Los datos pertenecen a la Encuesta de la Deuda Social Argentina de la casa de altos estudios presentada este jueves en la sede que tiene en Puerto Madero. El estudio también indica que el 30,7% de la población económicamente activa tiene un empleo regular pero sin vinculación con la Seguridad Social.
BUENOS AIRES (NA).- El 9,9% de la población económicamente activa se encuentra desocupada en la Argentina y apenas cuatro de cada diez tiene un empleo de calidad, según un informe de la Universidad Católica Argentina (UCA) con datos relevados hasta el tercer trimestre de este año.
La tasa es visiblemente mayor que la última información brindada por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), que arrojó un desempleo del 8,5% para el tercer trimestre, con aproximadamente 1.069.000 personas sin trabajo.
Además, el empleo precario es también alarmante ya que trepa al 41,4% en el tercer trimestre de acuerdo con la estimación de la casa de estudios.
Según la UCA, entre el cuarto trimestre de 2015 y el tercer trimestre de 2016 hubo una caída del 1,6 por ciento del empleo pleno y un aumento significativo del riesgo de desempleo.
Los datos pertenecen a la Encuesta de la Deuda Social Argentina de la casa de altos estudios presentada este jueves en la sede que tiene en Puerto Madero.
El estudio también indica que el 30,7% de la población económicamente activa tiene un empleo regular pero sin vinculación con la Seguridad Social.
El 18% de la población económicamente activa está subocupada en actividades de baja remuneración, alta inestabilidad o participan de programas de empleo y el 9,9% se encuentra abiertamente desocupada.
Por otra parte, entre 2010 y 2016, la proporción de subempleos inestables pasó de 9,7% a 18% de la población económicamente activa.
El informe «Empleo, precariedad laboral y desigualdades estructurales en la Argentina urbana (2010-2016)» manifestó que hubo un alza en el empleo informal.
«Debe haber un efecto de error estadístico o un efecto estacional entre los datos del segundo y tercer trimestre del INDEC que es una comparación diferente a la que hacemos nosotros. No hay un cambio de la situación», dijo Agustín Salvia, investigador y director del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA), uno de los disertantes del encuentro.
La estimación de la UCA superó en 1,5 puntos porcentuales a la evaluación del organismo oficial encargado de las estadísticas.
La proporción de subempleos inestables tuvo un fuerte incremento, «originado principalmente por las políticas contracíclicas de generación de trabajos vinculados a un mercado interno de consumo de bajos ingresos y/o a programas de empleo», según el estudio.
Así «se compensó el comportamiento de la desocupación (la cual disminuyó de 11,4% a 9,9%) en un contexto de falta de inversión productiva y de ausencia de creación de empleo pleno».
El riesgo de desempleo (haber estado desocupado al menos una vez en el último año) pasó de 24,9% a 27,7% y la percepción de los ocupados de considerar altamente difícil conseguir un empleo similar en caso de perder su actual trabajo, de 84,5% a 88,1%.
En cuanto a las retribuciones al trabajo difieren de manera significativa según la calidad del empleo al que acceden los trabajadores.
El mayor ingreso medio laboral mensual –en el tercer trimestre de 2016- lo recibían los ocupados con empleo pleno ($ 15.099), en menor medida los que poseen empleo precario ($ 9.426) y por último, los trabajadores con subempleo inestable ($ 3.724).
Entre 2010 y 2016 la media de ingresos mensuales disminuyó 7,9% (de $ 11.832 a $ 10.897), lo que «se debe, básicamente, al decrecimiento de los ingresos de los trabajadores con subempleo inestable ya que el promedio del resto no presenta variaciones significativas», se precisó.
«En 2016, la ampliación de la brecha de ingresos llevó a que los trabajadores con empleo de baja calidad ganaran un 51,5% menos que los de empleo pleno de derechos», añadió el trabajo.
Otro dato es que «los empleadores no le realizan los aportes jubilatorios a 33,3% de los asalariados y 71,5% de los trabajadores por cuenta propia no realizan aportes».
Un amplio sector micro-informal (dueños y asalariados de pequeñas empresas, cuenta propias no profesionales, trabajadores domésticos o familiares), en la estructura productiva, en los últimos años, incrementó su incidencia, «concentrando en el tercer trimestre de 2016 el 52,7% de los trabajadores ocupados».
«Más de ocho de cada diez pertenecen al sector micro-informal (64,8% son no asalariados y 19,4% son asalariados), uno de cada diez son asalariados del sector privado formal (9,2%) y, mínimamente, son no asalariados del sector privado formal (4,1%) y asalariados del sector público (2,5%)», agregó el análisis.