La danza nace en el ser, sí, pero no todos la desarrollan, sólo los valientes. Porque el sacrificio es muy grande.
RIO GRANDE.- La historia con la danza de la profesora Cora Itatí Leguina comienza allá por 1984 a sus 4 años. Su primera maestra fue quien dejó su marca en Cora, física y espiritualmente para toda la vida.
“Todos los hijos de los ypefianos teníamos la posibilidad de hacer uso de los espacios y actividades que se realizaban en el Club YPF, entre todas esas actividades estaba la de danzas. Una visionaria que nos formó en danzas clásicas, danzas españolas y gimnasia deportiva de manera conjunta”, comentó Cora.
Luego continuó su formación en el Instituto Fama, de una profe recibida del Colón que estuvo un par de años en la Isla.
“Con ella aprendí muchísimo y gracias a su tenacidad, hasta el día de hoy mantengo ciertas aptitudes físicas, 30 años después, dijo la bailarina.
Ya en la preadolescencia siguió en la danza, bailando danzas clásicas y españolas con la maestra Yamili Fazarri y de manera paralela a bailar danzas folklóricas en la Escuela N°8 con la seño Susana Rosas, que fue quien la inició en esta categoría.
“Con ella realicé mi primer viaje a la provincia de Córdoba a un festival infantil en La Cumbre’, recuerda.
Realizó patín artístico, Gimnasia rítmica, Gimnasia deportiva también. Asimismo, comenzó a participar de los Talleres Municipales de Folklore, de las cuales sus primeras clases fueron con el profesor Walter Freyre. Finalmente completa sus estudios con los profesores Viviana Torrado y Víctor Hugo Fernández. Y allá por el año 1994 Víctor Hugo la convoca para integrar el Ballet Río Grande.
Mis proyectos a futuro son con mis alumnos, “mis pollos”, que hoy están caminando algunos de mis pasos, a los cuales estoy transmitiendo mis conocimientos para que superen cada instancia que se propongan
“Fueron muchos años de aprendizaje, de sacrificio, de alegrías, de viajes; muchas experiencias que me marcaron y me convirtieron en la profesional que hoy soy. Incursioné en Tango y Flamenco también.
Con el Ballet Río Grande, que el maestro retitulara ‘Ballet Río Grande Argentina’ tuve las mejores experiencias escénicas: el Festival de la Patagonia, en Punta Arenas, Chile, obteniendo los mayores premios en incontables años, Cerro Sombrero, Porvenir; Santa Cruz, Chubut, Festival del Maíz en Chacabuco, Buenos Aires, Catamarca, tantos que no sé si los recordaría a todos…
En el año 1999 Víctor Hugo emprende la escuela privada de Danzas Nativas y Folklore Atahualpa, en la cual acompañé desde el primer día ya como Profesora. Realicé un segundo profesorado con la Escuela Abriendo Surcos, de San Luis”.
“En el año 2000 hicimos un viaje de 21 días a Europa, donde bailamos y compartimos experiencias con grandes maestros como Sara Lezama, en Madrid, San Lorenzo del Escorial, San Sebastián y el País Vasco. Conocí los mejores teatros que haya visto, fue una experiencia inolvidable. En 2002 cumplo el mayor sueño de cualquier bailarín de folklore, el Ballet Río Grande se presenta en el escenario mayor de Cosquín, representando a nuestra Provincia. Sólo quien lo vive puede entenderlo… en esa gira también estuvimos en los Espectáculos Callejeros y Peñas Oficiales, y en un Festival de Catamarca y otros de Córdoba, fue hermoso”, contó Cora Leguina.
Su vida alrededor de la danza
La vida llevó a Cora a conocer muchísima gente de la mano de la danza, sus grandes amigos de la vida son fruto de la danza, tantos artistas nacionales e internacionales, funcionarios de distintos lugares del mundo con los que ha compartido escenarios, comidas, mates, charlas.
La danza es una forma de vida, es una elección. Todos podemos bailar, algunos por placer, otros por amor, algunos para subsistir, otros para enamorar… yo elijo la danza por todas y cada una de ellas
“Después de haber compartido casi 19 años de mi vida con Víctor Hugo, hoy miro hacia atrás y agradezco todas las oportunidades artísticas vividas. Todo fue con mucho sacrificio, porque la vara de estar al lado del mejor maestro de la ciudad era muy alta, pero lo que aprendí desde el primer día es que en este rubro se debe estudiar siempre. En cada lugar que visité siempre me ocupé de hablar con su gente, recorrer museos, recoger bibliografía, realizar cursos de capacitación con cada maestro lugareño, observar y escuchar”.
Escuela de Danzas Atahualpa, su proyecto actual y futuro
“La Escuela de Danzas Atahualpa, hoy a mi cargo, cumplió 21 años formando alumnos, bailarines. Y digo “formando” porque esa fue y es la razón de ser de esta escuela, enseñar a sus alumnos desde muy pequeños el A, B, C de nuestras danzas, y desde ahí convertirlos en bailarines completos, estudiosos, interesados por nuestras raíces; criteriosos a la hora de diseñar un vestuario, revisando libros para no cometer errores en la selección de la música, coreografías que condigan con la región en cuestión, etc. Esto es lo que considero “hacer escuela”. Fueron muchos niños, jóvenes y adultos que pasaron por nuestras manos y aun hoy siguen asistiendo, renovando las ganas cada día”, expresó.
Mis proyectos a futuro son con mis alumnos, “mis pollos”, que hoy están caminando algunos de mis pasos, a los cuales estoy transmitiendo mis conocimientos para que superen cada instancia que se propongan. Pero también mi gran proyecto es Constanza, que es la gran heredera de lo que sus padres construyeron, el “Ballet Río Grande Argentina” y la “Escuela de Danzas Atahualpa”. Todo esto es para ella.
Elegir la danza como eje en la vida
La danza es una forma de vida, es una elección. Todos podemos bailar, algunos por placer, otros por amor, algunos para subsistir, otros para enamorar… yo elijo la danza por todas y cada una de ellas. A pesar que los años pasan y el cuerpo ya no responde como hace 20 años atrás, hoy a mis 41 años puedo decir que sigo disfrutando y añoro bailar como el primer día. Este sentimiento se soslaya con mis clases logrando que mis bailarines consigan entender e interpretar este amor.
En cuanto a tu pregunta: si la danza nace en el ser. Sí, pero no todos la desarrollan, sólo los valientes. Porque el sacrificio es muy grande, horas de ensayos, lesiones, lastimaduras físicas, golpes, enojos, entrenamientos extremos y más. A cambio: el aplauso y lo que lograste transmitir al público, que a veces dura unos pocos minutos. Pero es, inexplicablemente, hermoso.
Finalizando la profe Cora expresó no imaginar la vida sin la danza, a lo que agregó: “Me veo muy viejita sentada observando a mis bailarines y “marcando” nuevos pasos o corrigiendo posturas, empeine estirado, la mano, el pie, la cabeza… ja ja ja pobres!!! Y cuando ya no logre seguir bailando físicamente seguiré danzando a través de los recuerdos, que es lo que finalmente todos los bailarines guardamos de la danza, “un bello recuerdo”.
Gracias Cora Itatí por tu entrega y dedicación, por el compromiso no solo de bailar sino de ‘enseñar’ a amar la danza desde sus raíces, costumbres y cada detalle, con tu objetivo de formar bailarines completos.