Muchas personas recorren el Continente Americano de punta a punta: en moto, en auto o camioneta; solos o en familia. Juan Pablo Savonitti, comenzó ayer 1º de enero, su travesía desde Ushuaia a Alaska, corriendo. En esta nota, quién es Pablo, cómo llegó a este inmenso proyecto, y la causa de difundir la lengua de señas.
RIO GRANDE.- La meta de Juan Pablo Savonitti, es recorrer América, de sur a norte, en un poco más de 2 años. Además del desafío en sí mismo, Pablo estará recaudando, durante todo el recorrido, donaciones para la Federación Mundial de Sordos.
El tiempo está estipulado en 900 días, si todo sale de forma ideal. Sin embargo Juan Pablo reconoció que muchas cosas deben ser tenidas en cuenta cuando se encara un proyecto de tal magnitud: “Puedo lesionarme y tengo que esperar unos para seguir corriendo, si lesión lo permite; o el clima y la altitud, sé que hay tramos que voy a a tener que hacer caminando”, reconoció Pablo.
Junto a él viaja Urbano Cardozo, un amigo catamarqueño, que según sus propias palabras, le debe la vida a una corredora: “Yo estoy con él, porque me motivó una experiencia única en 2015, cuando lo acompañé a Rodolfo Rossi; que corrió desde la Quiaca hasta Ushuaia. Puse la camioneta en primera ahí, y no la saqué hasta acá”, dijo Urbano.
“Gracias a ese equipo, y la amistad, dos años después una de las chicas me fue a visitar. Yo había enviudado, y me enfermé estando ella ahí. Tuve pancreatitis aguda, y ella me salvó la vida. Si ella no estaba, yo no estaba hoy aquí”, relató.
Urbano, irá recorriendo junto a Juan Pablo, los kilómetros que el corredor haga, y será quien lo traslade de la ruta al lugar más cercano, en cada descanso.
Correr y correr
Juan Pablo se encontró con su pasión por correr, casi por casualidad, mientras trabajaba en una oficina en Bulgaria. Un compañero le comentó que correría una maratón de 100 kilómetros ese fin de semana, y el desafío lo cautivó: “Yo no corría en ese momento, iba al gimnasio y hacía crossfit, pero nada que ver con correr”. Hizo los 100 kilómetros en menos de 14 horas. La recuperación le llevó cuatro días, pero la experiencia le cambió la vida: “Fue tal la emoción, que dos semanas después me anoté en otra carrera de 141 kilómetros”; relató.
Juan Pablo siguió corriendo, e invertía casi todo su sueldo en maratones: “Es que, cuando empezás a correr, no podés parar”, dijo. Este año corrió en Yukon, Canadá. El recorrido era de 500 kilómetros a temperaturas de -50° C; parte sobre un río congelado: “Vos vas tirando un trineo en el que llevás tu carpa, tu bolsa de dormir, tu cocinita durante 9 días”, relató. De los 21 corredores, ninguno llegó al final del recorrido: “Yo no la terminé porque estaba en riesgo de perder parte de los dedos, por congelamiento, y estaba ya con este proyecto en mente, así que no lo quise poner en juego. Pero tengo intención de volver”, confesó.
Una idea alocada
La Travesía Panamericana de Juan Pablo, surgió en un congreso, luego de escuchar a un nadador inglés que contó su experiencia, alrededor del Reino Unido: “Él, nadaba una determinada cantidad de millas, volvía a tierra, descansaba, y retomaba desde el lugar en que había quedado; hasta que en cuatro o cinco meses completó la travesía. Y la forma en que él habló, expresó lo que había sentido, me inspiró. Y dije ‘quiero hacer algo así’, yo en ese momento, estaba corriendo desde hacía más de un año”, recordó Savonitti.
La opción de correr desde Ushuaia a La Quiaca, era un buen desafío, pero representaba la distancia que Pablo corría en menos de un año, de forma habitual: “Yo soy consciente, que la meta puede sonar irracional. O que llegando a los 100 kilómetros, me lesiono y no puedo seguir. Pero quise poner una meta épica”, explicó.
Otra vez, la inspiración vino de parte de un explorador inglés, que hizo la ruta Panamericana, caminando: “No quería hacer la travesía por una autopista, entonces, decidí hacer la Ruta 40. Y hago muchas desviaciones del camino, paso por lugares que yo quiero conocer. Porque ya que lo hago, quiero hacerlo bien. Así que en total, serán casi 35 mil kilómetros”, explicó el maratonista.
Difundir la lengua de señas
Juan Pablo es hijo de una madre hipoacúsica, y un padre sordo. Su niñez, transcurrió entre señas: “Para mí, lo normal fue crecer en un entorno en el que la lengua de señas, sea lo cotidiano, no lo distinto. Esto, que para mí era cotidiano y me tocaba en lo personal, decidí sumarlo como una causa, a la travesía” explicó. Aunque confesó que en un principio, no lo había pensado así: “Al principio, iba a correr en favor del ELA (Esclerosis Múltiple). Pero cuando me comuniqué con la institución que hubiera recibido la donación, me preguntaron si tenía algún familiar o conocido que estuviera afectado de alguna forma, por esa enfermedad, y les dije que no. Ahí me di cuenta, que yo tenía a mis padres, y la verdad que no lo veía como una causa, pero con la conversación con ellos, lo vi”, admitió.
Y agregó: “No hay mucha gente, tomando esto como una causa. Hay agrupaciones, comunidad de sordos que se manifiestan. Hay pedidos por el proyecto de ley para incorporar la lengua de señas en las escuelas. Pero no hay registradas grandes cruzadas por esta causa”.
La idea de Juan Pablo, es aprovechar los días en los que debe descansar durante su travesía, para poder brindar charlas, explicar las necesidades de la comunidad sorda, y contactarse con agrupaciones locales en los lugares que visite.
Según su experiencia, Juan Pablo aseguró que aprender a comunicarse, de forma básica en lengua de señas, demanda sólo unos meses: “El curso suele ser de una vez por semana, y demanda mucha práctica. Pero realmente con unas horas por semana, por unos 5 meses, sería suficiente para la enseñanza no intensiva de la lengua de señas”, detalló.
La travesía de Juan Pablo puede seguirse a través de redes sociales, o en el sitio http://www.niamalimits.com. Allí, se puede ver la ruta, seguir el progreso del recorrido, acceder a su biografía, y hacer donaciones. Parte de lo recaudado, irá a la Federación Mundial de Sordos: “Ellos se encargan de representar a la comunidad sorda ante las Naciones Unidas, y tratar de no solo difundir la lengua de señas; sino, luchar porque la disponibilidad de los subtítulos, sea una obligación a cumplir en todos los canales de televisión, por ejemplo. Imaginate que hay países que tienen un satélite exclusivamente para un canal con programas con lengua de señas. No pretendo que lleguemos a eso, pero sí avanzar en algo”, auguró Juan Pablo.