De las semillas traídas por un ucraniano a una industria pujante el té cumple 100 años en Argentina

De las primeras semillas de «Camellia sinensis» que un sacerdote ucraniano trajo en 1923 al país, a las 30.000 hectáreas que hoy se destinan al cultivo de diversos tipos de té.

BUENOS AIRES TELAM (Por María Julieta Colomer).- La producción de esta bebida milenaria se transformó en una industria en crecimiento para el consumo interno y sobre todo externo al cumplirse el centenario del inicio del cultivo tealero en Misiones y Argentina toda.

  • Télam: ¿Cómo llega el té a nuestro país?
  • Helmuth Kummritz (HK): La historia del té argentino comenzó en 1923, cuando el sacerdote ucraniano Tijón Hnatiuk, llegó para instalarse en Colonia Tres Capones, en la provincia de Misiones, trayendo consigo un paquete de semillas de «Camellia sinensis», que luego su hermano Vladimiro Hnatiuk plantó. De modo que, esa fue la primera plantación de té en Argentina. Años después, a fines de 1939, el alemán Francisco Kuhnlein, comenzó a plantar en la localidad de Campo Viera, y a medida que plantaba, también regalaba semillas a los demás productores. Esto provocó que la «zona centro» misionera, como le decimos acá, se convirtiera en la mayor jurisdicción productora de té -hoy Campo Viera es la Capital Nacional del Té-. Entonces, ya para 1944, existían 300 hectáreas de té y un vivero que Kuhnlein había construido con el apoyo del Ministerio de Agricultura de Misiones, que contaba con un millón y medio de plantines de té para plantar otras 300 hectáreas.
  • T: ¿Cómo era la producción de té en los comienzos?
  • HK: En los primeros años hasta fines de la década del ’60, la cosecha de té se realizaba en forma manual, colocando los brotes recolectados en una bolsa que estaba atada a la cintura de un peón o la persona que prestaba servicio en la cosecha. Por lo general, los mismos productores y sus familias se encargaban de hacer el trabajo. Así, la bolsa que contenía los brotes era colocada sobre una tabla de lavar ropa para secarlos «en la cocina de Doña Martha», la esposa de Kuhnlein. En 1943, este alemán construyó la primera planta lavadoradora de té en Campo Viera -cuyo diseño es igual al de una fábrica de la India-, y también la primera enruladora en madera, con piezas de un Ford T, y un horno para secado, sin tener ningún modelo de referencia. En 1949, se constituyó la primera Empresa Tealera Argentina, ITA S.R.L., una de las plantas elaboradoras de té más grandes del mundo. Mi padre, Lothar Kummritz, fue socio fundador. Pero, el boom de la producción se produjo en 1950 cuando (el entonces presidente) Juan Perón prohibió la importación de té con la política de sustitución de importaciones. Esto provocó que el té alcanzara altos precios relativos -1 kilogramo de brotes de té equivalía a 3 kilogramos de hoja de yerba mate y a 5 de carne-, debido a las pocas plantaciones que había e incentivó a muchos agricultores de Misiones y del norte de Corrientes a cultivarlo.
  • T: ¿Qué cambios se produjeron?
  • HK: En 1965 empezó a faltar mano de obra para cosechar la gran cantidad de Té. Venían a trabajar en los campos peones «golondrina» de Brasil y Paraguay, pero no alcanzaba. Entonces, los mismos peones empezaron a usar el «cuchillo de madera» para cosechar. Imaginate que, normalmente, un operario cosecha entre 25 y 30 kilos de brote de té por día, pero aquellos peones llegaban a cosechar entre 60 y 80 kilos usando el cuchillo de madera. Algunos alcanzaban los 100 kilos logrando el mejor rendimiento. Como el brote se pagaba por kilo, buscaban cosechar la mayor cantidad posible. Esto dio pie a que se empezaran a inventar máquinas para cosechar:
    al cuchillo de madera se le sumó la tijera de podar ligustro a la que se le adaptó una bolsa. En el mismo año, pero en la ciudad de Aristóbulo del Valle, Guillermo Otto, Joaquín Rietz y Tadeo Chieplinski, construyeron la primera máquina manual para cosechar té, que debía ser acarreada por dos personas por encima de la planta de té. Posteriormente se le colocaron ruedas de bicicleta. A su vez, mi padre y su hermano inventaron la primera cosechadora y podadora automotriz, con las piezas de un Rugby 1925 y un Chevrolet 1926.

Otra invención fue la despalilladora electroestática, de la familia Joerg en Oberá. Esta tecnología aún se utiliza para limpiar el té sacando la fibra de una manera muy económica. Es un invento argentino que en la actualidad se utiliza en todo el mundo. Con el paso de los años, se desarrollaron otras máquinas más complejas que requirieron la intervención de instituciones científicas para fortalecer a la industria. Por ejemplo, en 2007, Valentín Alfredo Kelm fabricó la primera cosechadora de té a granel, con descarga directa sobre camión con sistema hidráulico, y luego esta máquina fue modernizada por Jorge Lory a través de un proyecto del Clúster del Té y el apoyo técnico de la Facultad de Ingeniería.
Actualmente, esa tecnología se exporta a Kenia.

  • T: ¿Cuál fue el papel del INTA en el desarrollo de esas nuevas tecnologías?
  • HK: La estación experimental de INTA Cerro Azul se especializó en hacer todos los trabajos de investigación y de difusión de las distintas tecnologías desarrolladas en el proceso de elaboración de té. Por ejemplo, investigaciones para el desarrollo del material genético de multiplicación de las semillas, es decir clones de distintos cultivares de té que se han utilizado en las últimas plantaciones y que son resistentes a la sequía y a las plagas, investigaciones referidas a técnicas de poda para la cosecha, etc.

En la actualidad en la provincia de Misiones hay unas 30.000 hectáreas de té y 1.600 en Corrientes. De la totalidad de la producción, que son 82.000 toneladas se exportan 75.000 toneladas, es decir el 95 %. De ello, entre el 65% y el 70% va a Estados Unidos para el mercado de té frío. Argentina se especializó en producir té para el mercado de té frío y es líder a nivel mundial. Al mismo tiempo, estamos desarrollando nuevos mercados. Hoy en día estamos llegando a 24 mercados internacionales con el té argentino: Chile, Alemania, Inglaterra, Polonia, Rusia, India, Malasia, Pakistán, entre otros.

  • T: ¿En Argentina existe una cultura del té? ¿Cuánto té consumimos los argentinos?
  • HK: En nuestro país no hay una cultura del té como la que conocemos de los países de Oriente. Por lo general, se lo consume poco, alrededor de 160 gramos -que equivale a 75 saquitos de té-, por habitante por año. Comparado con otras infusiones como la yerba mate y el café, es bajo. Creo que el mate está más arraigado en las costumbres de los argentinos, llegando a consumirse seis kilos por habitante por año, frente al café que alcanza un kilo. Lo que queremos lograr es que el argentino y el misionero consuman más té, teniendo en cuenta todos los beneficios que tiene esta infusión. Y para esto es fundamental difundir la cultura del té como lo vienen haciendo distintos emprendimientos como el Círculo Argentino del Té, que difunde fundamentalmente la cultura del té verde y otras variedades de té gourmet.
    En los últimos 20 años se han desarrollado tés especiales, artesanales para el mercado gourmet, que es básicamente para el mercado nacional. Antes Argentina producía un 95 % de té negro y un 5 % de té verde. Hoy, en cambio, está diversificando el mercado y produciendo té oolong, té blanco, té rojo, té verde y té amarillo.
  • T: ¿Qué significado tiene el té para usted?
  • HK: Soy un apasionado del té. Nací en una familia tealera y prácticamente toda mi vida estuve vinculado al té. Soy ingeniero agrónomo y productor primario con 28 hectáreas y me capacité como catador y elaborador de té con un doctor hindú. A partir de 2006 coordiné el Conglomerado del Sector Tealero de Misiones, donde junto a la Universidad Nacional de Misiones (UNAM) y el INTA desarrollamos distintos prototipos de maquinaria y el sistema de cosecha y transporte a granel de té, que fue una innovación.
    También desarrollé el té rojo argentino junto con la Cooperativa Reyes Montoya.

El té argentino mostró su potencial en Misiones

La ciudad de Posadas fue la sede de la «Expo Té Argentina», en la que la infusión argentina mostró todo su potencial al cumplirse 100 años de la llegada de la primera semilla a la provincia de Misiones.

El encuentro -que se llevó a cabo durante los tres últimos días en el Centro de Convenciones de la capital misionera- contó con stands de promoción, mesas de degustaciones, encuentros de negocios y disertaciones de especialistas.

Uno de los especialistas que participaron en la expo, el sommelier Horacio Bustos fue el encargado de hablar sobre el «Agua y el Té», dos elementos centrales para lograr una buena infusión.

«Hay 3 tipos de aguas, agua mineral natural es un agua que se envasa en el lugar de origen, agua mineralizada que hay muchas conocidas en el mercado y que pueden ser minerales con agregados de minerales, o aguas que pueden ser potables con el agregado de minerales», detalló Bustos, tras lo cual descartó que las aguas sean insípidas: «El agua tiene un sabor y se puede catar».

«Normalmente en Argentina las aguas son de media y baja mineralidad. Para hacer té se pueden usar todas, pero las más convenientes son las que tienen menor mineralidad», aseguró el sommelier en diálogo con Télam.
En lo que respecta al té en sí mismo, dijo que hay que saber qué «característica» tiene cada uno, para poder sumar a la elaboración de la infusión la temperatura que debe tener el mismo.

«Hay 6 tipos de té: blanco, verde, amarillo; oolong (wolóng; también conocido como té azul), Heicha, que es un té fermentado, y el tradicional té negro, que es el más producido en el mundo», enumeró en cómo hacer, por ejemplo, un té blanco, Bustos indicó que la temperatura debe ser de entre «75°- 80° grados».

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