Así lo asegura Silvia Huichulef, directora de la Escuela Rural 37 de estancia Cullen, quien ayer recibió en San Juan -junto a otros 23 maestros del país- el reconocimiento “Buenos Educadores de Argentina 2016”. Para la docente, la escuela “debe ser una ventana para ver otros horizontes”.
RIO GRANDE.- La docente Silvia Huichulef, directora de la escuela de estancia Cullen “Patricio O´Byrne”, fue reconocida ayer con el Premio “Buenos Educadores de Argentina 2016”, por su compromiso y trabajo comunitario desde la escuela rural. El premio fue entregado en el Día del Maestro, en San Juan.
Se trata de una distinción que se entrega hace trece años, que considera a docentes en actividad, con reconocida trayectoria, destacado desempeño frente a los alumnos y gratitud de la comunidad educativa. También, se considera la formación académica y el compromiso con la escuela, expresado en propuestas innovadoras.
Silvia se encontraba hace una semana con sus alumnos de la estancia en Buenos Aires, en un viaje que planearon y para el que ahorraron durante los últimos dos años. Fui allí donde se enteró que recibiría el premio, por lo que para ella se trató de un viaje “perfecto”.
La maestra rural contó que “fue una sorpresa enorme enterarme del premio, como lo ha sido para los demás docentes del país; todos compartimos la idea de que hay docentes trabajando mucho, y lo compartimos con esos maestros que ponen el corazón en esta profesión tan bella”.
Además dice que “es un reconocimiento que agradezco principalmente a mis alumnos, ellos me indicaron el camino; a sus familias y a todos los colegas que se permitieron crecer conmigo”.
-¿Por qué elegiste el camino de la docencia?
– Toda mi escolaridad primaria fue como alumna de una escuela rural, en la meseta de Chubut, en un lugar donde tuve un maestro -Domingo Cobo- que por 30 años fue maestro rural. Gracias a él, nosotros teníamos la escuela que era como el lugar de encuentro de todos, de los chicos -entre ellos estaba yo- y de todas las familias que vivíamos en medio del campo, muy alejados de la ciudad.
Creo que este maestro me dio la oportunidad de ver un poco más allá del campo y de todo lo que nosotros teníamos tan limitado. Yo tomaba la escuela como si fuera una ventana al mundo y estaba como enamorada de ese lugar, era mi lugar elegido para ir todos los días. Desde que asistí a esa escuela yo quise ser una maestra también.
-¿Y los inicios cómo fueron?
– Uno empieza como puede, yo hice toda mi carrera docente en Río Grande, en la Escuela 2. Arranqué con suplencias cortitas, lo típico de los maestros nuevos, paseando por todas las escuelas, tres días acá, tres días allá y así hasta que en algún momento agarré una suplencia un poco más larga. Así fueron pasando los años hasta que en algún momento titularicé. Fui maestra domiciliaria por diez años también en Río Grande, atendiendo casos bien especiales de niños con problemas de salud. En escuelas privadas y escuelas públicas, en el barrio Austral, en el Mutual. Fui maestra acompañante en dos oportunidades de niños con TGD. Pero siempre soñé con la escuela rural.
La vida en la Estancia
La Escuela Rural 37 “Patricio O´Byrne” en estancia Cullen, es la escuela rural más alejada en Tierra del Fuego. Para llegar a ella, antes del paso fronterizo San Sebastián un desvío lleva hacia el norte bordeando la Bahía. A unos 50 kilómetros se encuentra el establecimiento educativo, dentro del mismo casco de la estancia.
Silvia llegó a Cullen en 2013, cuando después de muchos años renovaron los cargos en las escuelas rurales, ya que los docentes se jubilaban. “Se ofrecían la escuela de San Sebastián y la de Cullen, a mí me daba igual una u otra porque no conocía ninguna”, cuenta. Finalmente le asignaron Cullen y asegura que “ahí me di cuenta que esta era una escuela para mí”.
El colegio tiene la particularidad de estar dentro del casco de la estancia: rodeado del trabajo, las casas de quienes allí trabajan y su gente. “La estancia la defiende a capa y espada, es como si fuera una autoridad ahí y colabora en todo lo que va necesitando. Es una escuela mimada, donde no hay excusa para no trabajar”, asegura Silvia.
-¿Cómo es ser maestro rural?
– Ser maestro rural es hermoso en todos los aspectos, porque uno hace un trabajo pedagógico, pero no termina ahí. También hace un trabajo comunitario y social fuerte. Yo tengo muy grabada la escuela de mi infancia que era una escuela abierta a las familias, y traté de hacer lo mismo en Cullen.
Son ocho los chicos que asisten, de los cuales cuatro se encuentran en el nivel primario y otros cuatro en el secundario. El cargo está dado como personal único, esto quiere decir que el maestro es también el director de la escuela, el secretario y además, prepara la leche para los alumnos y lava las tazas. “Eso lo hago yo, que además vivo en la escuela”, cuenta la directora.
-¿Cómo es un día en la escuela de Cullen?
– Arranca a las ocho de la mañana, el mío empieza más temprano porque tengo que tener la leche preparada para que a las ocho los chicos ingresen y desayunen. Ellos tienen su rutina, mientras yo lavo las tazas, leen las efemérides del día, las comparten y las comentamos luego. A partir de ahí comienza el trabajo conmigo con los alumnos de primaria, y los del secundario si tienen profesor ese día trabajan con el que les toca, que son dos docentes que van desde la ciudad y vuelven; sino están en la escuela estudiando o haciendo tareas. A las doce van a almorzar al igual que yo. A la una volvemos a la escuela y la actividad continúa en el aula, con el vivero que tenemos también que es precioso, que llevamos adelante con todos los chicos haciendo el trabajo en mayo y junio de echar el abono, dar vuelta la tierra y limpiar. A fines de agosto primeros días de septiembre empezamos a sembrar. A la tarde suelen tener actividades con otro profesor como inglés o artística y así van pasando los días. Hasta las cinco de la tarde el día es así, luego ellos se van a sus casas pero la escuela queda abierta a disposición de la comunidad.
Si los chicos quieren volver lo hacen, muchas veces ocurre que quieren volver a jugar al ping pong, o a conectarse por algún motivo en sus computadoras. También van las mamás que cosen y tejen conmigo, dentro de las pocas habilidades que tengo, hacemos un esfuerzo con las chicas y hacemos cosas con ellas también. Es un día de mucha actividad, tratamos de que siempre sea un día productivo y creemos que es así.
El rol del docente
Ser docente para Silvia es un compromiso, un desafío que asume con sí misma y con los otros. Considera que un colegio tiene que ser un lugar de felicidad y sabiduría, para sus alumnos, la comunidad y para ella.
-¿Cuál es el rol del docente hoy?
– Primero el rol del docente siempre creo que es pedagógico, pero también se va construyendo, no es lo mismo el docente que recién empieza que el que tiene unos años, uno construye el rol, la carrera, el oficio. Todo es cuestión de tiempo, pero también del motorcito que tiene que estar alimentado. Esto tiene que ver con la capacitación que uno se permita. Tierra del Fuego es una provincia que le brinda mucha capacitación al docente y el docente la toma o no la toma.
Hay cosas que son básicas en un maestro, la pasión y el amor por lo que uno hace, y después viene todo lo demás. Cuando hablan de vocación, que pareciera una utopía en esta época, yo creo que está la vocación en muchos maestros, como están también en muchos médicos. Siempre comparo con el médico, porque muchas veces el maestro quiere ser tratado como es respetado un médico, pero también a veces el docente es muy respetado si también pone lo mismo de su parte. Yo he recibido de mis alumnos y de los padres de mis alumnos este reconocimiento que hoy es público, pero de manera más privada. He llorado mucho de emoción, y eso es lo que uno atesora.
Silvia se encuentra de viaje en Buenos Aires junto a sus alumnos desde hace una semana. “Lo veníamos organizando con los padres, nos ocupó dos años juntar el dinero para cubrir los pasajes y queríamos hacerlo porque justo nuestra escuela cumplió 20 años este año”, cuenta.
Lo que nunca se imaginó era que en medio del viaje, además iba a ser reconocida. “Como el viaje lo hacíamos con varios docentes de la escuela, en este momento mis alumnos están en Buenos Aires disfrutando de estos días y yo me vine a San Juan”, dice.
Durante los últimos días en Buenos Aires visitaron la Biblioteca Nacional, el Ministerio de Educación, el Teatro Colón y estuvieron en contacto con una escuela apadrinada por la provincia de Tierra del Fuego en Buenos Aires. También visitaron la Casa Rosada y el Congreso. El viernes recorrieron Tecnópolis y el sábado realizaron una visita libre. También fueron a la cancha de River, porque según señala Silvia entre risas “en Cullen somos todos de River, salvo algunos infiltrados, pero como decimos en la estancia: nadie es perfecto”.
El lunes se encontrarán todos en Aeroparque para volar de regreso a la provincia y a su querida estancia. ”Sin dudas fue un viaje de muchas emociones”, asegura la docente.