Mara Capdevila, encontró en la Patagonia, más específicamente en Camarones, el hogar donde reside desde hace más de 25 años. Rodeada por el mar y la estepa, sus raíces se entrelazaron, inspirándola a crear un emblemático emprendimiento local: Alma Patagónica, un restaurante donde los productos locales son los protagonistas indiscutidos.
CHUBUT.- Mara tiene 52 años y nació en Córdoba. Es una mujer con raíces tejidas entre las sierras cordobesas y los vientos patagónicos. Su vida la fue llevando por diferentes caminos hasta que encontró, en la pintoresca localidad de Camarones, no solo un hogar, sino una fuente de inspiración para un proyecto que le cambió la vida, el restaurante “Alma Patagónica”.
Con un largo camino recorrido que la llevó hasta el corazón de este pueblo costero, Mara recuerda con afecto los primeros pasos que la vincularon a Camarones.
“Cuando llegué a la Patagonia, a los 26 años, me establecí primero en Comodoro Rivadavia. Allí formé mi familia y nació mi hijo. En 2005, junto a mi padre, emprendimos nuestro primer proyecto turístico en Caleta Sara, dentro de la reserva Cabo dos Bahías. Y en 2008, me mudé con mi hijo a Camarones, donde comencé a trabajar en iniciativas de concientización turística en la escuela y a compartir charlas informales en la radio con los lugareños”, relató la emprendedora.
Fue precisamente esa interacción con la historia y las personas de Camarones lo que impulsó a Mara a crear Alma Patagónica Restaurante. Ubicado en un edificio que en la antigüedad fue el Hotel España y luego un bar, el restaurante es un testimonio vivo del pasado. Un museo en pie que guarda la esencia de lo que fue con la esperanza de lo que viene. “Camarones es como un viaje al pasado. Conserva muchos de sus edificios de chapa acanalada que son del siglo pasado”, destaca Mara.
Alma Patagónica y una historia pintoresca
La construcción donde se encuentra Alma Patagónica guarda una llamativa historia que es, además, parte del valor cultural del pueblo.
Su origen tiene raíces en un juego de cartas entre el dueño del antiguo Hotel España y el propietario del bar local de Camarones. Durante una fría noche de invierno, incitados por múltiples copas de ginebra, los hombres, ya sin dinero en mano, fueron por más y apostaron sus propiedades: el hotel versus el bar.
El español Morán ganó la partida y se le ocurrió una idea. El bar, era una estructura de chapa inglesa desmontable. A Morán se le ocurrió usar troncos de palma como rodillos para trasladar todo el mobiliario que estaba ubicado a 300 metros de su hotel. Esta cruzada épica, duró más de veinte días y contó con la colaboración de toda la comunidad.
A lo largo del siglo XX, el bar continuó operando, pero el hotel cerró sus puertas. Mara, quien se enamoró de la Patagonia y de sus historias, vio en este espacio la oportunidad de crear un punto de encuentro que celebrara la esencia de Camarones y su rica herencia cultural.
En 2010, revitalizó el emblemático edificio de chapa inglesa con una visión clara: convertirlo en un restaurante, el hoy emblemático “Alma Patagónica”, un lugar donde los productos locales protagonizan la propuesta gastronómica.
Hoy, Alma Patagónica es mucho más que un restaurante. Es un símbolo de la comunidad camaronense, donde los sabores auténticos y la historia local se encuentran para ofrecer una experiencia gastronómica única. Mara junto con Ariel Giorgetti, su compañero de vida, continúan honrando la tradición del lugar con platos basados en recetas familiares y locales, asegurando que cada visita a Alma Patagónica sea un viaje en el tiempo y una celebración de la esencia local.
Un nombre especial
El nombre “Alma Patagónica” no fue elegido al azar: “Lo elegí por lo que sentí al conocer la esencia de Camarones: tiene alma tehuelche, la de sus primitivos habitantes; alma rural, la de los pioneros que hicieron de la lana de Camarones un producto único en el mundo; y alma marina, con su puerto natural, la pesca artesanal y su rica biodiversidad marina”. Este concepto impregna cada rincón del restaurante, donde cada objeto refleja la identidad y la historia única de Camarones.
El menú de Alma Patagónica es un homenaje a los sabores locales: mariscos frescos, pescados de la región y el imperdible estofado de cordero son algunos de los platos que los visitantes pueden disfrutar.
“Nuestros platos están basados en recetas tradicionales, algunas de mi papá y otras de Ariel, que es un cocinero excepcional. Con mi papá inauguramos el restaurante en 2010 y la especialidad eran las empanadas de salmón y el estofado, platos que siguen siendo un éxito hoy”, comparte Mara.
Alma Patagónica no solo atrae a turistas ávidos por explorar los sabores auténticos de la región, sino también a los habitantes locales que encuentran en el restaurante un lugar de encuentro y celebración de la identidad de Camarones. “Acá no hay lujo ni pretensiones gourmet. Somos gente sencilla que cocina con amor y disfrutamos mucho conectando con quienes nos visitan a través de nuestros platos”, concluyó Mara.