Plutón es uno de los mundos más misteriosos (y polémicos) que mora en el Sistema Solar. Descubierto a principios del siglo XX, calificado primero de planeta, luego cuestionado para después ser nombrado como «planeta enano», Plutón recibió hace ahora cinco años la visita de la nave New Horizons de la NASA.
La sonda recorrió en casi una década desde su lanzamiento en la Tierra más de 4.500 millones de kilómetros para poder enseñarnos por primera vez una superficie sorprendente de altas montañas, enormes capas de hielo, pozos, valles y terrenos que no se pueden encontrar en ningún otro lugar de nuestro vecindario cósmico.
«¡Para mí está claro que el Sistema Solar guardó lo mejor para el final!», afirma en un comunicado el investigador principal de New Horizons del Southwest Research Institute (Boulder, Colorado), Alan Stern. «No podríamos haber explorado un planeta más fascinante o científicamente importante en el borde de nuestro Sistema Solar. ¡El equipo de New Horizons trabajó durante 15 años para planear y ejecutar este sobrevuelo y Plutón nos pagó con creces!».
Después de sobrevolar aquellos fríos parajes hace ahora cinco años, ahora sabemos cosas como que Plutón posee un «corazón» helado, que un océano líquido fluye en su interior o que puede que aquel remoto mundo aún tenga actividad geológica.
El corazón de Plutón
Fue una de las sorpresas halladas por la misión New Horizons: una zona más brillante, con forma de corazón, cerca del ecuador y en el hemisferio sur de Plutón. Se trata de un vasto glaciar de nitrógeno de una extensión de más de 1,6 millones de kilómetros cuadrados en cuyo «ventrículo» izquierdo hay una zona llamada Sputnik Planitia cuyo peso obligó al planeta enano a reorientarse.
«Es un proceso de desplazamiento polar: es cuando un cuerpo planetario cambia su eje de rotación, generalmente en respuesta a grandes procesos geológicos», explica James Tuttle Keane, científico planetario y miembro del equipo New Horizons en el Laboratorio de Propulsión a Reacción de la NASA en Pasadena, California.
Así, la posición actual de la planicie Sputnik, enfrentada a la luna más grande de Plutón, la misteriosa Caronte, no es accidental. Allí se ha formado una capa de hielo de hidrógeno de al menos cuatro kilómetros de espesor, por lo que el desequilibro constante de esa gran masa, combinado con los tirones gravitacionales de Caronte mientras orbita a Plutón, inclinó (de forma literal) el planeta enano, quedando frente a su luna.
«Ese fenómeno fue probablemente responsable también de romper la superficie de Plutón y crear las muchas fallas gigantescas en su corteza que zigzaguean sobre su superficie», resalta Keane. Se cree que la cuenca se formó al noroeste de su ubicación actual, y más cerca del polo norte de Plutón. Y si los hielos continúan acumulándose en la cuenca, Plutón continuará reorientándose.
Fuente: P. B. / ABC