El petróleo es un recurso fundamental de las sociedades y resulta imprescindible para la dinámica de nuestra civilización. Participa con el 35% en la matriz energética mundial, pero lo más significativo es que el 95% del transporte se mueve con derivados de este hidrocarburo.
RIO GRANDE.- El 13 de diciembre se celebra el Día del Petróleo en Argentina en conmemoración del descubrimiento de petróleo en Comodoro Rivadavia, provincia de Chubut, ese día del año 1907.
Apenas fue notificado del descubrimiento el presidente de la Nación, José Figueroa Alcorta, decretó «una reserva fiscal de 5 leguas a todo rumbo, tomando como centro el de la población de Comodoro Rivadavia», para proteger los recursos de petróleo encontrados en aquel lejano territorio.
La economía argentina de principios del siglo XX se basaba en la rentabilidad de las empresas agropecuarias, por lo tanto, los servicios públicos y la energía se pensaban en función de esa estructura agroexportadora. En aquel momento la principal fuente de energía era el carbón, que se utilizaba para el ferrocarril, en la industria y para generar electricidad. En 1907 el uso del petróleo era mínimo en la Argentina, pero ya en esa época comenzaba a comprenderse su valor estratégico y a avizorarse su desarrollo futuro. El general Enrique Mosconi fue quien mejor entendió los nuevos escenarios que abría el petróleo e impulsó, en 1922, la creación de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), la primera empresa petrolera nacional integrada verticalmente dedicada a la explotación, el refino y la comercialización.
En la Argentina, la matriz energética está conformada por el 51% de gas y el 35% de petróleo, por lo que resulta fundamental la explotación de estos recursos para sostener nuestro desarrollo económico y social.
Además, el petróleo y el gas sirven como materia prima para una gran cantidad de productos de uso cotidiano sin los cuales nuestra forma de vida actual sería impensable: plásticos, medicamentos, fertilizantes, pinturas, elementos de limpieza e higiene, fibras textiles, etcétera.
En la actualidad, la Argentina tiene una nueva gran oportunidad para el desarrollo de los hidrocarburos: el no convencional. Según los estudios internacionales más prestigiosos, nuestro país se ubica en el segundo lugar a nivel mundial por sus recursos no convencionales de gas y cuarto en relación con el petróleo. Ese gran potencial nos abre un nuevo escenario para lograr el autoabastecimiento y consolidar la soberanía energética que nos garantice un crecimiento sustentable.
Enrique Mosconi y el progreso como fuente de progreso
Hablar del petróleo argentino no es hablar meramente de un recurso natural, sino del debate sobre la propiedad y usufructo de los recursos energéticos del país o, como decía Mosconi, de “la fuente del progreso moral y material de los argentinos”. El conocimiento de la existencia de petróleo en estas tierras nos remonta al siglo XVII, específicamente a Salta, aun cuando no se supiera de todas sus potencialidades.
La explotación privada se remonta al siglo XIX, tal como se intentó en Mendoza, aunque fracasara. Pero recién hace poco más de 100 años, el 13 de diciembre de 1907, se puede dar por iniciada la historia petrolífera argentina, cuando dos operarios nacionales enviaron desde Comodoro Rivadavia un telegrama a Buenos Aires explicando que en lugar del agua que buscaban, se habían topado con petróleo a 535 metros de profundidad. Al día siguiente, el Estado argentino comenzó a regular firmemente la producción del petróleo en el país, creando una reserva pública a la cual a las empresas privadas se les vedaba el acceso.
Provincias productoras
La producción argentina se divide en cinco grandes cuencas: la mayor de todas es la neuquina (provincias de Neuquén, algo de Río Negro y Mendoza), seguida en segundo lugar por la de San Jorge (provincias de Chubut y norte de Santa Cruz, con centro histórico en Comodoro Rivadavia).
Sin embargo, las opiniones al respecto divergían entre los diferentes espacios políticos y el mismo gobierno cedió terrenos adyacentes a las reservas fiscales a distintos capitales privados. Desde entonces, la disputa entre la producción estatal y la privada (incluida la importación) fue en aumento, a la par que crecía la demanda de combustibles.
Con el advenimiento del yrigoyenismo y el creciente protagonismo de grupos de militares con ideas económicas nacionalistas, el Estado adquirió poderosas herramientas para competir, entre ellas, Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), creada en julio de 1922.
Tras adquirir presencia en todas las etapas del proceso productivo (extracción, refinación y comercialización) y habiendo logrado previamente el autofinanciamiento (es decir, sin precisar la ayuda del gobierno nacional), YPF pudo enfrentar una “guerra de precios”, obligando a las distribuidoras extranjeras como Standard Oil y Dutch-Shell a disminuir sus pretensiones.
Al mismo tiempo, el gobierno radical intentaba hacer aprobar varios proyectos de ley que establecían el monopolio estatal sobre toda la actividad, iniciativa que logró avanzar en Diputados, pero quedó varada en la Cámara de Senadores.
Entonces, en medio de una campaña de desprestigio del gobierno de Yrigoyen, que culminaría más adelante con el Golpe de Estado septembrino, el Poder Ejecutivo decidió por decreto, el 30 de diciembre de 1929, crear el Instituto del Petróleo, manifestando así la firme decisión de defender el petróleo nacional.
Por iniciativa del rector de la UBA, Ricardo Rojas, el instituto estaría abocado al estudio y especialización de todo lo referente al petróleo y sus derivados. Fuente: www.elhistoriador.com.ar