Oriundos de la misma ciudad que Die Toten Hosen, en 2019 debutaron en Argentina y se sorprendieron por la respuesta local. “El público argentino da el cien por cien”, dice el baterista Micha.
En Alemania, se suele decir que “La alegría compartida es alegría doble”. El refrán viene a colación por la vuelta a Buenos Aires de Die Schwarzen Schafe: el otro gran referente del punk cultivado en la ciudad de Düsseldorf, junto con Die Toten Hosen. Sin embargo, a diferencia de los liderados por el carismático vocalista Campino, al ilustre visitante le pesa una chapa que lo deja por detrás de sus paisanos: son el segundo grupo punk alemán en actividad más antiguo. Surgió en 1985, tres años después que los Toten Hosen. “Es una realidad innegable”, afirma Micha, su baterista. “Si lo comparamos con el fútbol europeo, jugamos en otra Liga. Por más que tocamos con ellos varias veces. Todavía tenemos fuerza para seguir tocando alrededor del mundo. Y no nos deja de sorprender la buena recepción que existe con nuestra música”.
En la colectividad punk global, Die Schwarzen Schafe (su nombre significa en nuestro idioma Las Ovejas Negras) es considerado un artista de culto. Un mito del movimiento okupa. A pesar del estigma y de su longeva historia, el grupo decidió probar suerte en la Argentina. Primero lo hizo en 2019, justo antes de la pandemia, apoyado por los locales Cadena Perpetua. Al igual que sucedió con Die Toten Hosen, el cuarteto no podía creer en aquel entonces que había un público esperándolos y mucho menos que sabía cantar sus temas en alemán. Es por eso que volvió en 2023, y ahora regresa a plantar bandera con una gira (arrancó el 25 de febrero en Avellaneda, pasará por Tandil y Mar del Plata, y terminará el 2 de marzo en Buenos Aires, en el Salón Pueyrredón). A esta serie de shows la titularon Contra el tiempo, a manera de apéndice del homónimo compilado que publicaron en CD.
“A propósito de la gira, sacamos esta edición especial”, advierte Micha. “Elegimos nuestras mejores canciones de los últimos 20 años. Aunque estamos a 14 mil kilómetros de distancia, el respeto y los buenos sentimientos son tan grandes que queríamos volver. En cada show que hicimos, el público argentino dio el cien por cien. Se cantaron todo”. Esa energía, de la misma forma que esos raudos riffs de guitarras, baterías potentes y ritmos pegadizos, quedará en evidencia este miércoles 28 de febrero en la sala porteña Club V (Av. Corrientes 5008). A partir de las 20 hs, los Schwarzen Schafe compartirán fecha con Nasty Neighbours, banda argentina liderada por la artista y periodista alemana Karen Naundorf. “Repasaremos 40 años de historia, y en algunos temas metimos un poco de español”, adelanta el músico.
-Tras todos estos años de trayectoria, sus canciones aún versan sobre el antifascismo y el anarquismo, ideario que la ultraderecha intenta apropiarse. Pareciera que hay pocas ganas de cambiar. ¿O es que vivimos inmersos en un ciclo constante?
-Existe la opción de hacer canciones felices o de hacer canciones para que la gente piense. Nosotros optamos por lo último. Tenemos una actitud de izquierda, y con nuestras letras queremos que el público reflexione. No intentamos bajar línea ni ser influyentes. Eso ya sería transgredir el derecho que tienen los demás a formar su propia opinión. Por esa razón, en el CD tradujimos las letras al español. Así la gente entenderá sobre lo que cantamos. Pero sus ideas acerca del mundo seguirán siendo suyas.
-Ahora que el mundo entró en una suerte de neo oscurantismo, a raíz de la distorsión de la realidad que generan Internet y las redes sociales, el punk volvió a alzar su voz contra el sistema. ¿Sentís que la nueva generación de artistas del género comprende su esencia?
-Hay que comprender que el punk rock ya no es como 40 años atrás. Es diferente. Tiene un discurso más joven que le habla a su generación. Lo que no quita que haya bandas geniales no sólo en Alemania, sino también en la Argentina. Tampoco es una música para 200 personas, sino que son espectáculos para cada vez más público. En nuestros recitales, los padres traen a sus hijos. Y eso me hace sentir que hacemos música muy honesta.
-¿Fue una necesidad para ustedes que su impronta sonora evolucionara?
-Tenemos 40 años como grupo, y no podemos pretender que nuestra música siga sonando a Ramones. Algo tenés que cambiar. Si no lo hacés, no aprendiste nada. Seríamos muy aburridos. En cada disco o en cada show intentamos experimentar con cosas nuevas.
-¿No te parece llamativo que los dos grupos alemanes de punk más antiguos en actividad sean de la misma ciudad?
-Desde los años 70, Düsseldorf demostró que es una ciudad de la que salieron grandes músicos. No sólo en cuanto a rock o punk, sino también en la música electrónica. Los integrantes de Kraftwerk también son paisanos nuestros. Y los artistas más jóvenes sigue reivindicando esa tradición.