A diez años de la histórica crecida del río Grande

Durante los primeros días de julio de 2016 un temporal de lluvia y deshielo que no tenía registros provocó el desborde de los ríos Turbio y Grande, afectando severamente la ruta 3; esto incomunicó por tierra a Ushuaia y Río Grande y la sensación de aislamiento se apoderó de los vecinos de la ciudad, que vivieron con estrés y cierto pánico la falta de agua. ¿Estamos preparados hoy para afrontar una nueva crecida del río? La importancia fundamental de poder contar con una Ley de Aguas.
RÍO GRANDE.- Las inundaciones son procesos naturales en las planicies de grandes ríos. La crecida del río Grande en 2006 nos recuerda que en ese momento no estuvimos preparados, y lleva a preguntarse qué se hizo desde el Estado en estos diez años para enfrentar un fenómeno de estas características nuevamente.

Gerardo Noir es director General de Recursos Hídricos de la Provincia desde 2012. Hace varios años, desde el organismo se dedican a estudiar –ente otras cosas- el comportamiento de los cursos fluviales, especialmente el río Grande y la posibilidad de predecir crecidas como las de 2006.

¿Qué fue precisamente lo que ocurrió en julio de 2006? “Ese año fue bastante particular respecto a estos eventos extremos que uno no predice y situaciones climáticas extraordinarias. Lo que ocurrió fue que se elevó la temperatura, hubo una precipitación líquida en vez de nívea y el suelo estaba con una impermeabilidad alta dado que estaba congelado; lo que llovió derritió la nieve acumulada en la cuenca, a su vez había poca capacidad de filtración a través del suelo entonces lo que caía fue directo al río y se generó una onda de crecida que afectó principalmente a la Planta Potabilizadora”, explicó el ingeniero en Recursos Hídricos.

El especialista, que nació en Río Grande y estudió en la Universidad Nacional del Litoral, reconoce que, si un fenómeno similar ocurriera hoy, las consecuencias podrían ser similares. “A nivel de plan de contingencia hoy no estamos preparados, seguramente por separado hay planes pequeños, la Municipalidad debe tener su propio plan; la Provincia puede aportar a su Defensa Civil si pasa algo, pero no es lo ideal. Son muchos planes aislados y si tenemos un evento extremo o un desastre climático, cada uno medianamente sabrá lo que tiene que hacer”, dijo.

Sin embargo, Noir deja en claro que las medidas aisladas no son efectivas y sostiene que un plan serio de contingencia debe estar apoyado en estudios y alertas creíbles, en función a cuestiones técnicas específicas. “Hace falta un modelo hidrológico que esté funcionando bien, toda una red de alertas y transmisión de tiempo real, y hoy eso no existe”, señaló.

La buena noticia es que se está trabajando en ello desde hace varios años. “Todos estos elementos que forman parte de estudios serios los estamos trabajando, y cuando tengamos un producto comprobado recién ahí podremos pasar a la elaboración del plan de contingencia en el que colaboren todas las fuerzas de seguridad; Vialidad, etc.”, explicó.
El aprendizaje tras el desastre

Consultado sobre el trabajo que desarrolla la Dirección de Recursos Hídricos desde el fenómeno de 2006 en el río Grande, Noir detalló que “respecto al estuario generamos, en 2010, unos modelos hidrológicos computacionales muy interesantes para simular lo que ocurrió, en base a información que teníamos de esa época”.

“Esto nos permitió calibrar el modelo, de modo que tenemos simulado todo lo que es la llanura de inundación ocupada por agua, lo que nos permite planificar a futuro algunas medidas en cuanto a lo que es zona inundable; los riesgos hídricos; evacuación de crecidas, además de lo que es la línea de ribera”, agregó.

Noir explica que en Tierra del Fuego la línea de ribera está reglamentada “a través de lo que es el Código Civil”, señalando que “cada provincia, como dueña de sus recursos hídricos, se encarga de establecer sus procedimientos, definir la línea de ribera y poner el límite entre lo que es público y privado”.

“Pero en otras provincias están mucho más adelantados porque las leyes de Aguas con las que cuentan establecen, además de los procedimientos para definir la línea de ribera, restricciones al dominio privado que se definen en distintas categorías, que puede ser en virtud a las crecidas”.

Justamente la posibilidad de contar próximamente con una Ley de Aguas en Tierra del Fuego, cuyo proyecto fue presentado días atrás y se aguarda con expectativas que sea abordado por la Legislatura, permitirá introducir cambios necesarios.

“La línea de ribera del estuario del río Grande ya la tenemos establecida, y lo que nos va a permitir la ley de Aguas será establecer mecanismos más formales para generar restricciones sobre el dominio privado”, indicó.

En ese sentido, el funcionario sostuvo que “se podrá coordinar con el Municipio de Río Grande y establecer restricciones para que en determinados lugares no se ubique un barrio, así como también permitirá corregir o ayudar a urbanizaciones que están mal ubicadas, y que con tiempo y acuerdo entre las autoridades públicas se puede ir resolviendo”.

“La idea es avanzar en medidas no estructurales, es decir, medidas que no generen grandes gastos, conocer la naturaleza de los recursos hídricos y planificar en base al comportamiento de los mismos”, afirmó.
La importancia de planificar

En la actualidad, cuando se construye un nuevo barrio en Río Grande, no es obligatorio que el proyecto de urbanización cuente con algún tipo de certificación sobre si el área elegida es inundable.

“En los últimos años hemos logrado que nos consulten, pero en realidad no es obligación”, lamenta Noir, mencionando como ejemplo que en la ciudad de Río Grande “emitimos los certificados de aptitud hidráulica”.

“Generalmente, eso está establecido por Ley en todas las provincias y es obligatorio; pero en nuestro caso no lo es porque todavía no contamos con la Ley de Aguas”, explicó. De hecho, en Río Grande “se pide a medias”.

“Si desde el IPV gestionan fondos para obras, Nación no otorga los recursos a menos que se cuente con el certificado de que se construirá en zonas no inundable, y si lo es, que sea con una serie de recomendaciones del área específica. Pero en realidad acá nunca nadie se acostumbró a consultarnos, y un ejemplo de eso, en el que no se pidió ninguna certificación, se dio en la Margen Sur donde hay un sector que es un humedal y después del invierno se generan anegamientos con viviendas afectadas”, remarcó. Si bien la ocupación de ese sector “fue muy informal, lo correcto sería solicitar este certificado o estudio de no inundabilidad y re planificar el sector en base a esto”.

“El espíritu de esto es planificar con tiempo y anticiparnos a estas situaciones, antes de construir algo que pidan una opinión de la gente que conoce del tema y que digan sí o no, y en el caso de que no sea posible analizar la situación porque siempre hay alternativas, pero el tema es hacerlo bien”, recomendó.
Sistema de alerta temprana

Sobre el trabajo que se lleva adelante para la implementación de un sistema de alerta temprana contra inundaciones, el titular de Recursos Hídricos sostuvo que “lo estamos trabajando un poco a pulmón”, considerando que “desde la gestión anterior no se interesaban mucho por este tema”.

“Ahora vemos que se están interesando más y esperamos que antes de que termine el invierno podamos colocar el instrumental en el río Grande para transmitir información en tiempo real”, agregó.

En esa posibilidad reside, precisamente, la clave de un sistema de esas características: “Para transmitir una alerta necesitamos tener información en el momento, de modo que trabajamos en la instalación de instrumental que nos transmita obtener información en tiempo real y que cuando se genere un evento extraordinario lo podamos detectar inmediatamente”.

“Una vez que tenemos esa información, y con un modelo hidrológico con el que ya contamos del río Grande, nos permitiría saber cómo responde la cuenca en general a lo que son eventos extremos. Llueve tanto en tal lugar, cuánta agua se genera y en cuánto tiempo llega a la desembocadura del río Grande”, detalló.

La transmisión en tiempo real se cargará en el software de modelo hidrológico, permitiendo así estimar el caudal de agua que se puede generar a partir de condiciones climáticas atípicas. “Siempre dependiendo del tipo de evento y de dónde se detecte, porque hay sectores que responden más rápido que otros”, explicó.

Esa información al instante facilitará que se adopten medidas preventivas en articulación con los Municipios y las fuerzas de seguridad.

En esto último está otra de las claves para enfrentar este tipo de acontecimientos naturales: contar con un plan de contingencia integral. “Buscamos anticiparnos y disponer de un lapso de tiempo que nos permita movilizar a la comunidad en caso de que haya que movilizarla, y por eso son vitales el modelo hidrológico y el sistema de alerta”.

“Esto lo venimos trabajando hace tiempo, pero llega un momento en que se necesita del compromiso de las autoridades. Hace falta comprar instrumental que se necesita para avanzar. Nuestro trabajo también es convencerlos de que son cosas importantes que necesita la Provincia”, admitió.

Por ese motivo, la sanción del proyecto de ley de Aguas adquiere una relevancia especial: “Se trata de una herramienta indispensable, además de que será un compromiso para el funcionario como autoridad de aplicación de la ley. Hoy se desconocen muchos temas porque nada obliga a que se lleven adelante”, afirmó.

“Si la ley se aprueba esto obligará a que estos temas interesen, mientras que a nosotros nos va a dar la posibilidad de contar con más recursos para lograr resultados en menos tiempo”, concluyó.

El nivel del agua casi tocaba el puente colgante, que todavía estaba en su lugar.
El nivel del agua casi tocaba el puente colgante, que todavía estaba en su lugar.