Derriban busto de Menéndez y colocan el de un selk’nam

En Chile, donde una ola de protestas ciudadanas recorre todo el país, han sido derribadas las estatuas de Francisco de Aguirre en La Serena, las de Pedro de Valdivia en Temuco y Valdivia y esta semana fue el turno de la de José Menéndez en Punta Arenas. En su lugar se ha colocado el busto de un cazador selk’nam, el pueblo que vio arrebatadas sus tierras por codiciosos terratenientes.

RÍO GRANDE.- En Chile, donde una ola de protestas ciudadanas recorre todo el país, han sido derribadas las estatuas de Francisco de Aguirre en La Serena, las de Pedro de Valdivia en Temuco y Valdivia y esta semana fue el turno de la de José Menéndez en Punta Arenas. En su lugar se ha colocado el busto de un cazador selk’nam, el pueblo que vio arrebatadas sus tierras por codiciosos terratenientes.
Las imágenes son impactantes, la cabeza de Menéndez terminó a los pies del selk’nam del monumento a Magallanes, que él mismo Menéndez mandó construir.
“José Menéndez, fue un poderoso terrateniente español, que construyó un imperio descomunal en la Patagonia por medio del acaparamiento de tierras, la explotación de sus jornaleros y el genocidio selk’nam, y que se fue a vivir a Argentina en cuanto se hizo lo suficientemente rico”, recuerda el escritor José Luis Alonso Marchante, autor del reconocido libro “Menéndez, rey de la Patagonia”.

El lunes pasado en la Plaza de Armas de Punta Arenas unos desconocidos echaron abajo la cabeza de Menéndez y en su lugar se ha colocado el busto de un cazador selk’nam, el pueblo que vio arrebatadas sus tierras por estos codiciosos terratenientes

La instalación del monumento a Menéndez en la Plaza de Armas de Punta Arenas se realizó en febrero de 1975 en plena dictadura militar de Pinochet y lo inauguró el gobernador militar Carlos Soto Pellizzari.
Marchante recordó una carta que en 1909 José Menéndez escribía a su yerno Moritz Braun, preocupado por la excesiva acaparación de tierras que tenían a su nombre y al de sus sociedades.
“Yo no sé si al fin y al cabo no estamos expuestos (…) a que el día menos pensado las turbas nos apliquen un manteo de padre y señor mío que nos deje arreglados a pueblo”.
El lunes pasado, en la Plaza de Armas de Punta Arenas unos desconocidos echaron abajo la cabeza de Menéndez y en su lugar se ha colocado el busto de un cazador selk’nam, el pueblo que vio arrebatadas sus tierras por estos codiciosos terratenientes. “110 años después los temores del magnate se volvieron realidad”, escribió Marchante.
En Punta Arenas, un sector de la comunidad manifestó su enojo por la destrucción del patrimonio. “Destruimos monumentos que están protegidos por el Consejo de Monumentos Nacionales y pareciera que fuera algo normal hacerlo”, reprochó Dante Baeriswyl, integrante de la Agrupación
Patrimonio e Identidad Magallánica.
El arquitecto admitió estar tremendamente sorprendido por el grado de destrucción visto en las últimas semanas, en contra de edificios y monumentos patrimoniales.
“Me duele muchísimo lo que está sucediendo con el patrimonio regional. Da la impresión de que no estamos en Punta Arenas, sino que en otra parte del mundo. Y lo digo exclusivamente por la destrucción. Lo que está pasando me da la impresión de que no es de magallánicos propiamente tal”.
El profesional fue claro en que las demandas y marchas forman parte del 99 por ciento de la población, “pero lo que no compartimos es la destrucción de la ciudad”.
Sobre el busto de José Menéndez, arrancado de su base el lunes en la tarde, recordó que inicialmente estuvo en San Gregorio y el año 1975 fue trasladada a la Plaza Muñoz Gamero
“Yo venía llegando a Punta Arenas y fue el primer trabajo que me correspondió realizar como arquitecto. Hice el diseño de traslado”, recordó Baeriswyl.
“Ver cuando lo arrastraban, me pareció que era una película. Me dolió muchísimo, y no por la figura de Menéndez, porque para unos puede ser buena y para otros mala, sino por el hecho de destruir algo que costó mucho hacer. Lo mismo el monumento a Hernando de Magallanes que cumple 100 años, “y lo estamos pintando los últimos días, y durante los 90 años nadie hizo ni siquiera una raya. Y esto termina perjudicando a todos”.