Se publicó recientemente una investigación que estudia la evolución histórica de los ecosistemas marinos en la costa este de la Isla Grande de Tierra del Fuego en el Holoceno medio, es decir hace entre 6.000 y 5.000 años. El equipo estuvo integrado por investigadores del CADIC y de la Universidad de Barcelona (España). Biólogos y arqueólogos, estudiaron las poblaciones costeras de merluza, la comunidad de peces de la que formaban parte y las características de su hábitat.
RIO GRANDE.- Actualmente, en las costas de Tierra del Fuego, no hay merluzas. Las poblaciones cuyos rastros aparecieron en sitios arqueológicos fueguinos, hoy se agrupan la zona cercana a Comodoro Rivadavia.
Cinco o seis mil años atrás, en Tierra del Fuego, la temperatura de la superficie marina era, en promedio, entre 4ºC y 5°C más alta que la actual y el nivel del mar avanzaba unos tres kilómetros tierra adentro. Pero, cómo es que se pueden obtener esos datos: “Nosotros somos un grupo de arqueólogos que trabajamos en la zona de la Costa Atlántica, y nuestro interés fundamental es saber cómo vivían las poblaciones originarias. A partir de ahí dentro de los sitios arqueológicos encontramos diferentes tipos de evidencia, y una de esas evidencias es el recurso faunístico: los animales de los que se alimentaban. Entre ellos, encontramos restos de pescados”, explicó Myrian Álvarez, arqueóloga Investigadora de CADIC-CONICET.
Eran lo que comían
María Bas López, estuvo a cargo de toda la investigación, ya que realizó con ella su tesis doctoral. “A ella como bióloga, le interesaba ver junto a su codirector de tesis, desde Barcelona, cómo cambió el ambiente a lo largo de los últimos 6 o 7 mil años. Y los sitios arqueológicos son una fuente de información. Porque los biólogos actuales pueden estudiar la composición de la fauna actual: Qué animales hay, dónde viven, pero qué pasaba hace miles de años, la única manera que hay de saberlo es a partir de la fauna que alimentaba las poblaciones originarias”.
Luego del a investigación, se estableció que probablemente hacia el oeste hubiera una mayor presencia de bosques en toda la región, con guanacos, tuco-tucos y diversas especies de aves marinas y continentales de los cuales se han encontrado restos en los sitios de estudio.
“En este ambiente, cerca de la costa, habitaban grupos cazadores-recolectores-pescadores y el estudio de los sitios arqueológicos permite inferir que esos espacios eran asentamientos, hábitats en donde preparaban y consumían alimentos, entre ellos merluza. Pero, además se consumían vegetales como leña para los fogones y se tallaban artefactos en piedra (líticos) para trabajar madera, hueso y pieles de animales”, aseguró Iván Briz i Godino, investigador adjunto del CONICET en el CADIC.
“Estas poblaciones de merluza que estaban en la costa, con el enfriamiento del agua durante períodos posteriores (Holoceno tardío), probablemente se desplazaron hacia el norte (actualmente en la costa de Comodoro Rivadavia) y a mayor profundidad en el norte de la costa atlántica de Tierra del Fuego”, describe María Bas López, primera autora del trabajo.
Las preguntas
Las preguntas que permite responder esta investigación, tienen que ver con como cambió el ambiente marino, los recursos, la disponibilidad de ellos, los grupos humanos de hace seis, cinco, cuatro y hasta mil años que es periodo estudiado.
“Una de las cuestiones es que aparecía en los sitios arqueológicos un recurso que era la merluza argentina. Era muy poco probable que estas poblaciones se pudieran explotar sin medios de navegación. Esta especie hoy se encuentra más al norte de la Patagonia, porque necesita de aguas más cálidas. La pregunta era cómo habían aparecido esas merluzas en un sitio arqueológico. Y a partir de ahí surgió la posibilidad de empezar a ver cómo eran las condiciones de ese momento de la costa atlántica fueguina”, explicó Álvarez.
Un tema, más allá de lo meramente científico, es la utilidad que se le puede dar al conocimiento obtenido. En el artículo publicado en el sitio de CADIC, se explica que a partir de modelos matemáticos se sabe que el calentamiento global continuará produciendo un aumento de la temperatura en todo el planeta. Se espera que la distribución y abundancia de peces en todo el mundo, se modifique nuevamente.
“Esto es algo que se plantea mucho al momento de hacer ciencia. Qué es lo útil para nuestra sociedad, qué estudiar. Vivimos en un país con pobreza, entonces se debate mucho qué priorizar cuando uno hace ciencia”, reflexionó la investigadora.
Y agregó: “La utilidad es conocer la memoria, la historia de las poblaciones originarias, que es algo importantísimo, pero además, en este caso tiene otra cuestión interesante, porque se encuentra en un sitio arqueológico una especie de pez que en la actualidad se encuentra más hacia el norte. Y el saber qué es lo que pasó es importante. Hoy sabemos que en ese momento había una temperatura en el mar mucho mayor”.
Tiempo al tiempo
Álvarez sostuvo que es muy difícil cuantificar el tiempo que llevó este trabajo en particular. Desde encontrar los sitios arqueológicos, excavarlos, recuperar y procesar el material: “Esto forma parte de una tesis doctoral orientada a hacer ecología histórica, es sólo uno de los puntos que se tocó. Y la tesis llevó cinco años. Dentro de eso estuvo este trabajo. En este caso también lo interesante fue que hay dos especies de merluza en el Atlántico Sur: merluza Austral y la Merluza Argentina. En el sitio arqueológico vos encontrás solamente huesos, y es muy difícil identificar a que especie pertenecen. Parte del trabajo se hizo con un estudio de ADN, eso requirió un procesamiento de las muestras que se llevaron afuera, no es que de un año para el otro sale todo”, detalló la arqueóloga.
En cuanto a la rutina del grupo de investigadores, Myrian Álvarez, describió: “Depende de la época del año, pero al estudiar poblaciones originarias necesitamos datos de campo, descubrir los sitios arqueológicos, recuperar materiales. Ya en la excavación, es levantarse temprano a la mañana, trabajar en situaciones climáticas adversas aunque sea verano, porque sabemos cómo es el clima en Tierra del Fuego. Generalmente dormimos en carpa, estamos lejos de la familia; pero después de un desayuno, nos ponemos a trabajar. Es una tarea minuciosa, trabajamos con pinceles, cucharines, gracias a lo cual podemos, por ejemplo, recuperar la vértebra de un pescado, muy pequeñita entre el barro y la tierra”.
Luego, el trabajo en el laboratorio, consiste en limpiar acondicionar, envasar y registrar todo el material recolectado en el campo. Esos datos se pasan a una computadora y se analizan en función del problema que se quiere resolver. Cada dato, conlleva diferentes acciones: “A cada evidencia, se le ‘hacen preguntas específicas’ luego de eso, recién se culmina en un trabajo que se presenta en una conferencia, o de publica, como en este caso”, indicó Álvarez.
La nota completa sobre la investigación, se puede encontrar en https://cadic.conicet.gov.ar/volver-al-futuro-en-tierra-del-fuego/.
Pero más allá de las respuestas de la ciencia, y las conclusiones, lo que deja cada investigación es casi inconmensurable: “Siempre lo que me permite es reafirmar la utilidad de la ciencia para resolver problemas. Que muchas veces no se ve de manera inmediata, pero esto demuestra cómo la ciencia puede contribuir al mejoramiento de los seres humanos”, concluyó Myrian.