Una de las obras que marcó un momento importante de la vida de Río Grande es, sin dudas, la construcción del puente General Mosconi. De esa obra fue partícipe Carlos Julio Torres Carbonell quien, en diálogo con El Sureño, brindó algunos detalles de la vida riograndense.
RIO GRANDE.- Según explicó en su editorial el licenciado Fabio Seleme, “las construcciones hacen devenir los espacios en lugares, ligando una pluralidad de elementos a un significado que, conexo con las formas, atesora una identidad. Construir es así el resultado de un deseo políticamente instituyente que, al ser pensado en sus sentidos explícitos y latentes, finalmente resulta, para quienes habitan lo construido, un pensarse a sí mismos, ya que la razón de la construcción conlleva una particular forma de situarnos en el mundo.
En ocasiones esas construcciones son tan articuladoras y centrales que determinan el sentido de una trama urbana completa. En Río Grande esto es lo que sucede con el puente General Mosconi que, a pesar de ser una obra de arquitectura plenamente funcional, por el área donde está enclavado, la apropiación social que ha experimentado y la especialización urbana que instituye, se vuelve núcleo simbólico organizador de la ciudad”.
Un poco de historia
El 20 de marzo de 1981 se inauguró el puente que luego se llamaría General Mosconi, con el homenaje de una viñeta de Dobal que reseñó oportunamente Mingo Gutiérrez.
Con una exquisita definición, Seleme explica que “el puente Mosconi, estructura en reunión y de manera definitiva de las dos orillas de la ciudad, las dos márgenes inequitativas que suponen su desbalance original y al que constituyeron primero con provisoriedad los boteros. Angostura mínima incluida en el trazado urbano, pero no sometido del todo a sus reglas en tanto elemento flotante, el puente Mosconi es vía y es frontera. Altar ritual de la circulación necesaria, los penosos tránsitos citadinos y los categóricos suicidios públicos y testimoniales.
Sin embargo, es la locación del puente lo que le da su singularidad distintiva, ya que, por su ubicación, el puente General Mosconi es el único en Argentina y de los pocos en el mundo, bajo el cual, cíclicamente y a diario, puede verse fluir el agua en ambas direcciones. Cauce abajo o cauce arriba, dependiendo del momento del día, el puente deja pasar las aguas fluviales que descienden o las aguas marinas que remontan”.
Un protagonista
Lo cierto es que la historia reciente de Río Grande cuenta con distintos protagonistas. Uno de ellos es, sin dudas, Carlos Julio Torres Carbonell, quien formó parte del equipo encargado de la construcción del puente General Mosconi.
Geógrafo Matemático Topógrafo, en su momento con 24 años, Torres Carbonell recordó algunos de esos acontecimientos. “A mí me contrató la empresa AUDISA, que fue la encargada de hacer esa obra”. Comenzamos con la construcción en septiembre de 1978 y lo terminamos en abril de 1981. La construcción del puente estaba programada para terminarlo en 36 meses pero lo terminamos a los 32 meses”. Para ese momento, “yo me había casado y ya tenía un hijo y decidí quedarme a vivir en Tierra del Fuego. Eso fue hace 44 años”. Hoy es padre de 6 hijos.
El puente lo comenzamos a construir, primero desde la margen norte y se llegó hasta la mitad del río y luego comenzamos a construir desde la margen sur y para mí fue un desafío porque debían coincidir ambas líneas. Eso para mí fue durante mucho tiempo una preocupación hasta que pudimos cruzar de un lado hacia el otro por arriba del puente que, en ese momento, lo hacíamos sobre tablones. Finalmente todo salió bien y no se requirió de una “S”, recordó con alegría.
Cuatro décadas
Hoy, a sus 68 años, y en su mirada, sobre lo que era Río Grande a su llegada y haciendo una comparación de lo que es Río Grande actualmente, 44 años después, Torres Carbonell rememoró algunas cosas puntuales. “Me quedaron en la cabeza las cifras del Censo que se hizo en ese momento. Se hablaba de una población de 9 mil personas en Río Grande y 6 mil en Ushuaia, Río Grande era un pequeño pueblo”. Hoy “no tiene punto de comparación el Río Grande de hoy con el que yo me encontré cuando vine a construir el puente Mosconi”.
Torres Carbonell, además de haber participado de la construcción del puente Mosconi, trabajó 15 años en el Municipio de Río Grande y otros 15 años en Vialidad provincial.
“A mí me tocó vivir todo el crecimiento explosivo que tuvo esta ciudad sobre todo a partir del 1985 y a consecuencia, todos los problemas de infraestructura que se vivieron a causa de ese crecimiento. En ese momento yo trabajaba en Obras Públicas y teníamos esa sensación de que las cosas se nos iban de las manos porque siempre corríamos detrás de los problemas”.
La Av. de Cierre, hoy Av. Juan D. Perón
Según el recuerdo de Carlos Torres Carbonell, el límite de la ciudad estaba en la Av. De Cierre que es lo que hoy es la Av. Perón. “La ciudad llegaba hasta ahí. Pero seguía llegando gente y se instalaban con sus casillas y sobrepasaron la Av. De Cierre hasta que llegaron a la orilla del río”.
Carbonell aseguró, de esa Av. De Cierre, algo particular. “A medida que nosotros rellenábamos la calle, de inmediato se instalaban casillas sobre la calle. Esa situación fue un problema a tal punto que la gente de la Cooperativa Eléctrica nos pedía colaboración porque debían hacer el tendido eléctrico pero no podían hacerlo porque estaban las casillas sobre las calles. Eran tantas las casillas que no se podía trazar una línea para poner los postes de luz. Lo cierto es que, para poder trazar esa línea, hubo que subir a un operador a una grúa para que, desde arriba de la línea de los techos de las casillas, trazara una línea para hacer el plano de la calle”.
En ese momento llegaba gente todos los días y todos los días llegaba gente a la Municipalidad para pedir ayuda social y de todo tipo”. Resumió en que “hubo 10 años de crecimiento descontrolado”.
Inauguración del B° “207 Viviendas”, hoy “2 de Abril”
Recuerdo que en el año 81 se construyeron esas 207 viviendas (hoy B° 2 de Abril que en ese entonces no tenía ese nombre porque fue antes del conflicto de Malvinas) y en ese momento, las autoridades provinciales buscaban candidatos para que se fueran a vivir a esas casas porque no había cantidad de familias como para cubrir las 207 casas y al año siguiente inauguraron otras 500 viviendas finlandesas, así que no se lograban ocupar. Ese era un Río Grande completamente distinto al que vivimos hoy en 2022”.
Su mirada a 101 años del nacimiento de la ciudad
Para mí es una alegría que la ciudad haya cumplido 100 años y es mayor esa alegría al saber que comenzamos a transitar un nuevo centenario. “Mi participación en la construcción del puente Mosconi siempre es una alegría. Recuerdo que cuando llegué la ciudad terminaba en lo que es ahora Gendarmería, y para el sur no había nada más. Muchas veces nos tocó ir hasta la obra del puente y lo hacíamos caminando porque para ese sector no había ni siquiera una traza de camino y lo que es ahora el AGP era todo campo. El camino que llevaba hasta lo que iba a ser el puente, se estaba haciendo.
La esperanza
Como la mayoría, Torres Carbonell tiene sueños cumplidos y otros por cumplir y también tiene esperanzas y sueños. “Ojalá que Río Grande siga creciendo y que sea para las nuevas generaciones esa misma ciudad de sueños que fue y es para muchos de los que la elegimos para vivir y para formar a nuestras familias.
“Mis hijos son unos enamorados de Tierra del Fuego y de Río Grande y yo también soy un enamorado de Río Grande. Yo decidí quedarme a vivir en Río Grande y fue una de las mejores elecciones de mi vida. Estoy completamente agradecido de lo que Río Grande me dio y lo que le dio a mi familia y a miles de familias que también eligieron a Río Grande para realizar su vida”.
La empresa era ODISA, Obras De Ingenieria SA, mi padre fue el ingeniero a cargo de la construccion, Ing. Jorge Eduardo Brawn, yo tendria 4 años en esa epoca.