerio de Educación de la Provincia, y además trabajan diez personas enmarcadas en la modalidad de “Planes”.

“La municipalidad nos ayuda a mantener los jardines, y a efectuar la desinfección de la institución” contó el referente del espacio cultural, al tiempo que lamentó que a pesar de existir una Ley, la 643 sancionada en 2004, que establece beneficios para este tipo de instituciones, nunca los han conseguido.
Vecinos comprometidos

“Don Cruz”, se escucha que el personal lo llama para realizarle algunas consultas, mientras aguardamos para efectuar la entrevista en una oficina, cálida, repleta de libros, colecciones que esperan su nomenclatura, paredes descascaradas y escritorios con sellos añejos.

“Este es mi tercer mandato, cada uno de dos años” cuenta Cruz a El Sureño, y al ser consultado sobre el numero de usuarios que asisten a la institución, cometa que sigue en aumento, a pesar del gran acceso a Internet que posee la gran mayoría de las familias en Río Grande.

El Coordinador, dice que los que más se acercan son los que “recién llegan a la isla”, y a su entender son los que aprovechan los tiempos, “eso es lo que hemos notado, muchos vienen por la tarde, consultan, o si son socios se llevan el material a su domicilio”.

Cuenta que su número de socio es el 20, y actualmente la cifra sobrepasa los 2 mil. Pero existe un margen de cien socios por año que son verdaderamente activos y pueden participar de las asambleas.

“Esta biblioteca es privilegiada desde sus orígenes. Somos parte de la comunidad” opina con orgullo Don Cruz; aquí se realizaban reuniones del Automóvil Club, o del Club Social, recuerda.

Afirma que su labor la cumple en agradecimiento por todo lo que le brindó la ciudad, que le permitió -como a muchos que llegaron en busca de un mejor futuro- formar y crecer en familia.

“Uso el tiempo libre al servicio de la biblioteca, muchos prefieren quedarse en su casa, pero pienso en servir, durante los años que me quedan”, compartió.

Cuando llegó a Río Grande, en los años 70, desde la provincia de Salta, se acercó a la biblioteca en busca de lectura que le brinde apoyo en épocas de soledad.
Un poco de historia

El 8 de abril de 1953 el presidente de la Asociación de Vecinos, Oscar Barabino, fue el encargado de expresar las palabras que daban el puntapié inicial a la puesta en marcha de la biblioteca del “pueblo”.

Todo comenzó a partir de un acto solidario, es que Eduardo Schmidt, vecino de la ciudad, luego de perder a su único hijo, decide con su esposa regresar a Europa, y de ese modo tomó la decisión de donar su casa y absolutamente toda la bibliografía que allí se encontraba a la Asociación Vecinal.

“Así, pues retomamos en el ámbito de su espíritu toda la potencialidad generada de ese ser, no halló mejor medio de expresarla que crear un centro donde por siempre cada cual halle, desde el niño al hombre, el camino para saciar sus inquietudes espirituales”, dicen la palabras del doctor Barabino.

“Es por ello, por la fuerza de su inspiración, por la nobleza de sus fines y por la magnitud de su proyección futura, que esta obra merece nuestro respeto, nuestro reconocimiento y el más decidido apoyo, de todos los que aquí habitamos, sin excepción”.

En rigor, hay que retrotraerse en el tiempo para comprender el tenor de las palabras y de qué manera eran utilizadas, por ese entonces para expresar sus ideas.

La Biblioteca posee material que sirve, fundamentalmente, para niveles iniciales, primario y secundario.
La Biblioteca posee material que sirve, fundamentalmente, para niveles iniciales, primario y secundario.