Es una casa de té histórica en San Martín de los Andes, que ha sido puesta en valor y amplió su oferta con una experiencia centrada en una gastronomía tradicional y de excelencia.
NEUQUÉN.- La Casa de té Arrayán tiene la fama de tener la mejor vista de los atardeceres en San Martín de los Andes, y al llegar a la hora adecuada no hay más que aceptar que el rótulo es merecido.
El lugar es un clásico con historia, como un sueño que proyectó en 1936 Renée Dickinson, una joven inglesa que se enamoró del lugar y decidió quedarse para abrir una casa de té, que se hizo realidad tres años más tarde.
Hoy, tras un largo derrotero, este espacio emblemático dentro del Parque Nacional Lanín y patrimonio Histórico, Arquitectónico y Cultural de Neuquén desde 1995, vive un nuevo esplendor a partir de la adquisición y puesta en valor por parte de la familia Aristizabal. Ornella está al frente de todo el proyecto, que ya tiene una boutique lodge de solo cuatro habitaciones y pequeño espacio donde ocurre la magia con su pastelería.
Arrayán, una cabaña para deleitarse
Una cabaña pequeña, confortable y acogedora, es el espacio donde se puede disfrutar del brunch (desayuno abundante que se convierte en almuerzo) o del teanner (la fusión entre la merienda y la cena).
Para eso, la recomendación es pedir la impactante “Three Tiers & Tea”, una torre de tres niveles que mantiene el protocolo de los antiguos té ingleses, más la cocina que sale del horno a leña original de la casa.
En el primer nivel hay sándwiches con pan casero hecho con harinas alternativas (orgánicas, libres de agrotóxicos) como pan de centeno, integral y masa madre.
En el segundo paso llega la viennoiserie: pastelería de excelencia, como pan de chocolate, croissant, scons caseros con receta original y jaleas regionales.
Por último, el tercer nivel ofrece la posibilidad de elegir entre dos porciones de tortas (abundantes). La recomendable: chocolate blanco y frutos rojos y un clásico como el cheese cake. Una delicia, en su punto justo de humedad y dulzura.
Eso se acompaña con la otra especialidad de la casa, que son más de 20 tés únicos creados por la propia Ornella Aristizabal, quien, además de manejar el todo el lugar con conocimiento milimétrico de su funcionamiento, es una apasionada tea blender.
Con la vista en el lago Lácar
Disfrutar de todo eso, mientras se observa la calma del lago Lácar escuchando algunas de las cuidadas playlist especialmente armadas en el lugar, es todo lo que alguien puede pedir como un “premio” para cerrar el día.
Además, Arrayán propone dentro de su experiencia un recorrido por el bosque que integra sus tres hectáreas en un sendero que incluye un anfiteatro natural (donde también realizan eventos temáticos especiales), el “paseo de los sentidos” por plantaciones de manzanos, rosa mosqueta, frutillas, entre bosques de pinos y cipreses.
El empuje y tesón de su dueña no hace más que augurar grandes cosas para un espacio clásico dentro de San Martín de los Andes, que ahora no sólo quedó como visita obligada para los turistas, sino que también volvió a seducir a los locales. Fuente y fotos: Diego Tabachnik