Djokovic lo hizo otra vez

Djokovic besa la Copa de Wimbledon, volvió después de dos años. (Foto AFP).

WIMBLEDON, REINO UNIDO (AFP).- El tenista serbio Novak Djokovic venció ayer al sudafricano Kevin Anderson por 6-2, 6-2 y 7-6 (7/3) y conquistó su cuarto título en Wimbledon, primero del Grand Slam en dos años.

El serbio remató con un ace un partido en el que su rival apenas plantó cara en las dos primeras mangas, pero que en la tercera desperdició cinco bolas de set que le hubieran permitido alargar la final.

A los 31 años, Djokovic no había disputado una final de un torneo del Grand Slam desde 2016, temporada en la que se anotó el Abierto de Australia y Roland Garros, y su último título se remontaba a Eastbourne, el 1 de julio de 2017.

“No hay mejor sitio en el mundo para volver, este es un lugar sagrado para el tenis”, dijo un emocionado Djokovic al recoger la copa.

Con su victoria, Djokovic conquista su 13º torneo del Grand Slam, siendo el cuarto tenista con más grandes detrás de Federer (20), Nadal (17), y Sampras (14).

Era la primera vez desde que jugó la final contra Jo-Wilfred Tsonga en el Abierto de Australia de 2008, que Djokovic no se medía en la final a uno de los sospechosos habituales: Roger Federer, Rafael Nadal, Andy Murray o Stan Wawrinka.

Además, Djokovic es un jugador afortunado sobre la hierba londinense, donde solo ha perdido una de las cinco finales que ha disputado, la de 2013 ante el británico Andy Murray.

En cambio, salió victorioso de las que disputó ante el español Rafael Nadal (2011), las dos ante el suizo Roger Federer (2014 y 2015) y la de este domingo (en contraste, Nadal ha necesitado disputar cinco para ganar sus dos títulos).

Djokovic le rompió el servició a Anderson en el primer juego del partido, algo totalmente inesperado dada la fama que precedía al sudafricano, que anotó 49 aces en la maratoniana semifinal.

El primer ace del sudafricano llegó mucho más tarde que su primera doble falta, y en la primera manga el serbio le rompió dos veces el servicio para anotárselo 6-2.

Entre el cansancio y su altura -2,03 m, el finalista más alto de la historia de Wimbledon-, a Anderson le costaba responder a los golpes rasos de Djokovic, que insistió en este recurso.

Poco más necesitaba el serbio, que se anotó la primera manga en media hora con un par de golpes ganadores, un ace y 10 errores no forzados de su rival, fue el principio del fin.