¿Sabías que cada ser humano sobre la faz de la tierra es recordado no por lo que hace o deja de hacer, sino por los problemas que provoca o que soluciona? Mucha gente consume la mayor parte de su tiempo y de sus fuerzas en darles vueltas y vueltas a las dificultades que enfrenta, en lugar de buscar cómo resolverlas. Es así que viven repitiendo frases negativas tales como: es terrible, esto no tiene salida, nunca nada cambia, todos hacen lo mismo, etc.
La queja es una verdadera pérdida de tiempo, pues no nos lleva a nada sino que nos mantiene estancados en la misma situación, a veces de por vida. Para convertirnos en personas que resuelven problemas y obtienen resultados, te invito a considerar las siguientes acciones:
- Cambiar las ideas que no funcionan por aquellas que sí funcionan
La mente trabaja sobre la base de lo que creemos. Si nuestras creencias no nos resultan útiles, debemos reemplazarlas. Quizás tuviste una idea hace años que te reportó buenos resultados, pero hoy no te sirve. Entonces es el momento de tomar la decisión de encontrar una idea que sí funcione. El famoso barco Titanic se hundió porque la gente que viajaba en él creía que ni Dios lo podía hundir. Por esa razón no proveyeron de la cantidad de salvavidas que podrían haber salvado a miles. Una creencia te puede salvar o te puede hundir.
- Observar todo el panorama
Tenemos que mirar el cuadro completo, es decir, la meta o el final del recorrido con éxito. No te enfoques en detalles que te distraen, si activás el “zoom” a lo lejos, verás que tu sueño sigue intacto y estás más cerca de alcanzarlo de lo que te imaginás. Cuando uno observa todo el panorama, no los retazos, es capaz de darse cuenta que todo lo vivido, aun lo negativo, lo ayudó para bien. Donde hoy te encontrás no es todo lo lejos que podés llegar sino solo una estación en el viaje de la vida.
- Extender nuestros límites
Si nuestros límites son pequeños, nuestro territorio, nuestros resultados y nuestros sueños serán pequeños. Incluso en medio de una crisis, siempre podemos extendernos. Aunque la presión sea grande. Todos podemos aprender a ensanchar nuestros límites. Y, cuando lo hacemos, también se ensancha nuestra capacidad de soportar las dificultades y seguir adelante. Independientemente de lo que te haya pasado en la vida o de las equivocaciones que hayas cometido o de la edad que tengas, siempre es posible extender las alas y volar.
- Jamás darse por vencido
Es en el punto máximo de una dificultad, en el peor momento, que no debemos hacer nada. Solo descansar y no perder de vista aquello que vimos con el zoom más allá de la tempestad. Siempre aparecerá una ayuda, un contacto, una puerta abierta. Pero nunca jamás hay que tirar la toalla, sino por el contrario resistir hasta que todo se calme y vuelva a salir el sol.
Aunque la realidad te hable lo contrario, naciste para resolver problemas y en medio del descanso es cuando vienen las mejores ideas y soluciones que te sorprenderán y te llevarán a destino.