SAN MARTÍN DE LOS ANDES (Por Oscar Sarhan).- Con una llovizna mansa, la ciudad vive hasta hoy su Fiesta Regional Patagónica de Teatro. Pasaron una decena de obras con sus respectivos grupos.
Esta noche podrán verse las dos últimas funciones programadas. A partir de las 21, en la Sala de Exposiciones vuelve a presentarse «Irma» (cierro los ojos y veo), de Villa La Angostura, representante de Neuquén. Actúa Mariela Roa, con la asistencia de dirección y producción de Gustavo Romero. La dirección es de Marina Carrasco.
En Cotesma, a las 21, sube a escena el grupo de Santa Cruz «Ideart (Teatro)», con la pieza «¿Quienáy?» de Raúl Kreig. Integran el elenco: Alejandra Álvarez, Valeria Cano, Carmen Coronel, Beatriz Altamirano e Iris concepción. Técnico de luces, Miguel Miranda, y de sonido, Mario Morici. La dirección corresponde a Javier Rivelli. Los teatristas de la Patagonia están aquí.
Cada elenco representa a una provincia, y como suele suceder en este tipo de encuentros, hay entre los grupos intercambios de opiniones, charlas de sobremesa, comentarios de los trabajos, y por sobre todo, se propician los momentos para confrontar las experiencias de cada uno en su lugar de origen. De no ocurrir esto, ningún eslogan puede sostener lo que no sucede: ni fiesta ni celebración, da igual el nombre con que se lo llame. Si en el movimiento de toda una región para propiciar el encuentro, la flecha va y no vuelve, entonces estamos ante la presencia de artistas que llegan, muestran sus obras, comen y se van.
Para el Instituto Nacional del Teatro (a través de sus representantes), gran promotor y organizador de estas fiestas, llegar a buen puerto es alcanzar ese objetivo que no sólo tiene que ver con la concurrencia del público a las salas, sino también con que los grupos participantes vuelvan a su lugar con más ansias de seguir trabajando, habiendo compartido tres, cuatro, cinco días, junto a colegas con los que pudieron confrontar sus trabajos y a partir de la otra mirada, saber dónde están y hacia dónde van.
Es ahí, en ese espacio desarmado, «sin sentencias», donde los grupos se nutren entre ellos. El intercambio existe, y las horas se van dichosas, porque los actores son dichosos por lo que ocurre. A lo largo de treinta años de encuentros y festivales, he visto muchas variantes de «celebrar el teatro».
Esta Fiesta Regional Patagónica se cierra hoy a la noche con lluvia y alegría. Tal vez no todos los grupos pudieron encontrarse en la charla amena, pero sí existió la comunión. No sólo porque cada noche los teatros estuvieron rebosantes de público sino porque hubo talleres, como el de dirección del mendocino Víctor Arrojo, y el de Julieta Tabbush con su «Cine a mano», técnica obsoleta -según la profesora- pero que sigue convocando a partir de las múltiples posibilidades que ofrece la luz y por ende sus sombras.
De los retroproyectores salieron historias animadas que nacieron y murieron en esas horas de la mañana. Del negro al negro, un abanico de colores, de formas y texturas, descubrieron cuán primitivo es volver a jugar con la luz.
También hubo visitas, como la del teórico José Luis Valenzuela y de la actriz Cecilia Arcucci, quien viene de recibir en Salta, en la Fiesta Nacional de Teatro, el premio a la Trayectoria Artística por la región Patagónica.
La solidaridad sigue siendo el capital de los artistas. Hasta el abrazo todos, que no es aplauso, sino abrazo, porque seguramente nuevas asistencias técnicas, envíos de textos, y nuevas asociaciones de teatro se seguirán conformando. Hasta el abrazo porque ya vemos que las obras del programa pasaron, y los teatristas quedaron. Villa La Angostura necesita un teatro y para ello desde este encuentro se preparó una nota con firmas para el Intendente. Entre nomenclaturas y decretos, sólo una frase: el teatro le hace bien a la gente.
